Daniel 8:15 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Daniel tiene un vivo deseo (v. Dan 8:15) de comprender la visión y, para cumplirle este deseo, un personaje (v. Dan 8:16), cuya voz se describe como «voz de hombre», ordena al ángel Gabriel que le explique a Daniel la visión. Quién sea dicho personaje no está claro. Dice Walvoord: «La voz de hombre puede ser la de Miguel el Arcángel o incluso la voz de Dios, pero no es identificada en el texto. Calvino cree que el hombre que habla es Cristo». A esta opinión me adhiero (nota del traductor).

2. Gabriel obedece la orden y se acerca (v. Dan 8:17) a Daniel para explicarle la visión. Con esto, Daniel se sobrecoge de espanto y se postra sobre su rostro. Es la misma reacción que vemos en Juan en Apo 1:17, en Ezequiel (Eze 1:28; Eze 44:4) y en Nabucodonosor con respecto al propio Daniel (Dan 2:46). Posteriormente, «mientras Gabriel sigue hablando» (v. Dan 8:18), Daniel pierde el conocimiento, pero el ángel le toca para que se ponga de pie.

3. Dentro del contexto histórico del presente capitulo, los versículos Dan 8:17-19 son sumamente difíciles de interpretar. Por una parte, tenemos expresiones como «el tiempo del fin» (v. Dan 8:17, al final), «al fin de la ira; porque el fin está fijado», así como las descripciones de los versículos Dan 8:23-25, que parecen apuntar a un «fin» escatológico. Por otra parte, todo el contexto del capítulo indica que lo que se dice aquí se cumplió en la persona de Antíoco IV Epífanes. El gran experto en profecía Dr. J. D. Pentecost, defiende, con gran despliegue de argumentos, que la profecía de este capítulo es de doble cumplimiento, al ser Antíoco tipo del Anticristo. Este sentido típico real es admitido incluso por un autor amileniarista como Leupold.

4. La explicación que el ángel dio a Daniel de esta visión.

(A) Con respecto a las dos monarquías de Persia y Grecia (vv. Dan 8:20-22). El carnero significaba la sucesión de los reyes de Media y Persia; el macho cabrío significaba los reyes de Grecia; el cuerno grande era Alejandro; los cuatro cuernos que surgieron en su lugar son los cuatro reinos que vimos en el versículo Dan 8:8. Refiere Flavio Josefo que, cuando Alejandro había capturado Tiro y marchaba hacia Jerusalén, Yaddas, que era a la sazón el sumo sacerdote, al temer la ira del macedonio, recurrió a Dios en oración y se le avisó en sueños que, cuando se acercase Alejandro, abriesen las puertas de la ciudad y que Yaddas y los demás sacerdotes saliesen a su encuentro vestidos con sus vestiduras sacerdotales, y todo el pueblo vestido de blanco. Al ver este grupo a distancia, Alejandro se fue, él solo, hacia el sumo sacerdote y, postrándose en el suelo, le saludó; y, al preguntarle uno de sus capitanes por qué lo hacia, contestó que, mientras estaba aún en Macedonia y cavilaba sobre la conquista de Asia, se le apareció un hombre vestido como aquél, quien le invitó al Asia y le aseguró que tendría éxito en conquistarla. Los sacerdotes le condujeron al templo, donde ofreció sacrificio al Dios de Israel según le instruyeron, y ellos le mostraron este libro del profeta Daniel, donde se predice que un griego había de destruir a los persas, lo cual le animó en su expedición contra Darío. Por esta causa, él tomó bajo su protección a los judíos y su religión y prometió portarse benignamente con los de esa religión que viviesen en Babilonia y Media, adonde él se dirigía ahora.

(B) En cuanto a Antíoco y a la persecución que llevó a cabo contra los judíos. Se dice que esto había de ocurrir (v. Dan 8:23) «al fin del reinado de éstos (los cuatro reinos del v. Dan 8:22), cuando las transgresiones lleguen a su colmo». Será un rey altivo de rostro (v. Dan 8:23), sin temor de Dios ni de los hombres, y experto en intrigas, hábil y astuto en tramar planes malvados. Con todo, había de ejercitar su poder no con fuerza propia (v. Dan 8:24), sino con el permiso de Dios (comp. con Apo 17:17). Sus planes eran de destrucción: «causará grandes ruinas … y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos». En todas estas expresiones el ángel se refiere al pueblo judío. Y de la misma manera que ha prosperado por habérselo permitido Dios para disciplina de Su pueblo, también será quebrantado (v. Dan 8:25, al final) por mano de Dios, contra el que se habrá levantado al profanar el templo del Dios viviente y colocar allí la imagen de Júpiter Olímpico. Del quebrantamiento de Antíoco nos da cuenta el Libro Primero de los Macabeos, Dan 6:1-16. Enterado de los fracasos de su ejército en Palestina y otros lugares, cayó enfermo y, al sentir que su muerte estaba próxima, dijo lo siguiente: «Ahora caigo en cuenta de los males que hice en Jerusalén, cuando me llevé los objetos de plata y oro que en ella había y mandé exterminar sin motivo a los habitantes de Judá. Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de inmensa pesadumbre en tierra extraña» (1Ma 6:12, 1Ma 6:13. Biblia de Jerusalén). Antíoco murió en el otoño del año 164 a. de C., en un lugar próximo a Babilonia.

5. Llegamos así (vv. Dan 8:26, Dan 8:27) a la conclusión de esta visión y al encargo que recibió Daniel de mantenerla en secreto (v. Dan 8:26): «y tú guarda la visión, porque es para días lejanos» (unos 300 años después de la visión). Daniel quedó quebrantado (v. Dan 8:27) hasta tener que guardar cama durante algunos días. Ya recuperado, volvió a ocuparse en los asuntos del rey en Babilonia, lo cual «prueba que había estado en Babilonia todo el tiempo y que su presencia en Susa había sido puramente en visión» (Jeffrey, citado por Walvoord).

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