Deuteronomio 1:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esta elocuente y vívida apelación de Moisés se repite con insistencia.

I. En general, significa una aplicación sacada de la historia que acaba de referir. Así deberíamos usar también nosotros una especie de revisión de las providencias de Dios respecto a nosotros, a fin de que nos sirviese para reavivarnos y dedicarnos más al cumplimiento de nuestros deberes en obediencia fiel a la voluntad de Dios.

II. El principal objetivo de este discurso es persuadirles a que se mantengan estrechamente unidos a su Dios y dedicados a su servicio, y firmemente decididos a no abandonarle por ningún otro dios.

1. Les muestra y recomienda lo que Dios requiere de ellos.

A) Les pide primero diligente atención a la Palabra de Dios: Oh Israel, escucha (v. Deu 4:1). Es menester que pongan oído atento, para recordarlos bien y ponerlos por obra fielmente (en ello les va la vida), los estatutos y decretos (hebreo el-hajuqim veel-hamishpatim), significa los primeros algo así como preceptos informativos cuya razón queda oculta, y los segundos una especie de decisión judicial sobre algo nuevo y que va a sentar precedente para el futuro.

B) Les encarga que preserven completamente pura e íntegra la ley de Dios (v. Deu 4:2). Que la mantengan pura, no añadiéndole nada; que la mantengan íntegra, no quitándole nada (comp. Apo 22:18-19).

C) Les encarga que guarden los mandamientos de Jehová su Dios (v. Deu 4:2), para ponerlos en práctica (vv. Deu 4:5, Deu 4:14), que los guarden y pongan por obra (v. Deu 4:6), para cumplir así el pacto (v. Deu 4:13). El escuchar ha de ser para poner por obra; el conocimiento ha de ser práctico.

D) Les encarga que guarden estrictamente, con toda diligencia la ley de Dios. Guárdate, y guarda tu alma con diligencia (v. Deu 4:9). Guardad, pues, mucho vuestras almas (v. Deu 4:15). Guardaos (v. Deu 4:23).

E) En especial, les encarga que se guarden del pecado de idolatría. Les advierte contra dos clases de idolatría: (a) Contra la adoración de las imágenes, aunque intenten por medio de ellas adorar al verdadero Dios, como hicieron con el becerro de oro, cambiando la verdad de Dios por una mentira, y la gloria de Dios por una vergüenza (v. Rom 1:23-26). Esto va directamente contra el segundo mandamiento del Decálogo, el cual se detalla en los versículos Deu 4:15-19. Representar el Espíritu Infinito con una imagen material, y al Creador inmenso con la imagen de una débil criatura, es la mayor afrenta que podemos hacer a Dios y el mayor engaño que podemos hacernos a nosotros mismos. Como argumento contra la fabricación de imágenes para representar a Dios, insiste mucho en hacerles ver que, cuando Dios quiso mostrárseles en Horeb, lo hizo por medio de palabras que oyeron, para enseñarles que la fe viene por el oír (Rom 10:17), y que Dios está cerca de nosotros en su palabra (Rom 10:8, comp. con Deu 30:14), pero no vieron ninguna figura (v. Deu 4:12), pues no hay figura que pueda representar a Dios como es en sí; de ahí que su presencia se hiciese notar mediante una nube, tras la cual se vela al revelarse, y de la que no podía hacerse figura estable, ya que las nubes cambian constantemente de forma y de figura. Dios es absolutamente invisible (1Ti 6:16), y tratar de representarlo en una figura sólo sirve para engañarnos a nosotros mismos, con grave peligro para la idea que nos podamos forjar de Dios y, por consiguiente, para el modo de relacionarnos con Él. El versículo Deu 4:15 repite: Ninguna figura visteis. (b) La adoración del sol, de la luna y las estrellas es otra clase de idolatría contra la que se les amonesta igualmente (v. Deu 4:19). Esta era la especie más antigua de idolatría y Ea que parecía más plausible, era la más peligrosa, puesto que la altura, el brillo, la regularidad de movimientos y la incuestionable influencia de los astros puede tentar fuertemente a los hombres a que les den la gloria y les otorguen la eficacia que sólo a Dios competen y sólo a Él se han de atribuir. Es notorio que los israelitas necesitaban que se les inculcase con mucho énfasis lo peligrosa que era esta clase de idolatría, ya que era tan débil la fe de ellos en un Dios invisible y en un mundo también invisible. Estas pretendidas deidades: el sol, la luna y las estrellas, eran bendiciones de Dios a la humanidad en general (v. Gén 1:14-18). Es, pues, absurdo adorarlas, cuando Dios las hizo para que fuesen servidoras del hombre, para que diesen luz a la tierra y ejercieran otras influencias favorables para la vida en general. No está de más advertir que nuestro porvenir no está escrito en las estrellas, aunque las estrellas tengan cierta influencia en la constitución y funcionamiento de nuestro organismo. Por eso, los horóscopos de moda sólo sirven para engaño de incautos y artimaña de Satanás.

F) Les encarga que enseñen a sus hijos a guardar las leyes de Dios: Las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos (v. Deu 4:9); y las enseñarán a sus hijos (v. Deu 4:10).

G) Les encarga que jamás se olviden de sus deberes como pueblo de Dios: Guardaos, no os olvidéis del pacto de Jehová vuestro Dios (v. Deu 4:23).

2. Veamos ahora los motivos o argumentos con que sustenta Moisés sus exhortaciones.

A) Insiste en la grandeza, en la gloria y en la bondad de Dios. Si considerásemos cómo es ese Dios con quien nos las hemos de haber, de seguro procuraríamos concienciarnos de nuestros deberes para con Él, y no nos atreveríamos a ofenderle con nuestros pecados. Les recuerda aquí que el Señor Jehová es el único Dios vivo y verdadero. Todas las deidades de los gentiles son imitaciones caricaturescas y usurpadoras; y ni siquiera tienen la pretensión de ser monarcas universales en cielos y tierra, sino sólo divinidades locales. Los israelitas, que adoraban nada menos que al supremo Numen-Divinidad, no tenían excusa si renunciaban a su Dios o lo menospreciaban. Tened cuidado de no ofenderle les viene a decir Moisés , pues Él debe tener todo vuestro afecto y toda vuestra adoración, y no consentirá en modo alguno que le opongáis un rival. Incluso en el Nuevo Testamento encontramos el mismo argumento con que se nos constriñe a servir a Dios agradándole con temor y reverencia (Heb 12:28-29), porque, aunque es nuestro Dios y una luz regocijante para quienes le sirven fielmente, es también un fuego que consume a quienes se burlan de Él. Con todo, es un Dios misericordioso (v. Deu 4:31), lo cual considera Moisés muy apropiado para estimularles al arrepentimiento, pero debe servir también como una incitación a la obediencia y como una consideración apta para impedir la apostasía.

B) Insiste en la relación con este Dios, en la autoridad que Dios tiene sobre ellos, y en las obligaciones que ellos tienen para con Él. Jehová es el Dios de vuestros padres (v. Deu 4:1), así que sois suyos por herencia; vuestros padres le pertenecían, y vosotros habéis nacido en su casa. Jehová es vuestro Dios (v. Deu 4:2), así que también le pertenecéis por consentimiento a nivel personal. Jehová es mi Dios (v. Deu 4:5), así que yo os trato como su agente y embajador.

C) También les hace ver que la devoción al verdadero Dios es la suprema sabiduría: Guardar los mandamientos Y ponerlos en obra es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos (v. Deu 4:6). Con toda razón y justicia han de esperarse grandes cosas de aquellos que son guiados por la revelación divina, y a quienes ha sido confiada la palabra de Dios (Rom 3:2).

D) Les hace ver las peculiares ventajas de que ellos disfrutaban, debido al privilegiado régimen bajo el cual se hallaban (vv. Deu 4:7-8). Nuestra comunión con Dios (que es el mayor honor y la mayor felicidad que podemos obtener en este mundo) se mantiene mediante la oración y el estudio y lectura de la Palabra, en ambas cosas llevaba Israel enorme ventaja a todas las naciones del mundo. La Ley de Dios es inmensamente más excelente que las leyes de las naciones. No hay ninguna ley tan ajustada a la equidad natural y a los dictados imparciales de la recta razón, ni tan consecuente consigo misma en todas sus partes, ni tan conveniente para el bienestar y el interés de la humanidad, como lo es la ley de la Escritura (Sal 119:128). Los que glorifican a esta ley y la obedecen, serán glorificados por ella con toda clase de bendiciones.

E) Les recuerda cómo se les manifestó Dios gloriosamente en el monte Sinaí, cuando les dio esta ley. En esto insiste mucho Moisés: El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb (v. Deu 4:10). Por lo que sabemos de Dios mediante la razón natural, tenemos suficiente fundamento para creer en Él como en un Ser de infinito poder y perfección infinita, pero no podíamos sospechar que Él pudiese dirigirse a alguien con voz audible, ya que resultaba evidente que no tiene cuerpo como nosotros. Ellos le oyeron al pie del Sinaí: Habló Jehová con vosotros de en medio del fuego, oísteis la voz de sus palabras (v. Deu 4:12). Dios se manifiesta a todo el mundo en las obras de la creación sin lenguaje propiamente dicho, aunque de algún modo se oye su voz (Sal 19:1-3), pero a Israel se manifestó con voz de palabras, con lenguaje audible e inteligible, condescendiendo con la condición de los que le escuchaban.

F) Insiste en la benignidad que Dios manifestó hacia ellos al sacarlos de Egipto, del horno de hierro, es decir, de un horno de tan elevada temperatura como para derretir el hierro (símbolo de intenso padecer y de amarga esclavitud), para hacer de ellos un pueblo santo, sacerdotal, para ser el pueblo de su heredad (v. Deu 4:20); eso implica una relación por la que esa heredad es doblemente inalienable, pues ni Israel puede renunciar a ella, ni Dios ha de renunciarla; de esto tenemos plena seguridad (v. 1Sa 12:22, Eze 20:32-33). A esto vuelve a referirse en los versículos Deu 4:34, Deu 4:37, Deu 4:38. Dios tenía el propósito de asentarlos felizmente en Canaán: Para introducirte y darte su tierra por heredad (v. Deu 4:38).

G) También les recuerda la manifestación de un Dios airado contra ellos a causa de sus pecados. En particular, especifica el caso de Peor (vv. Deu 4:3-4). Esto había ocurrido recientemente; sus ojos habían visto hacía pocos días la súbita destrucción de los que se habían involucrado en el asunto de Baal-peor, y la preservación de los que se habían mantenido fieles a Jehová; de ello podían deducir fácilmente el peligro de apostasía y el beneficio de permanecer en comunión con su Dios.

H) Les señala también las ventajas de la obediencia.

I) Una vez más insiste en las fatales consecuencias de la apostasía ya que apostatar de su Dios comportaría sin duda alguna la ruina de la nación (vv. Deu 4:25-31). Obsérvese aquí: (a) Que desde cualquier lugar en que nos encontremos podemos buscar a Jehová nuestro Dios (v. Deu 4:29), por muy alejados que estemos de nuestro propio país y del lugar en que solemos reunirnos a rendirle culto en compañía de nuestros hermanos. No hay ningún lugar en el mundo, que represente un foso infranqueable entre la tierra y el cielo. El único foso que hace separación entre Dios y nosotros es el pecado (Isa 59:1-2). (b) Sólo los que buscan a Dios con todo su corazón, lo hallarán para bendición y felicidad. (c) Las aflicciones que nos salen al paso, sirven para avivarnos y estimularnos a dedicarnos más al Señor. Son muchos los que, por medio de la tribulación y de la gracia de Dios que opera conjuntamente con ella, son vueltos en sí y traídos al buen camino (v. Luc 15:17-18).

Pongamos ahora juntos delante de nuestra vista todos estos argumentos, y veremos que la verdadera devoción a Dios tiene su justa razón por cualquier lado que se la mire. Nadie se sacude el ligero yugo de un buen Dios, sin haberse antes sacudido el sentido común de una mente sana.

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