Deuteronomio 1:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Moisés hace un amplio resumen del grave quebranto que sufrió el bien común de la nación por los pecados del pueblo. Tenemos en Números capítulos Núm 13:1-33 y Núm 14:1-45 la historia de estos hechos fatales, pero aquí encontramos varias circunstancias que no se narran allí.

I. Les hace memoria primeramente de la marcha desde Horeb hasta Cadés-barnea (v. Deu 1:19), a través de aquel grande y terrible desierto. Menciona esto para que recuerden la gran bondad de Dios hacia ellos, al guiarles a través de un desierto grande, inhóspito y peligroso. El recuerdo de los peligros en que nos hemos encontrado debería hacernos agradecidos a las liberaciones que Dios nos ha otorgado.

II. Les muestra cuán propicia era la ocasión entonces para haber entrado en Canaán sin demora (vv. Deu 1:20-21). Les hace ver cuán próximos estaban a establecerse felizmente cuando ellos mismos levantaron una valla frente a su propia puerta.

III. Les reprocha el haber tomado la iniciativa, por su propia cuenta, de enviar espías a Canaán (v. Deu 1:22); con lo que se completa el relato de Núm 13:1 y siguientes. Moisés dice que le pareció bien la idea (v. Deu 1:23), pero no le pareció bien a Dios, pues suponía una desconfianza en la promesa divina, y el texto hebreo de Núm 13:2 da a entender que Dios se disoció de esta aventura, pues dice: «Envíate (para ti) hombres …». Así que, al permitirles subir a Canaán por su propia cuenta, Dios les entregó a sus propios deseos. Moisés les había dado palabra de parte de Dios (Deu 1:20-21), de que podían subir a Canaán confiados, pero ellos no tuvieron fe en la palabra de Dios. Los planes humanos pudieron en ellos más que la sabiduría divina, como quien enciende una antorcha para añadir luz al sol.

IV. Repite el informe de los espías acerca de la bondad de la tierra que habían ido a explorar (vv. Deu 1:24-25). Sin embargo, la mayoría de ellos presentaron como insuperables las dificultades para conquistarla (v. Deu 1:28).

V. Les dice que se esforzó en animarles a subir, cuando sus hermanos los espías habían exagerado las dificultades para desalentarlos (v. Deu 1:29). Les había asegurado que Dios estaría con ellos y en prueba del poder divino contra los enemigos, les refirió lo qué Dios había hecho por ellos en Egipto. Ahora, en prueba de la bondad divina, les hace ver lo que Dios ha hecho por ellos en el desierto (vv. Deu 1:31, Deu 1:33), a través del cual les había conducido con el mismo cuidado y ternura con que lleva en sus brazos un buen padre a su hijo pequeño (comp. Ose 11:1-3). ¿Podría alguien desconfiar de un Dios como éste?

VI. Les censura por los pecados de que se hicieron culpables en aquella ocasión. 1. De desobediencia y rebelión contra la ley de Dios. 2. De suspicacia contra la bondad de Dios. 3. En el fondo de todo esto, de incredulidad de corazón: No creísteis a Jehová vuestro Dios (v. Deu 1:32).

VII. Les repite la sentencia pronunciada contra ellos. 1. Todos fueron condenados a morir en el desierto (los que entonces eran de veinte años arriba), y Dios no permitió que entrasen en Canaán ninguno de ellos (con las excepciones explícitas de Caleb y Josué, y las implícitas de Eleazar y, Probablemente otros de la tribu de Leví, que no se habían sumado a la rebelión), como dice en los versículos Deu 1:34-38. No fue, no, el quebrantamiento de algún mandamiento del Decálogo lo que les cerró las puertas de Canaán, ni siquiera lo del becerro de oro, sino únicamente su incredulidad, no creer las promesas de Dios, especialmente la Promesa de entrar en la Tierra Prometida, algo típico del Evangelio de la gracia, para mostrar que el único pecado que provoca nuestra ruina es la incredulidad, porque es el pecado que ataca directamente al remedio que Dios ha provisto (v. Jua 3:16-21, Jua 8:24, Jua 9:41, etc.). Este es el pecado para el cual no hay ya más sacrificio (Heb 10:26 y ss.). 2. Moisés mismo desagradó a Dios por las palabras inconsideradas que ellos le provocaron a decir: También contra mí se airó Dios por causa de vosotros (v. Deu 1:37). 3. Sin embargo, se ve que la ira de Dios va mezclada con misericordia: (A) En que, aunque Moisés no los iba a introducir en Canaán, Josué lo haría (v. Deu 1:38); (B) en que aunque aquella generación no había de entrar en Canaán, la siguiente lo haría (v. Deu 1:39).

VIII. Les recuerda el insensato y estéril intento de hacer que se revocase esta sentencia cuando ya era demasiado tarde. 1. Trataron de enmendar su conducta, desearon subir contra los cananeos por su cuenta, cuando antes no habían querido subir por orden de Dios. Esto, que parecía una reforma, era sin embargo una nueva rebelión; por ello, fueron cazados y destruidos. 2. Trataron de nuevo, con súplicas y lágrimas, de hacer revocable la sentencia: Volvisteis y llorasteis delante de Jehová (v. Deu 1:45). Pero Dios no les oyó, porque eran lágrimas de pesar por las consecuencias del pecado (lo que llaman «contrición» en la Iglesia de Roma), pero no mostraban un sincero arrepentimiento («contrición») por el pecado mismo (v. 2Co 7:10).

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