Deuteronomio 3:21 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Deuteronomio 3:21 | Comentario Bíblico Online

I. El ánimo que dio Moisés a Josué, quien le iba a suceder en el gobierno (vv. Deu 3:21-22). Le encargó que no tuviera miedo. Para sentirse animado, había de considerar dos cosas: 1. Lo que Dios había hecho. Josué había visto la derrota total que Dios había concedido a las huestes de Israel sobre aquellos dos reyes. De aquí ha de inferir, no sólo lo que Dios puede hacer en todo lo demás, puesto que su brazo no se había acortado, sino lo que Dios va a hacer, puesto que su propósito no ha cambiado. 2. Lo que Dios había prometido: Jehová vuestro Dios, Él es el que pelea por vosotros (v. Deu 3:22). Cuando el Dios de los ejércitos lucha por una causa, esa causa tiene asegurada la victoria.

II. La oración que Moisés hizo para sí mismo, y la respuesta que Dios dio a dicha oración.

1. Su oración era que, si ésa era la voluntad de Dios pudiese pasar el Jordán con el resto de Israel hasta Canaán: Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena. No basa su demanda en los servicios prestados al pueblo de Israel, sino que ruega un favor basado en la pura gracia de Dios. Tampoco dice: «Haz que yo pase y conduzca al pueblo como comandante en jefe», pues no buscaba su propio honor, una vez que había resignado ya sus poderes en manos de Josué, sino que viene a decir: «Déjame pasar como un espectador de tu bondad hacia Israel, para ver lo que ya creo firmemente respecto a la bondad de la tierra prometida».

2. Dios responde a su petición con una mezcla de disciplina y misericordia, a fin de que pueda ensalzar tanto la gracia de Dios como su Justicia.

A) El juicio de Dios, e incluso su ira se echan de ver en la negativa a dicha petición: Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros (v. Deu 3:26). Esto puede entenderse de varias maneras: (a) Por el pecado al que le habían provocado (v. Sal 106:32-33); (b) la remoción de Moisés en el preciso momento en que parecía haber más falta, era como un reproche a todo Israel, y un castigo por su pecado; (c) al atender a la construcción gramatical, algunos de los más expertos rabinos opinan que el sentido es «por vuestro bien» (hebreo lema anjem). «Si la incredulidad de Moisés dice Dummelow hubiese quedado sin castigo, el pueblo se habría endurecido en su propia transgresión.» En todo caso, Moisés, buen descendiente del luchador Israel, no buscó en vano, aun cuando no obtuviese precisamente lo que pedía. El hecho de que Dios no nos conceda a veces lo que le pedimos, no significa que no haya aceptado nuestras oraciones (v. Heb 5:7).

B) Pero hay también una buena dosis de misericordia mezclada con la ira de Dios en este caso: (a) Dios tranquilizó el ánimo de Moisés: ¡Bástete esto! (v. Deu 3:26). Aunque, a primera vista, parezca que estas palabras insinúan una reprensión, podemos estar seguros de que sirvieron para que Moisés se conformase completamente con la voluntad de Dios, dada su íntima comunión con Él. Si Dios, en los sabios y amorosos designios de su providencia, no nos concede lo que le pedimos, será una gracia importante de su parte el que nos otorgue quedar satisfechos sin lo que deseábamos. (b) Al decirle: Basta, no me hables más de este asunto, Dios mostró el honor que concedía a las oraciones de Moisés, rogándole que no insistiera en su petición y dando a entender que no quería verse forzado por sus súplicas a volverse atrás de su propósito. (c) Le prometió una vista de Canaán desde la cumbre del Pisgá (v. Deu 3:27). Aunque no había de entrar a poseer la tierra prometida, satisfaría su deseo de verla; no lo hacía Dios por ponerle los dientes largos, como suele decirse, sino para proporcionarle una visión de Canaán que le produjese verdadera satisfacción y le capacitase para formarse una idea clara y agradable de aquella hermosa tierra. (d) Le proveyó de sucesor en alguien que habría de mantener en alto el honor de Moisés y llevar a cabo aquella obra gloriosa que tan metida tenía Moisés en su corazón, hasta completarla con el asentimiento de Israel en Canaán (v. Deu 3:28).

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