Deuteronomio 33:26 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Deuteronomio 33:26 | Comentario Bíblico Online

Moisés, el hombre de Dios, engrandece en los últimos hálitos de su pecho, tanto al Dios de Israel como al Israel de Dios.

I. «No hay dice como el Dios de Jesurún» (v. Deu 33:26). Ninguno de los dioses de las naciones eran capaces de hacer por sus adoradores lo que Jehová había hecho por los suyos. 1. Su poder y autoridad soberanos: Cabalga sobre los cielos. Moisés compara a Dios con un rey que avanza en su carro de guerra para dar rápida y completa victoria a su pueblo. Va sobre las nubes con su grandeza (lit. excelencia), con su grandiosa, infinita majestad. No hay enemigo que pueda impedir el avance del que cabalga sobre los cielos. 2. Su eternidad sin límites; es un Dios eterno, y sus brazos, por tanto, son eternos (v. Deu 33:27). Los dioses de los gentiles habían sido inventados muy recientemente, e iban a perecer prontamente; pero el Dios de Jesurún es eterno; Él ya existía antes de los mundos, y continuará existiendo cuando ya no exista el tiempo (Hab 1:12).

II. ¡No hay pueblo como Israel! Después de haber profetizado, felicidad sobre cada una de las tribus, pronuncia gran felicidad sobre el conjunto de ellas: ¡Bienaventurado tú, oh Israel! (v. Deu 33:29). Una nación tan feliz, en todos los aspectos, que no había bajo el cielo una nación que pudiese compararse a ella: ¿Quién como tú? Si Israel honra a su Dios como al Dios sin par, Dios también honrará a Israel como al pueblo sin par. Lo que aquí se dice de Israel tiene aplicación segura a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos (Heb 12:13), la Iglesia de Cristo.

1. Nunca hubo un pueblo tan bien establecido y protegido: El eterno Dios es tu refugio (v. Deu 33:27) o, como dice el hebreo, tu mansión, en la cual una persona se encuentra a salvo, en reposo y tranquilidad, como en su propia casa, como el mismo Moisés dice: Tú nos has sido, Señor, por mansión en todas las generaciones (Sal 90:1). Todo israelita se sentía con su Dios como en casa; el alma retorna a Él y reposa en Él, como en su lugar de reposo (Sal 116:7) y como en su lugar de refugio (Sal 32:7).

2. Nunca hubo un pueblo tan bien sostenido y llevado a cuestas: Y acá abajo los brazos eternos (v. Deu 33:27) es decir, la omnipotencia de Dios. El pacto perpetuo y las perpetuas consolaciones y bendiciones que fluyen de Él, ciertamente son brazos eternos, que no se fatigan ni se decepcionan (v. Isa 43:2). Por esos brazos están sostenidos aquí abajo los creyentes, y permanecen siempre gozosos en medio de las mayores dificultades, porque con la gracia divina nos basta (2Co 12:9).

3. Nunca hubo un pueblo tan bien conducido y mandado en la batalla: «Él echó delante de ti al enemigo con su poder omnipotente, para hacerte sitio a ti». De esta forma es como los creyentes somos más que vencedores (lit. triunfamos completamente) por medio de aquél (Cristo) que nos amó (Rom 8:37). El autor de nuestra salvación (Heb 2:10; Heb 5:9) echó de delante de nosotros al enemigo, cuando venció al mundo y despojó a los principados y potestades en la Cruz (Jua 16:33; Col 2:15).

4. Nunca hubo un pueblo tan bien protegido y puesto a salvo: Israel habitará confiado (v. Deu 33:28). Cada uno, sin necesidad de protección masiva, se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente (Miq 4:4). El que pone a Dios como torre de su refugio habita confiado; baluarte de rocas será su lugar de refugio (Isa 33:16). Sólo se requiere que se mantengan (y nos mantengamos) puros, separados de todo lo malo, y sin mezclarse con los idólatras.

5. Nunca hubo un pueblo con el sustento tan seguro: La fuente de Jacob aparte brota en tierra de grano y de vino (v. Deu 33:28). Aquí, como dice Driver, «la sucesión de generaciones en Israel es semejante a la corriente de un río de aguas frescas, que están continuamente brotando de su fuente» (v. Apo 22:1). Es curioso que la misma palabra significa fuente y ojo. Así, también el ojo de Jacob estaba sobre tierra de grano y de vino, ya que, delante de ellos, al otro lado del río, estaba aquella tierra de Canaán, con abundancia de todo fruto de la tierra.

6. Nunca hubo un pueblo tan bien provisto de ayuda y de socorro. Si se encontraban en algún aprieto, Dios mismo cabalgaba sobre los cielos para su ayuda (v. Deu 33:26). Era pueblo salvo por Jehová (v. Deu 33:29).

7. Nunca hubo un pueblo tan bien armado. Dios mismo era el escudo de su socorro, para disfrutar de una defensa segurísima, y la espada de su triunfo (v. Deu 33:29) o, como dice el hebreo, de su excelencia, una espada que siempre triunfa gloriosamente, sea cual sea el enemigo al que haya que vencer.

8. Nunca hubo un pueblo que pudiese estar tan seguro de la victoria sobre sus enemigos: Tus enemigos serán humillados (v. Deu 33:29) o, como dice el hebreo, serán encontrados mentirosos delante de ti (nótese la semejanza con Rom 3:4 y Sal 116:11); es decir, «se verán forzados a someterse a ti contra su voluntad, a prestar un homenaje insincero, como lo hacen los vencidos en batalla, al someterse al vencedor. Y tú hollarás sobre sus alturas. Es la figura más expresiva para dar a entender el dominio de un territorio enemigo, puesto que el que domina las alturas, tiene segura la posesión de la tierra desde sus fortalezas (v. Deu 32:13).

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