Eclesiastés 11:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Eclesiastés 11:1 | Comentario Bíblico Online

1. Vemos primero el deber de ser caritativos (v. Ecl 11:1). Echar el pan a las aguas equivale al proverbio «Haz el bien y no mires a quién»; es como sembrar a voleo. Pero no cabe duda de que después de muchos días, cuando menos se espere, vendrá la recompensa, ya que según se siembra, se recoge (Gál 6:7). Nuestra caridad, dentro de nuestras posibilidades, no ha de tener límite (v. Ecl 11:2): Reparte a siete y aun a ocho; al ser siete un número de perfección, de algo completo, el ocho colma la medida indefinidamente. Es como quien invierte su capital en muchas empresas, para tenerlo más seguro; muy raro sería que todas fuesen a la bancarrota. La exhortación es tanto más urgente cuanto que no sabemos cuándo puede sobrevenir una calamidad que nos prive de la vida o, al menos, de las oportunidades de seguir haciendo el bien.

2. Del mismo modo que debemos ser generosos con los pobres mientras tenemos la oportunidad de serlo, también debemos llevar a cabo nuestros quehaceres cotidianos, a pesar de que no sabemos lo que en el porvenir puede frustrar nuestros esfuerzos. El producto de la tierra depende de la lluvia (v. Ecl 11:3), y la lluvia depende de que las nubes lleven agua, pero esto no está en nuestro poder detenerlo o acelerarlo. La misma impotencia del labrador se pone de manifiesto ante un tornado que arranca recios y copudos árboles. Son accidentes inevitables que el hombre tiene que aceptar según vienen: «… allí se quedará». El que, por incertidumbre ante un posible huracán, no siembre; o, por temor a un aguacero, no siegue (v. Ecl 11:4), se quedará sin cosecha. Puede aplicarse a todas las áreas de la vida. El versículo Ecl 11:6 remacha la misma idea: No esperes a que sople el viento de un lado o de otro, sino siembra hasta donde te lo permitan las fuerzas, pues no sabes qué semilla prosperará más, si la que siembres por la mañana o la que siembres por la tarde, o si ambas.

3. El versículo Ecl 11:5 requiere especial atención, dentro del contexto en que el hombre es incapaz de dominar los fenómenos atmosféricos, sobre los que sólo Dios tiene el control (comp. Ecl 11:5 con Ecl 7:13 y aun con Jua 3:8, donde «pneuma» significa, con la mayor probabilidad, el Espíritu, no el viento). Lo de la formación del feto en el vientre de la madre se pone aquí como ejemplo clásico (comp. con Sal 139:13-16; Pro 30:19) de un misterio que impresionaba grandemente a la mentalidad hebrea. La moraleja que de toda la porción se desprende (aparte de las aplicaciones a gusto del consumidor) es reconocer, por una parte, nuestra dependencia de Dios en cosas que escapan a nuestro control y, por otra parte, nuestro deber en aprovechar todas las oportunidades para hacer el bien.

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