Eclesiastés 2:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En su búsqueda de la felicidad, Salomón pasa ahora de su oficina de estudio, donde en vano había buscado la dicha, al parque de su jardín, y cambia la compañía de los filósofos por la de los músicos y las concubinas, por ver si aquí podía encontrar satisfacción verdadera y duradera. Con eso, da un paso hacia abajo, y desciende de los nobles placeres del intelecto a los brutales del sentido.

1. Resuelve probar lo que pueden dar de sí la alegría y el jolgorio (v. Ecl 2:2): «… Ven ahora», una llamada a actuar, que hallamos también en Isa 1:18, pero con muy distinto objetivo. «Gozar de bienes» (lit. mirar a lo bueno) es participar en las disipaciones de los disolutos, precisamente de los que no se guían por la sabiduría. Esta alegría, a la que después equipara con la locura (v. Ecl 2:2), no es la carnalidad del bruto, pero tampoco la alegría seria del científico descubridor, sino la del payaso ingenioso, que a veces se halla en gente pobre y hasta, de suyo, melancólica. En inglés, nota del traductor, hay un proverbio que se aproxima algún tanto al nuestro que dice: «Cuando el español canta, o rabia o no tiene blanca». Y hay quien ha distinguido al hombre del bruto, no sólo por ser animal racional, sino también por ser animal que ríe, pues los brutos animales saben llorar, pero no reír. El buen humor es conveniente con moderación, pues ayuda a suavizar las fatigas del trabajo y las dificultades de las relaciones con el prójimo, pero si es excesivo y fuera de tono se vuelve necio y sin provecho.

2. Al verse incapaz de hallar la dicha mediante lo que place al ingenio, resolvió probar luego lo que puede satisfacer al paladar (v. Ecl 2:3): Darse al placer de la bebida, pero sin perder el seso, de forma que, mientras iba tras el desvarío (lo opuesto a la cordura), mantenía la mente clara a fin de experimentar en sí mismo esa, al parecer, felicidad que alcanzan los bebedores al ponerse alegres, pero sin dar tumbos ni provocar reyertas. Resolvió, pues, darse a la bebida, pero teniendo las riendas del desvarío, en vez de dejarse dominar por él, a fin de ser así el juez imparcial del experimento. Pero también esto era futilidad, vaciedad, pues el vino es escarnecedor y, por eso, resulta punto menos que imposible, respecto del vino y del licor, decir: «Hasta aquí llegaré, y de aquí no pasaré».

3. Al ver lo poco que podía conseguir del vino, trató de hallar en diversiones lo que buscaba:

(A) Se dedicó a construir casas, huertos y jardines, así como estanques para regar los parques (vv. Ecl 2:4-6). De los edificios de Salomón leemos en 1Re 9:15-19, y todos eran grandes. Es cierto que, con esto, daba trabajo y ganancia a los pobres y hacía bien al país, pero su error estaba en confundir las grandes obras con las buenas obras; es la misma equivocación que sufren muchos.

(B) Para construir grandes obras necesitaba muchas manos; por eso, compró siervos y siervas, además de los nacidos en su casa (v. Ecl 2:7), que además de ser empleados en la construcción y en la agricultura, le cuidasen también el numeroso ganado que poseía, como también lo había poseído su padre (v. 1Cr 27:29, 1Cr 27:31).

(C) Como disponía de grandes riquezas y tenía, sin duda, buen gusto para la música, se hizo con un buen orfeón de cantores y cantoras, y quizás, con una orquesta, según interpretan algunos la última frase del versículo Ecl 2:8. Sin embargo la frase dice literalmente «concubina y concubinas», es decir, un harén de concubinas (comp. con Jue 5:30, donde dice literalmente: «una doncella, dos doncellas»; es decir, varias).

(D) En resumen (vv. Ecl 2:9, Ecl 2:10), alcanzó las cotas más altas en cuanto a poder y sabiduría, así como en cuanto a gozar de todo lo que le vino en gana, sin dejar nada por probar: «No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan ni aparté mi corazón de placer alguno …». ¡El sueño de Epicuro! La segunda parte del versículo Ecl 2:10 da claramente a entender que sacó de todos los placeres las agradables sensaciones que deseaba. Nadie como él estuvo en condiciones de sacarle a esta vida todo el jugo que se le pueda extraer.

(E) Cuando, después de haber experimentado todo lo experimentable en este mundo, se puso a reflexionar seriamente sobre el sentido de todo ello, su conclusión no pudo ser más pesimista (v. Ecl 2:11): «Hete aquí que todo era futilidad y afán de viento y ningún provecho debajo del sol». Nada, absolutamente nada, había podido llenar el vacío de su corazón.

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