Efesios 1:3 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En estos versículos, Pablo estalla en un himno de alabanza y de acción de gracias a Dios por sus designios de amor y por las bendiciones que nos ha otorgado en Cristo. La emoción que embargaba el corazón del apóstol al expresar sus sentimientos era tan intensa que los conceptos adquieren un ritmo difícil de seguir. Dice Leal: «La repetición de las ideas claves, como Jesucristo, en él …, que lleva muy clavadas el alma de Pablo, perturba el hilo del pensamiento».

1. Comienza esta porción (v. Efe 1:3) con una bendición, esto es, expresión de alabanza, al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (ya comentado en 2Co 1:3, adonde remitimos al lector). Del Dios Padre dice Pablo (v. Efe 1:3) que nos bendijo (y sigue bendiciendo, haciendo bien, aoristo ingresivo ) con toda bendición espiritual, es decir, con toda clase de beneficios espirituales que se relacionan con la vida eterna, entre los que se incluyen los de orden material en la medida en que facilitan el progreso espiritual del creyente. «En los lugares celestiales» (gr. en epouraníois) es una frase que Pablo repite en el versículo Efe 1:20, así como en Efe 2:6; Efe 3:10 y Efe 6:12, aunque en este último lugar se usa para designar la esfera del conflicto espiritual con las potestades maléficas, demoníacas. La expresión «en Cristo» es de rico y denso contenido: «Abarca el instrumento por el cual Dios nos bendice y el medio vital en el cual se cumple la bendición divina» (Leal). Nuestra vida espiritual tiene su fuente en el que está sentado a la diestra del Padre, y donde tenemos ya nuestra posición legal (Efe 2:6).

2. Éste fue ya el designio de Dios para con nosotros (v. Efe 1:4) antes de la fundación del mundo, es decir, antes de establecer los fundamentos de la tierra (comp. con Pro 8:29), lo cual equivale a un designio eterno. «Conforme nos eligió en Él (Cristo)», dice Pablo. Desde la eterna elección hasta la final glorificación (comp. con Rom 8:29, Rom 8:30), todo lo que la divina benevolencia ha decidido en orden a la salvación se realiza en Cristo, como en su fuente y medio vital. Que esta elección supone una predilección gratuita no lo puede negar ningún intérprete sincero de la Palabra de Dios. Dice el jesuita Leal, a pesar de estar en los antípodas del calvinismo: «Nos ha escogido: con acto libre de predilección que separa una criatura de otras para darle bienes que no posee ni ella ni las demás, pues son totalmente gratuitos». Por otra parte, no puede dejarse a un lado el hecho de que, según Pablo, hemos sido escogidos en Cristo.

3. El objetivo de esta elección divina queda expuesto en la segunda parte del versículo Efe 1:4: «para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él» (Dios). Aquí el adjetivo «santos» (gr. haguíous, el mismo vocablo que en el versículo Efe 1:1, aunque en distinto caso de la declinación) indica el aspecto positivo de una vida dedicada al Señor, lo cual se expresa también en forma negativa con otro adjetivo: amómous, sin mancha (el vocablo griego no es el mismo de Heb 7:26). La «separación», pues, indicada por el término «santos» en el versículo Efe 1:1 no es un fin en sí misma, sino el principio de nuestro estar en Cristo; en otras palabras, somos salvos para ser santos de modo positivo y práctico, evidente en la conducta cristiana.

4. La frase «en amor», que aparece al final del versículo Efe 1:4 en nuestras Biblias, se repite en Efe 3:17; Efe 4:2, Efe 4:16; Efe 5:2 con relación a nuestro amor a Dios, por lo que F. Foulkes acepta como más probable el mismo uso aquí, según aparece en la Reina-Valera. Sin embargo, el contexto próximo (v. también Efe 2:4) favorece la opinión que lo atribuye al amor de Dios hacia nosotros, ya sea al depender del «escogió» del mismo versículo (en la opinión de algunos escritores antiguos), ya (más probable) unido al «habiéndonos predestinado …» del versículo Efe 1:5, según la opinión que gana cada día mayor favor entre los exegetas.

5. El versículo Efe 1:5 pasa de la elección a la predestinación. Vimos ya el verbo proorízo en Hch 4:28; Rom 8:29-30 (v. el comentario a dicha porción); 1Co 2:7 y volveremos a verlo en el versículo Efe 1:11 de este mismo capítulo. Ryrie ofrece este excelente comentario: «Dios ha determinado de antemano que los que creen en Cristo serán adoptados en Su (de Dios) familia y hechos conformes a Su Hijo (cf. Rom 8:29) … Pero esto no releva al ser humano de su responsabilidad en creer el Evangelio, a fin de que se le transmita personalmente la predestinación de Dios (v. Efe 1:13)». Dice Foulkes: «Los hombres fueron creados para vivir en comunión con Dios, como hijos con el Padre (Gén 1:26; Hch 17:28). Por el pecado, se perdió el derecho a este privilegio; pero, por la gracia en, y a través de, Cristo, se hace posible ser restaurados a esta filiación (Jua 1:12)». El concepto de adopción ha sido ya abundantemente explicado a partir de Rom 8:15, primera vez en que ocurre dicho vocablo. Pablo añade «por medio de Jesucristo», «no sólo como causa meritoria, sino también como causa ejemplar (esto es, modelo) y eficiente por medio de su Espíritu, que nos comunica, y de la unión a Él, como miembros con su cabeza» (Leal). Es, desde luego, Dios Padre el que efectúa y legaliza nuestra adopción divina, ya que somos hijos de Dios Padre, no del Hijo ni del Espíritu.

6. Todo esto (elección, predestinación, adopción) lo ha hecho Dios (v. Efe 1:5) «conforme al beneplácito de su voluntad», es decir, eso es lo que su beneplácito (eudokía, buena voluntad como en Luc 2:14 , lo que es de su agrado como en Mat 11:26 , lo que bien le ha parecido) ha querido con una resolución benevolente decisiva (v. Efe 1:9) a favor de los que somos salvos.

7. La frase «para alabanza de su gloria» aparece también en los versículos Efe 1:12 y Efe 1:14 («como estribillo al final de sucesivas estrofas de un poema», dice Foulkes), pero en este versículo Efe 1:6, la frase completa es: «para alabanza de la gloria de su gracia» Puesto que kháris indica siempre el favor gratuito, totalmente inmerecido, de Dios al hombre, «la gloria de la gracia de Dios» es el brillo con que resplandece este modo gratuito, inmerecido, con que Dios procede en su forma de tratarnos a nosotros, miserables pecadores. Esto exige de nosotros el acto más puro de adoración: la alabanza que tributamos a nuestro Padre Celestial por esta gran bondad que ha tenido hacia nosotros, según explica el apóstol con mayor detalle en Rom 5:5-11 y en el capítulo Efe 2:1-22 de la presente Epístola.

8. El verbo que, en la RV 1977, aparece traducido por «ha colmado» es kharitóo, de la misma raíz que kháris, y está en aoristo ingresivo, para dar a entender que ése fue el favor inicial, otorgado de una vez por todas, pero con efectos que redundan en desarrollo progresivo hasta la glorificación final. Por cierto (y esto es útil saberlo para un posible diálogo con catolicorromanos devotos de la «Inmaculada»), se nos decía en el Seminario católico de Tarazona que los verbos terminados en oo indican plenitud del sustantivo raíz, por lo que la Virgen María fue «llena de gracia», conforme al participio del mismo verbo en Luc 1:28 y, por tanto, inmaculada; pues, de lo contrario, habría quedado algún rincón de pecado en su vida presente y pasada. Pero, ¡el mismo verbo se aplica aquí a todos los creyentes, sin que seamos «inmaculados» desde el vientre de nuestras madres! La traducción más estrictamente literal es la que ofrece la Biblia de Jerusalén: «con la que nos agració en el Amado», pero ofrece la dificultad de que el verbo «agraciar» se entienda mal, según el sentido que vulgarmente se le da: «dar gracia o belleza».

9. El apóstol, después de exponer lo que Dios, en su amor, destinó para nosotros desde antes de la cimentación del orbe, pasa ahora (v. Efe 1:7) a la ejecución, en el tiempo, del decreto divino. «En Él, en Cristo y por medio de Cristo, tenemos redención» (gr. apolútrosin) Dice Ryrie: «Tres ideas hay implicadas en la doctrina de la redención: (1) El pago del rescate mediante la sangre de Cristo (1Co 6:20; Apo 5:9); (2) la eliminación de la maldición de la ley (Gál 3:13; Gál 4:15); y (3) la suelta de la esclavitud del pecado para entrar en la libertad de la gracia (1Pe 1:18)». Esta redención es provista para todos los que creen; fue provista en la Cruz por medio de su sangre, esto es, mediante el derramamiento total de su sangre en expiación por el pecado, ya que «en la sangre está la vida» (Lev 17:11). Esa es la única manera de obtener el perdón de los pecados, que Pablo menciona a continuación, ya que «sin derramamiento de sangre, no hay perdón de pecados» (Heb 9:22).

10. Todo esto, «de acuerdo con las riquezas de la gracia de Dios, que prodigó sobre nosotros con toda sabiduría y entendimiento» (vv. Efe 1:7, Efe 1:8. NVI). El amor de Dios hacia nosotros fue tan grande (comp. con Jua 3:16; Rom 8:32; 1Jn 3:1), que no escatimó ninguna de sus inmensas riquezas en el favor que nos dispensó al otorgarnos su perdón en virtud de la Obra del Calvario: nos dio Su Hijo y nos dio Su Espíritu (1Jn 4:9, 1Jn 4:13) y, con ellos, todas las cosas (Rom 8:32). No le quedó nada por dar; así que está muy bien usado el verbo «prodigar» (lit. abundar), pues no hay «derroche» que pueda compararse a éste. Pero no es el derroche de un loco que arroja por la ventana toda su fortuna sin tino ni objeto. Lo ha hecho con un fin muy concreto, muy alto, muy digno del Dios que es Amor. Como dice E. Kevan: «El hombre no era digno de ser redimido por Dios, pero era digno de Dios el redimir al hombre».

11. El derroche de la gracia de Dios sobre nosotros no se limitó al inmenso favor que nos dispensó «desde fuera», con la redención y el perdón subsiguiente, sino que nos otorgó luz y vida espirituales (comp. con Jua 1:4): sabiduría y prudencia (gr. sophía kai phronései), e indica la primera «el conocimiento que penetra hasta el corazón de las cosas», y la segunda «el conocimiento que conduce a la acción correcta» (Robinson). Eso supone una «iluminación» (v. Efe 1:18), que Pablo describe (v. Efe 1:9) de la siguiente forma: «pues nos dio a conocer el misterio de su voluntad, conforme al beneplácito suyo, el cual se propuso en sí mismo» (lit.). En el versículo Efe 1:11 contemplaremos una secuencia completa de los vocablos con que el apóstol describe el «propósito» de Dios. Aquí le interesa a Pablo no perder el hilo de su pensamiento, sino declararnos cuál era el objetivo primordial y englobante de su propósito (v. Efe 1:10): «para realizarlo en la plenitud de los tiempos, recapitulando todas las cosas en Cristo, las de los cielos y las de la tierra» (versión de J. Leal). Notemos los detalles siguientes:

(A) El apóstol llama a todo esto «misterio» (v. Efe 1:9, comp. con Efe 3:3), no porque Dios se lo haya guardado para sí en lo oculto de su corazón (puesto que «lo ha dado a conocer»), sino porque jamás habría sido conocido de los hombres o de los ángeles, a menos que Dios hubiese tenido a bien revelarlo (comp. con Deu 29:29). Hemos de distinguir entre «el misterio de Dios», que es Cristo, y «el misterio de Cristo», que es la Iglesia (v. el comentario a 3:3 6).

(B) Donde Leal traduce «para realizar(lo)», el griego dice «para la dispensación» (gr. oikonomían, administración). Esto indica que Dios tenía en su mente un tiempo (en el sentido de kairós, oportunidad) en el que ese misterio de la Iglesia había de ser llevado a cabo; y el cumplimiento de ese tiempo tuvo su inicio cuando Jesús comenzó a predicar que el Reino de Dios estaba al alcance de la mano (Mar 1:15, comp. con Gál 4:4). Todo el que cree el Evangelio, la «Buena Noticia de parte de Dios» entra ya a participar de las bendiciones espirituales de tal Reino en la Iglesia.

(C) El verbo que Leal traduce por «recapitular» y la RV por «reunir» (RV 1960) o «restaurar» (RV 1977) es, en griego anakephalaiósasthai (infinitivo de aoristo, con sentido de oración final). Su traducción exacta depende de la etimología que a tal vocablo se le conceda. La mayor parte de los autores modernos opinan que dicho verbo no se deriva de kephalé, cabeza, sino de kephálaion, suma, resumen, compendio (v. Heb 8:1). Dice Foulkes: «El vocablo se usaba en el sentido de reunir cosas y presentarlas como un todo. La práctica griega era sumar una columna de cifras y poner el total en cabeza de la columna, y este nombre se dio al proceso de la adición. También se usaba el vocablo en retórica para el resumen de un discurso al final; así mostraba la relación de cada parte con el argumento completo. En Rom 13:9, se usa para recapitular los mandamientos en el único mandamiento del amor. Tres ideas hay aquí presentes en el vocablo: restauración, unidad, y la capitalidad (condición de cabeza) de Cristo».

La idea, pues, según la expone magníficamente el mismo Foulkes, es aquí la siguiente: «Todas las cosas fueron creadas en Cristo (Col 1:16). Por medio del pecado, entraron en el mundo un desorden y una desintegración sin fin; pero, al final, todas las cosas serán restauradas a la función que les fue asignada y a su unidad al ser devueltas a la obediencia de Cristo (cf. Col 1:20)». Esta unidad «cósmica», que aquí (probablemente) apunta, por única vez en Efesios, es tema constante en Colosenses, como ya vimos en la introducción.

12. Los versículos Efe 1:11 y Efe 1:12, oscurecidos en la mayoría de las versiones, dicen así en el original: «En el cual (Cristo) se nos asignó por suerte nuestra parte en la herencia, tras de ser predestinados conforme al propósito del que efectúa todas la cosas conforme al consejo de su voluntad, a fin de que seamos nosotros, los que nos hemos adelantado a poner la esperanza en Cristo, para alabanza de su (de Dios) gloria». Analicemos esta rica porción:

(A) Fue por nuestra unión con Cristo (la Simiente Bendita) por lo que nos tocó en suerte ser hechos herederos de las promesas y pertenecer así al «Pueblo de Dios» (comp. con 1Pe 2:9, 1Pe 2:10). Pero el apóstol tiene aquí en cuenta, primeramente, a los cristianos de extracción judía, entre los que se incluye en primera persona de plural a sí mismo (v. Efe 1:12): «nosotros, los que nos hemos adelantado a poner la esperanza en Cristo». Los judíos habían esperado al Mesías por muchos siglos antes de que los paganos entrasen a disfrutar, a la par, de las promesas espirituales del Mesías. Que éste es el sentido se ve por el versículo siguiente. Israel tenía como fin último «cantar las alabanzas de Jehová».

(B) El plan de la redención comenzó a ser puesto por obra en el Paraíso mismo, tras de la caída de nuestros primeros padres, cuando Dios cubrió la desnudez de ellos con las pieles de animales sacrificados (v. Gén 3:15, Gén 3:21), pero adquirió un enfoque particular con el llamamiento de Abraham y la subsiguiente elección de los descendientes de Jacob para formar «el Pueblo Escogido». Fueron así «predestinados conforme al propósito del que efectúa todas las cosas según el consejo de su voluntad» (v. Efe 1:11). Que esto tiene aplicación a todos los creyentes de cualquier raza y nación, se ve por Rom 8:29, Rom 8:30 y por todo el tono de Efesios, así como por el ya citado lugar de 1Pe 2:9, 1Pe 2:10.

(C) No debe pasar inadvertida la acumulación de vocablos que expresan una secuencia, no cronológica (ya que eso tuvo lugar en la eternidad de Dios, antes de todo tiempo), sino lógica, de matices en el acto divino de la elección salvífica: Boulé, consejo, indica la deliberación de la mente divina, según el modo antropomórfico de expresarnos acerca de Dios, quien, en un simplicísimo acto de su eternidad, decide y resuelve actuar en el tiempo; thélema, voluntad, indica la inclinación concreta de la voluntad divina hacia lo previamente decidido en la boulé o deliberación; próthesis, propósito, es el término que expresa claramente la decisión tomada; el verbo proorízo, predestinar, indica, según su etimología, el trazado de una línea de demarcación, conforme al comentario que hicimos al versículo 5 de este mismo capítulo; finalmente, en ese tou energoúntos, «del que actúa», vemos la ejecución, en el tiempo, de todo lo que Dios se había propuesto en la eternidad acerca de cada uno de los elegidos.

13. Los dos últimos versículos (Efe 1:13 y Efe 1:14) de esta porción se entienden mejor en la NVI: «Y también vosotros fuisteis incluidos en Cristo cuando oisteis (es decir, recibisteis por fe, ya que la fe viene por el oír, Rom 10:14, Rom 10:17 ) la palabra de verdad ( la palabra que les trajo el conocimiento de la última realidad , Foulkes ), el evangelio de vuestra salvación (es decir, el estupendo mensaje del amor salvífico de Dios a los hombres). En Él (Cristo), cuando creísteis, fuisteis marcados con el sello, el Espíritu Santo prometido, que es el depósito que garantiza nuestra herencia hasta la redención de aquellos que son posesión de Dios, para alabanza de su gloria». Nótense los siguientes detalles de enorme importancia teológica:

(A) Al dirigirse ahora a los creyentes de extracción pagana, como eran los destinatarios de la Epístola, dice Pablo, en conexión con el v. Efe 1:12 «Y también vosotros fuisteis incluidos en Cristo», como si dijese: «Aun cuando nosotros nos hemos adelantado en nuestra esperanza del Mesías, también vosotros, los que veníais muy a la zaga de nosotros, habéis entrado a participar en las bendiciones incluidas en la Simiente Bendita de Abraham. ¡También para vosotros ha venido el Mesías de Israel!» Es un tema que, como ya dejamos apuntado, el apóstol va a desarrollar en Efe 2:11-22

(B) Es de suma importancia doctrinal advertir la sincronización de los tres aoristos griegos correspondientes a: «oísteis», «creísteis», «fuisteis sellados con el Espíritu Santo», por donde vemos que el «sello del Espíritu» no es una bendición posterior, adicional, al momento en que una persona recibe por fe la palabra de verdad, sino que se efectúa en el momento mismo en que una persona es salva de gracia mediante la fe (Efe 2:8)

(C) «El sello del Espíritu» es una expresión metafórica, que da a entender, de forma plástica, lo que se efectúa espiritualmente, de forma invisible para los ojos del cuerpo, en el interior del creyente en el momento mismo de ser salvo: Dios Padre lo marca con la imagen de Su Hijo Unigénito, de forma que, al seguir con la metáfora, la mano que agarra el sello es el Padre; el sello mismo es el Espíritu Santo; y la imagen que lleva el sello es la del Hijo. En otras palabras, por medio del Espíritu, Dios Padre imprime en nosotros la imagen de Su Hijo. Este versículo Efe 1:13 se parece muchísimo, en forma y contenido, a 2Co 1:22 El sello implica: (a) protección respaldada por una autoridad efectiva (v. Apo 7:3, comp. con Mat 27:66); en este sentido, la protección nos viene de la mano omnipotente del Padre (comp. con Jua 10:28-30); (b) propiedad o pertenencia (comp. con Cnt 8:6); en este sentido, somos propiedad de Cristo (v. 1Co 3:23); (c) garantía, en forma de arras (v. Efe 1:14), de que lo sellado llegará a su destino o recibirá seguro cumplimiento; en este sentido, el sello es garantía, dada mediante el Espíritu Santo, de que nuestra redención alcanzará felizmente la tercera y final etapa (comp. con Efe 4:30 y Rom 8:11).

(D) El Espíritu Santo prometido es, por tanto, presentado aquí (v. Efe 1:14), como aclara bien la NVI, en forma de «depósito que garantiza nuestra herencia hasta la redención». El vocablo griego arrhabón (del hebreo erabón), ya estudiado en el comentario a 2Co 5:5, es como un «depósito» (también llamado en castellano «prenda» o «prima») con el que se garantiza que la entrada en posesión efectiva de nuestra herencia eterna será, un día no lejano, una gloriosa realidad. Los que ya son «posesión» (gr. peripoiéseos, el mismo vocablo de 1Pe 2:9 ) de Dios, llegarán entonces a poseer plenamente a Dios. No es extraño que el apóstol cierre la sección con el mismo estribillo de los versículo Efe 1:6 y Efe 1:12. El lema de Calvino era Soli Deo Gloria, a Dios solo sea la gloria.

Efesios 1:3 explicación
Efesios 1:3 reflexión para meditar
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Efesios 1:3 explicación teológica para estudiar
Efesios 1:3 resumen para niños
Efesios 1:3 interpretación bíblica del texto

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