Esdras 9:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La patética forma en que se dirigió Esdras al Cielo en esta ocasión.

I. Esdras se dirigió a la hora del sacrificio de la tarde (v. Esd 9:5) cuando el pueblo devoto solía venir a los atrios del templo a ofrecer a Dios sus oraciones. Por eso escogió Esdras esta hora para hacer esta pública confesión, a fin de que los asistentes tomasen conciencia de los pecados del pueblo. El sacrificio, sobre todo el vespertino, era tipo de la gran propiciación llevada a cabo en el Calvario. Esdras tenía fe en esta forma penitencial de dirigirse a Dios.

II. Cómo se preparó Esdras para dirigirse a Dios. 1. Se levantó de su aflicción, como para sacudirse la pesadumbre lo necesario para levantar el corazón a Dios. 2. Se postró de rodillas, en postura de penitente, representando al pueblo por el que se disponía a interceder. 3. Extendió las manos, como ofreciendo a Dios lo que iba a decir, y en postura sacerdotal de mediación intercesora para obtener la expiación del pecado y la reconciliación del pueblo.

III. El contenido de su confesión a Dios.

1. Se incluye a sí mismo entre los pecadores, a pesar de que él no tenía culpa en esto (v. Esd 9:6): «Nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza. Nos vamos a ahogar en ellas como en aguas profundas». Consuélense, sin embargo, los verdaderamente arrepentidos, pues aunque sus pecados lleguen hasta los cielos, hasta los cielos llega la misericordia de Dios (Sal 36:5). No habían sido abandonados en su esclavitud, pues hasta en Babilonia tenían las señales de la presencia de Dios: eran el remanente de los israelitas, unos pocos, que habían escapado por las justas de las manos de sus enemigos, gracias al favor de los reyes de Persia. Dios les ha dado ahora un lugar seguro (lit. una estaca, de las que sostienen las tiendas de campaña, como en el tabernáculo) en su santuario (v. Esd 9:8): el Templo era el soporte que sostenía a la nación judía. Por eso, habían levantado la casa de Dios (v. Esd 9:9). Esto les daba luz y vida (v. Esd 9:8).

2. «Cuán ingratos hemos sido, después de todo esto parece decir Esdras , pecando de esta manera» (v. Esd 9:10): «¿Qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto?» El pecado era contra un mandamiento expreso de Dios (comp. con Gén 34:14). Y Esdras declara explícitamente cuál era ese mandamiento (vv. Esd 9:11, Esd 9:12): «No daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, etc.» (v. Éxo 34:15, Éxo 34:16; Deu 7:3; Deu 23:6). La razón es que, si se mezclaban con esas naciones, se contaminarían; era una tierra inmunda, y ellos eran santos. Consciente de la gravedad del pecado, Esdras reconoce que el castigo que han sufrido era menor de lo que se merecían (v. Esd 9:13).

3. Habla completamente avergonzado, pues comienza así (v. Esd 9:6): «Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti». El pecado es siempre algo vergonzoso. Y la vergüenza santa es un ingrediente tan necesario para un verdadero arrepentimiento como lo es la santa detestación del pecado. Siendo miembros de un mismo Cuerpo, el pecado de otros debería avergonzarnos y dejarnos confusos por aquellos que no se avergüenzan de pecar. El cobrador de impuestos (o publicano) del Evangelio, cuando subió al templo a orar, no osaba levantar la cabeza de pura vergüenza (Luc 18:13). ¿Podremos decir: «¿No tenemos pecado?» Entonces nos engañamos a nosotros mismos, y hacemos mentiroso a Dios (1Jn 1:8, 1Jn 1:10). ¿Le diremos a Dios: «Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo»? (Mat 18:26). ¿Con qué? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros?… ¿Daré mi primogénito por mi prevaricación? (Miq 6:7). De Dios no se ríe nadie de este modo, pues Él sabe que somos totalmente insolventes. Como Esdras, hemos de confesar sinceramente nuestro pecado.

4. Pero también habla confiado en la justicia de Dios (v. Esd 9:15): «Oh Jehová, Dios de Israel, tú eres justo, recto, sabio, bueno y lleno de misericordia; tú no quieres hacernos daño; por eso, henos aquí, delante de ti, con nuestros delitos; estamos a tus pies, y aguardamos la sentencia; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto, ya que no podemos apoyarnos en ninguna de nuestras justicias (v. Isa 64:6). Sólo nos queda ponernos a tu disposición: Haz con nosotros como bien te parezca (Jue 10:15). No tenemos nada que decir, nada que hacer, sino implorar clemencia a nuestro Juez» (Job 9:15). De este modo, Él buen Esdras pone delante de Dios su aflicción y deja que Dios actúe conforme a su misericordia. Como las oraciones de Moisés (Éxo 32:1-35), Nehemías (Neh 9:1-38) y Daniel (Dan 9:1-27), esta oración de Esdras es una de las más hermosas de toda la Biblia.

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