Éxodo 34:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tan pronto como Moisés llegó a la cima del monte le salió Dios al encuentro: Jehová descendió en la nube (v. Éxo 34:5), mediante alguna señal sensible de su presencia y alguna clara manifestación de su gloria. Dios descendió en la nube, e hizo de ella su pabellón, para dar a entender que, aunque era mucho lo que daba a conocer de sí mismo, era sin embargo mucho más lo que quedaba oculto.

I. Cómo proclamó Dios su nombre (vv. Éxo 34:6-7). Lo hizo pasando por delante de él. Las visiones estables de las cosas divinas están reservadas para la eternidad; lo mejor que podemos tener en este mundo es transitorio. Dios estaba ahora cumpliendo lo que había prometido a Moisés el día anterior, que haría pasar por delante de él todo su bien (Éxo 33:22). Proclamando el nombre de Jehová (v. Éxo 33:5) mediante el cual quería darse a conocer. Se había dado a conocer a Moisés en la gloria de su autoexistencia y de su autosuficiencia cuando proclamó aquel nombre: YO SOY EL QUE SOY (Éxo 3:14). Ahora se da a conocer en la gloria de su gracia, de su bondad y de su todosuficiencia para nosotros. Esta solemne proclamación se hace antes del despliegue de su misericordia para enseñarnos a pensar y a hablar incluso de la gracia y de la bondad de Dios con gran seriedad y un santo pavor. Su grandeza y su bondad se ilustran y se completan una a otra como las dos caras de una misma moneda. Se acumulan aquí términos y expresiones para instruirnos y convencernos de la bondad de Dios. 1. Es misericordioso. Esto nos habla de su tierna compasión, como la de un padre para con sus hijos. 2. Es piadoso. Su misericordia es gracia, pura y libre gracia, que salva, ayuda, consuela y levanta. 3. Es tardo para la ira, demora la ejecución de su justicia; nos espera con su gracia y alarga las ofertas de su misericordia. 4. Es grande en misericordia y verdad, es decir, rebosante de amor, misericordioso de gracias, dones y bendiciones, y fiel a su Palabra eternamente: una bondad comprometida por su promesa, y una promesa garantizada por su bondad y su lealtad. 5. Que guarda misericordia a millares, o hasta la milésima generación, y recuerda siempre las obras buenas de los antepasados. 6. Que perdona la iniquidad (heb. avón = maldad que nace de una mala disposición del corazón), la rebelión (heb. peshá) y el pecado (heb. jattaah = el pecado radical = errar el blanco). Especifica así la misericordia perdonadora porque es la que abre la puerta a todos los otros dones de su divina gracia.

II. Cómo recibió Moisés esta declaración que Dios le hizo de sí mismo, y de su gracia y misericordia. Parece ser que Moisés aceptó esto como una respuesta suficiente a su petición de que Dios le mostrara su gloria. Y aquí se nos dice:

1. La impresión que eso hizo en él: Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró (v. Éxo 34:8).

2. El provecho que sacó de ello. Inmediatamente elevó una oración fundada en esa manifestación (v. Éxo 34:9). Se trata de una oración muy ferviente y afectuosa: (A) A fin de que la presencia de Dios estuviese con su pueblo Israel en el desierto: «Vaya ahora el Señor en medio de nosotros, porque tu presencia lo es todo y en todo nuestra seguridad y nuestro éxito». (B) Para perdón del pecado: «Perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado; de lo contrario, no hay esperanza de que vayas con nosotros». Y (C), a favor de los privilegios de un pueblo singularmente de Dios: «Y tómanos por tu heredad». Dios ya había prometido estas cosas y le había dado a Moisés seguridades acerca de ellas; con todo, Moisés ora por ellas, no porque dude de la sinceridad de las garantías de Dios, sino como quien ansía que sean ratificadas. Quienes tienen buenas esperanzas, por la gracia de Dios, de que sus pecados son perdonados, deben continuar orando por perdón, por un perdón renovado, y por una conciencia cada vez más clara de su estado espiritual. Así Moisés, como hombre de un espíritu verdaderamente preocupado por su pueblo, intercede incluso por los niños que todavía no han nacido, pero habrían de ser herederos de las promesas. Pero añade una apelación muy extraña: Porque es un pueblo de dura cerviz. Precisamente Dios le había dado esta razón para no ir con ellos (Éxo 33:3). «Sí parece replicar Moisés , tanto mayor razón para venir con nosotros; porque cuanto peores son, tanto más necesitan de tu presencia y de tu gracia para hacerlos mejores.»

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