Ezequiel 47:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Todos los amilenialistas (como el propio M. Henry) sostienen que «esta parte de la visión de Ezequiel ha de tener necesariamente un significado místico y espiritual» (Henry). El mismo autor hace referencia a Zac 14:8 (que, por cierto, ha de tomarse literalmente, según veremos) y a Apo 22:1 (que no es el mismo caso que el presente, como luego veremos, aunque las apariencias engañen). Con Feinberg, Fisch y Ryrie nota del traductor , adoptaremos, pues, la interpretación literal de este pasaje, como la de todos los demás de esta profecía.

1. El nacimiento de estas aguas (v. Eze 47:1): «He aquí que salían aguas de debajo del umbral de la casa hacia el oriente … y las aguas descendían de debajo, del lado derecho de la casa, al sur del altar». Y de nuevo (v. Eze 47:2): «… las aguas fluían del lado derecho», es decir, al sur de la puerta oriental. Feinberg hace notar que «el sacar agua en la Fiesta de los Tabernáculos (la base de las palabras en Jua 7:37-39) debía mucho de su simbolismo ceremonial a esta porción». De esta fuente de aguas dice Asensio: «Fuente milagrosa y símbolo de las bendiciones de Jehová sobre una tierra tan frecuentemente amenazada de sequías, con posible inspiración en textos bíblicos, como Gén 2:10-14; Sal 46:5; Isa 8:6, reflejada también en otros, como BHS Joe 3.1-4.18 en la Biblia Hebrea ; Zac 13:1; Zac 14:8».

2. El curso y aumento de estas aguas (vv. Eze 47:3-5). El profeta ya estaba fuera, pues el varón le había sacado (v. Eze 47:2) por el camino de la puerta del norte, ya que las dos del oriente estaban cerradas (Eze 44:2; Eze 46:1, Eze 46:8, Eze 46:12), y, ya fuera del santuario, el varón midió con un cordel (v. Eze 47:3) el curso del río: mil codos de largo en el primer tramo, es decir, unos 525 metros, «y me hizo pasar dice Ezequiel por las aguas». Para hacer notar el rápido crecimiento del caudal de las aguas, el profeta dice que, en ese medio kilómetro, el agua le llegaba sólo a los tobillos (v. Eze 47:3, al final). En el medio kilómetro siguiente (v. Eze 47:4), el agua le llegaba a las rodillas; en el siguiente medio kilómetro le llegaba hasta los lomos (v. Eze 47:4), esto es, hasta la cintura; pero (v. Eze 47:5) al llegar al siguiente medio kilómetro, era ya un río que no se podía pasar sino a nado. Todo esto en poco más de dos kilómetros de curso.

3. La extensión de este río (v. Eze 47:8). Desde este punto, poco más de dos kilómetros al sudeste de Jerusalén, la corriente del río se dirige hacia el oriente, al valle del Jordán y, al atravesar el Arabá, es decir, la zona sur de dicho valle, desciende hasta desembocar en el mar Muerto, también llamado «mar de la sal».

4. La virtud curativa de estas aguas. Al llegar el río al mar Muerto, ese lago sulfuroso en las cercanías de las ciudades nefandas de Sodoma y Gomorra, las aguas saladas («seis veces más saladas que las del océano» Feinberg ) del mar Muerto, quedan saneadas (v. Eze 47:8, al final), hasta tal punto (vv. Eze 47:9, Eze 47:10) que «las aguas hasta entonces incapaces, por su composición, de toda vida animal, se poblarán de peces en grandísima abundancia, y en sus orillas podrán habitar los pescadores» (Asensio). Pero la región pantanosa (v. Eze 47:11) en torno al mar Muerto quedará como está al presente, no como zona «maldita», sino «para proveer de la sal necesaria al pueblo» (Fisch).

5. Los árboles que había en la ribera del río (vv. Eze 47:7, Eze 47:12). Ya desde el punto en que Ezequiel había notado que el río no podía pasarse, sino a nado, el varón le hace volver por la ribera del río (v. Eze 47:6, al final), para que obtenga una vista panorámica (v. Eze 47:7) de los muchísimos árboles que flanquean el río en ambas riberas. El versículo Eze 47:12 especifica que son árboles frutales, y toda la fraseología de ese versículo se parece grandemente a la de Apo 22:1-3. Aunque la visión de Eze 47:1-23 se refiere a la condición de la Jerusalén terrenal y de las zonas geográficas que aquí se señalan, mientras que Apo 22:1-21 tiene que ver con la Jerusalén celestial, no hay por qué negar que Juan tuviese en su éxtasis una visión de lo que aquí vio Ezequiel, aunque aplicado al cielo.

6. Queda un punto por analizar con respecto al versículo Eze 47:8, donde las versiones adoptan distintos términos para traducir el hebreo mutsaím. Dicho vocablo es, evidentemente, el plural de mutsaáh y no puede significar otra cosa que «desembocaduras». Si se une esto a la frase del versículo Eze 47:9 «dondequiera que entren estos DOS RÍOS», tenemos que no hay un solo río, ni una sola desembocadura, sino dos, lo cual coincide con la profecía de Zacarías (Zac 14:8): «… saldrán de Jerusalén aguas vivas la mitad de ellas hacia el mar oriental (el mar Muerto), y la otra mitad hacia el mar occidental (el mar Mediterráneo)». En el comentario a Zac 14:1-21 veremos los cambios topográficos producidos en aquel tiempo con la Segunda Venida del Señor.

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