Filipenses 3:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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En esta sección, el apóstol comienza y dice cuáles son los puntos en los que podría gloriarse más que ninguno de los judaizantes; expresa después su desprecio de todas esas cosas, y concluye al declarar cuál es su verdadera ambición como cristiano.

1. ¿Quién puede exhibir mayores y mejores títulos que Pablo para gloriarse en la carne? (vv. Flp 3:5 y Flp 3:6): (A) «Circuncidado al octavo día» (lit. En cuanto a la circuncisión, nacido de ocho días), según mandaba la Ley, ya desde Gén 17:12. No tuvo que esperar como los prosélitos. Dice Lenski: «Se pone primero la circuncisión, porque ella era el asunto principal por el cual luchaban los judaizantes». (B) «Del linaje de Israel» (como si dijese: «No soy griego de raza, ni siquiera idumeo, sino del Pueblo escogido por Jehová»). (C) «De la tribu de Benjamín». Éste es un dato muy notable: La tribu de Benjamín estaba unida a la de Judá y, por eso, era parte de la raza judía «pura» (comp. con Jua 8:41 b. Véase el comentario a dicho lugar) que no había perdido su identidad después de la deportación; no era un residuo de las diez tribus del norte. Su padre le había puesto por nombre precisamente el del primer rey de Israel, de la tribu de Benjamín como él. (D) «Hebreo de hebreos», esto es, judío por parte de padre y madre. (E) «En cuanto a la ley, esto es, por lo que respecta a la observancia de la Ley, fariseo», «la secta judía más estricta que abogaba por la más completa observancia de la Ley (Hch 26:5) y era reverenciado como tal por todos los judíos» (Lenski). (F) «En cuanto al celo» (v. Flp 3:6), si se le medía por el fervor con que se adhería a la Ley y la defendía contra toda intrusión «heterodoxa» (comp. con Gál 1:14), ¿quién podía igualarse a él, pues, llevado de ese celo, había perseguido sañudamente a la iglesia, a aquel grupo «innovador» de seguidores de un supuesto malhechor, maldito según expresa mención de la misma Ley (Deu 21:23; Gál 3:13)? (G) Finalmente (y van siete, número de perfección), «en cuanto a justicia, la que (proviene de la observancia) de la ley, irreprensible» (el mismo vocablo de Flp 2:15).

Nótense, acerca de este último, y más importante, punto los siguientes detalles: (a) Pablo no tiene por «justificante» la justicia de la Ley (v. Flp 3:9, comp. con Gál 2:16; Gál 3:11); (b) el original no dice «la justicia que es (o hay) en la ley», sino «la justicia que es de (gr. ek, que proviene de) la ley». (c) Pablo no dice que, en cuanto a esa justicia, él era inculpable, sin pecado ante Dios, sino irreprensible, irreprochable ante los hombres, quienes pueden observar el cumplimiento exterior de la ley, pero no pueden ver el corazón donde se fragua el pecado.

2. A continuación (vv. Flp 3:7, Flp 3:8), el apóstol pasa a declarar el poco aprecio que ahora le merecen esos siete puntos en los que podía gloriarse según la carne y aun como sincero, aunque equivocado, adorador del Dios verdadero (comp. con Rom 10:2): «Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo». Examinemos de cerca lo que aquí expresa el apóstol:

(A) Dice que todas esas cosas, las que ha enumerado en los versículos Flp 3:5 y Flp 3:6, eran, antes de ser ganado por Cristo, ganancia; así las consideraba él antes; así las consideraban aún los judaizantes. Ahora ya no son tenidas por Pablo como ganancia, sino como pérdida (gr. zemían, perjuicio); es decir, no las considera cosa indiferente, sino perjudicial. Como dice Heinzelmann: «Al usar de una imagen popular entre los rabinos, afirma Pablo que cuanto antes constaba en la columna de las ganancias, ahora lo transfiere a la de sus pérdidas».

(B) Más aún, la pérdida de todas esas cosas se ha convertido para él en ganancia superabundante. Antes (Gál 1:14), se abría paso por delante (lit.) de sus contemporáneos en el judaísmo; les llevaba la misma ventaja que un pionero a sus seguidores; ahora, no va por delante, sino por encima, a causa de lo eminente (lit. gr. dia ton huperékhon), esto es, lo que sobrepasa de forma insuperable a todo lo que pueda ser tenido alguna vez por ganancia.

(C) Las cosas en las que antes se gloriaba las estima, no sólo como pérdida ante lo insuperable del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor (no falta ningún título en esta ardiente confesión del apóstol), sino como algo que, por amor a Cristo, ha de abandonarse, y por eso lo ha perdido Pablo, lo ha puesto en la cuenta de las pérdidas y lejos de sí, pues lo tiene por basura (gr. skúbala, desperdicios podridos o excrementos), maloliente y contaminadora.

3. En los versículos Flp 3:8-14, Pablo expresa la gran ambición que en él ha producido lo insuperable del conocimiento de Cristo Jesús, su Señor. Dice así en la NVI: «para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia que procede de la Ley, sino la que viene por fe en Cristo, la justicia que viene de Dios y es por la fe. Quiero conocer a Cristo y el poder de su resurrección y la participación en sus sufrimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte y, así, de alguna forma, alcanzar la resurrección de los muertos. No es que haya alcanzado ya todo esto, o que haya alcanzado la perfección, pero voy corriendo tras ella, por si logro alcanzar aquello para lo cual me alcanzó Cristo Jesús. Hermanos, no considero que yo mismo lo haya alcanzado. Pero hago una cosa: olvidando lo que ya queda atrás y lanzándome a lo que está delante, voy corriendo hacia la meta, para ganar el premio para el que Dios me ha llamado al cielo en Cristo Jesús». La porción encierra gran cantidad de importante enseñanza, doctrinas y práctica y, en una primera lectura, no carece de dificultades; por ello, merece un cuidadoso análisis.

(A) Pablo comienza diciendo que ha dado completamente de lado, como algo perjudicial, maloliente y contaminador, a todo lo que antes suponía para él ganancia y ventaja. Lo ha hecho para ganar a Cristo (aoristo de subjuntivo, no futuro de indicativo como piensa Segovia). Ésta frase nos da la clave para todo lo que sigue.

(a) «Ganar a Cristo» no significa aquí simplemente «tener a Cristo», ya que todo creyente lo tiene desde el momento en que lo recibe como Salvador, sino apropiarse a Cristo, hacerse del todo con Él y (v. Flp 3:9) ser hallado en Él, como en el elemento en que vive y se mueve, hasta el punto de que no se pueda hallar a Pablo en ningún otro lugar sino en Cristo (en sentido espiritual, no en sentido físico espacial). Esta vivencia no se obtiene de una vez por todas, como ocurre en la justificación, sino que requiere una carrera, un progreso continuo hacia la meta (v. Flp 3:13), olvidando lo que queda atrás (no lo del judaísmo, pues eso estaba fuera de camino), el trecho recorrido desde la infancia en la fe cristiana, y extendiéndome a lo que está delante. El verbo griego expresa gráficamente la forma en que los atletas se extendían, como en violento escorzo, lanzándose de cabeza, hacia la meta de la carrera.

(b) Como esta carrera, el progreso en la santificación, hasta llegar a la completa semejanza con Cristo (Flp 1:21, comp. con 1Jn 3:2), no llega a su culminación sino después de la muerte, Pablo anhela experimentar el poder de la resurrección de Cristo (v. Flp 3:10), Al saber que esto comporta la participación en los sufrimientos de Cristo (comp. con Hch 9:16; Rom 8:17) y ser hecho semejante a su muerte (comp. con Rom 6:5; Gál 6:17). Al escribir esta Epístola, ya admitía con gozo y regocijo (Flp 2:17) la posibilidad, después (2Ti 4:6) seguridad, de ser derramado en libación.

(c) Que la culminación de esta carrera sólo se obtiene en el día de la resurrección, lo enfatiza de forma singular el apóstol en el versículo Flp 3:11: «por si llego a la resurrección, la de entre los muertos» (lit.). Varias cosas son de notar aquí:

Primera, el verbo llegar es, en griego, el mismo de Efe 4:13, por lo que indica, también aquí, la «estación de término».

Segunda, el vocablo para resurrección es único en todo el Nuevo Testamento. Lleva dos prefijos: ex y aná, como si Pablo desease poner de relieve el gran anhelo que tenía de llegar a la resurrección.

Tercera, «… la resurrección, la de entre los muertos» (lit.) no es una redundancia, pues el griego del Nuevo Testamento distingue entre anástasis nekrón, resurrección de los muertos en general, y anástasis ek nekrón, resurrección de entre los muertos, expresión que sólo se aplica a los creyentes, como para representar gráficamente que salen gloriosos de sus sepulcros, al dejar atrás a los que murieron en su impenitencia e incredulidad.

Cuarta, lo de «por si llego» (lit. si como llegue) no significa que Pablo dude si llegará, pues eso equivaldría a dudar de su salvación. Se equivoca Knabenbauer, citado por Segovia, cuando escribe: «Esta expresión, más bien humilde que dubitativa, no sólo insinúa la dificultad de alcanzar la bienaventuranza, sino que excluye la certeza de obtener la salvación». No hay tal cosa. Pablo no duda de que llegará a la meta; lo único que aquí le preocupa es hallar el modo; o siguiendo con la misma metáfora de la carrera, dar con el estilo atlético más puro, rápido y elegante, de alcanzar el primer premio, la corona de laurel, al llegar a la meta.

(d) Nótese el delicioso retruécano que se percibe en el versículo Flp 3:12: «pero voy corriendo tras ella (lit. voy persiguiendo), por si logro ALCANZAR AQUELLO PARA LO CUAL ME ALCANZÓ Cristo Jesús» (NVI). El verbo griego katalambáno tiene aquí el matiz de «agarrar» o «asir» el premio que se obtiene en la meta. Así que Pablo da a entender aquí lo siguiente: «En el camino de Damasco, yo fui agarrado, prendido, cazado, por Cristo; ahora, yo quiero prenderle a Él, asirme de Él, hacerme enteramente con Él, pues para eso me alcanzó y me asió Él». En el momento de su conversión (esto tiene aplicación a cada uno de los creyentes), Cristo tomó posesión de Pablo, mientras Pablo obtenía su posición en Cristo; pero cuando el apóstol acabe la carrera que aquí menciona, se cambiarán los papeles: Pablo habrá tomado posesión de Cristo, mientras que será perfecta la posición de Cristo en Pablo. En esta vida, Pablo siempre va persiguiendo a Cristo: doce veces se le menciona en el Nuevo Testamento persiguiendo a Cristo para destruir el cristianismo; pero ahora persigue a Cristo ¡para identificarse con Él!

(B) El apóstol deja bien claro que no ha conseguido todavía su objetivo, que no ha llegado aún a la meta: «no es que haya alcanzado ya todo esto, dice (v. Flp 3:12), o que esté ya perfeccionado» (lit. consumado, pues es el mismo verbo, y también en perfecto, de Jua 19:30). Pablo, pues, no se refiere aquí a la madurez espiritual, ya que ésta la afirma en el versículo Flp 3:15, sino a la perfección final, que sólo puede conseguirse en la resurrección. Para que a nadie le quede duda de que no se tiene a sí mismo como consumado en la perfección, repite (v. Flp 3:13): «Hermanos, yo no me hago la cuenta de haberlo alcanzado yo mismo» (lit.). Comenta Lenski: « Hermanos suena como si el apóstol quisiera dar a entender: Por favor, hermanos, no penséis de mí que yo tenga tan alta opinión de mismo ».

(C) El versículo Flp 3:14 dice literalmente: «En dirección a la meta, prosigo para (obtener) el premio (gr. brabéion, el mismo vocablo de 1Co 9:24) del llamamiento celestial (lit. de arriba) de Dios en Cristo Jesús». El llamamiento que Pablo como todo creyente (v. Rom 8:28, Rom 8:30), había recibido, era de arriba, celeste, más bien por el estado celestial al que somos llamados (v. por ej. Efe 1:3, Efe 1:20; Efe 2:6) que por el lugar de donde procede el llamamiento, pues eso ya está claro al decir que viene de Dios. Este llamamiento es en Cristo Jesús, porque en Él fuimos escogidos (Efe 1:4) y en Él se apoya toda nuestra vida espiritual de punta a cabo. Dice Lenski: «El excelso llamamiento del verdadero cristiano viene a él en relación con Cristo Jesús , y por esta causa es completamente opuesto a todos los esquemas judíos y judaizantes basados sobre la ley y las obras. Nuestro llamamiento se une a Aquel que murió y resucitó, a Aquel que es la fuente de la gracia evangélica, lo opuesto a las obras y la ley».

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