Estudio Bíblico | Explicación de Génesis 15:2 | Comentario Bíblico Online
La seguridad dada a Abram de una numerosa estirpe que descendería de él.
I. La queja repetida de Abram (vv. Gén 15:1-2). Esto fue lo que dio ocasión para esta promesa. La gran aflicción que pesaba sobre Abram era la falta de un hijo. Aunque nunca debemos quejarnos de Dios, sí que podemos quejarnos a Dios, y para un espíritu fatigado y cargado es un alivio el abrirse y derramar su pena ante un amigo fiel y compasivo, como es Dios. La queja de Abram era cuádruple: 1. Que no tenía prole (v. Gén 15:3). 2. Que no parecía haber esperanza de tenerla, al insinuar esto en ese: Ando sin hijo (v. Gén 15:2), como si dijera: Estoy entrado en años y desciendo ya solitario por la vertiente que lleva al sepulcro. 3. Que sus siervos ocupaban al presente, y llevaban trazas de ocupar en el futuro, el lugar de hijos en su casa (vv. Gén 15:2-4). 4. Que la carencia de prole constituía para él una pena tan grande, que le quitaba todo el gusto que pudieran proporcionarle sus satisfacciones, como si dijera: Todo eso no supone nada para mí, si me quedo sin hijo. Con todo, podemos suponer que Abram tenía aquí la vista puesta en la simiente prometida y, de este modo, la importunidad de su deseo tenía mucho de recomendable; todo eso no suponía nada para él, si no tenía seguridad de estar relacionado con el Mesías, del cual Dios le había animado ya a mantener la expectación. «Tengo esto y lo otro, pero ¿de qué me servirá todo ello, si ando sin Cristo?»
II. Benévola respuesta de Dios a su queja. 1. Dios le da promesa explícita de un hijo (v. Gén 15:4): Ése que ha nacido en tu casa no te heredará, como temes, sino el que saldrá de tus entrañas, un hijo tuyo será el que te heredará. 2. Para impresionarle más con esta promesa, le sacó fuera, le mostró las estrellas, y le dijo: Así será tu descendencia (v. Gén 15:5). (A) Tan numerosa; las estrellas parecen ya innumerables a simple vista. Abram temía quedarse sin siquiera un hijo. (B) Tan ilustre, pareciéndose a las estrellas en esplendor. La descendencia de Abram según la carne iba a ser como el polvo de la tierra (Gén 13:16), pero su descendencia espiritual iba a ser como las estrellas del cielo, no sólo numerosa, sino también gloriosa y muy preciosa.
III. La firme creencia de Abram en la promesa que Dios le hacía ahora, y la favorable aceptación que Dios hizo de su fe (v. Gén 15:6). Véase cómo pondera y engrandece el Apóstol esta fe de Abram y la pone como ejemplo relevante (Rom 4:19-21). Y le fue contado por Dios por justicia; es decir: sobre esta base fue aceptado por Dios y, como el resto de los patriarcas, por fe alcanzó testimonio de que era justo (Heb 11:4). Esto es enfatizado en el Nuevo Testamento para probar que somos justificados por la fe sin las obras de la Ley (Rom 4:6; Gál 3:6). Todos los creyentes son justificados como lo fue Abram, y fue su fe lo que le fue contado por justicia; no que su fe ocupase el lugar de la justicia, sino que su fe fue un acto de justicia y le justificó delante de Dios.
