Génesis 3:22 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Una vez pronunciada la sentencia contra los ofensores tenemos aquí la ejecución parcial de la misma, realizada en ellos inmediatamente.

I. Cuán justamente aparecen ahora en desgracia y vergüenza delante de Dios y de los santos ángeles con esa frase divina, mezcla de amargura y de ironía, respecto al triste resultado de su pecaminosa ambición: ¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal! Vaya, qué buen aspirante a dios! Esto lo dijo Dios para despertarles y humillarles, trayéndoles a tomar conciencia de su pecado y locura, así como a un sincero arrepentimiento. De esta manera, Dios llena sus rostros de vergüenza, para que busquen su nombre (Sal 83:16). Los pone en confusión para su conversión.

II. Cuán justamente fueron desechados y expulsados del paraíso.

1. La razón por la cual echó Dios al hombre fuera del paraíso. No fue sólo porque había extendido su mano y había tomado del árbol del conocimiento, sino también para que no alargara otra vez su mano y tomase también del árbol de la vida y pudiera después pavonearse de vivir para siempre. Con lo primero Adán cayó en pecado al desobedecer a Dios; con lo segundo, hubiese intentado hacer nula la sentencia de muerte que Dios había Pronunciado contra él. Por cierto, un pecador rebelde, si lograse hacerse inmortal, sería un monstruo y el permanente terror del Universo.

2. El método que Dios adoptó para expulsar y excluir del paraíso a nuestros primeros padres. Los echó fuera y los retuvo fuera.

A) Los echó fuera, del huerto delicioso al terreno comunal. Esto indicaba su exclusión, y la de toda su raza, de la comunión con Dios, que era el gozo y la gloria del paraíso. Su relación con Dios quedó derogada y perdida, y aquella comunicación que había sido establecida entre el hombre y su Hacedor fue interrumpida y quebrantada. Pero, adónde lo envió al expulsarlo del Edén? Justamente podía haberlo echado fuera del mundo (Job 18:18), pero sólo lo echó fuera del huerto. El hombre fue enviado a cultivar la tierra de la que había sido tomado. Fue enviado a un lugar de trabajo, no a un lugar de tormento. Fue echado a la tierra no a la tumba; al taller, no a la cárcel; a empuñar un arado, no a arrastrar una cadena. Su trabajo en el campo sería recompensado con el comer de sus frutos, y su continua relación con la tierra de donde había salido tenía por objetivo mejorarle hacerle humilde y recordarle el fin de su vida. Nótese, pues, que, aun cuando nuestros primeros padres fueron excluidos de los privilegios de su estado de inocencia no fueron dejados en la desesperación, pues los amorosos designios de Dios les proporcionaron un segundo estado de prueba bajo nuevas condiciones.

B) Los retuvo fuera, privándoles de toda esperanza de volver al paraíso, pues puso al oriente del huerto del Edén un destacamento de querubines, huestes de Dios armados de un poder terrible e irresistible, para guardar el camino que conducía al árbol de la vida, de modo que no pudiesen forzar la entrada y tomar por asalto el fruto del árbol. Con esto se le intimaba a Adán: (a) Que Dios estaba disgustado con él, (b) que los ángeles estaban en guerra con él; no había paz posible con las huestes celestiales, mientras él estuviese en rebelión con el Señor de ellas y nuestro. (c) Que el camino al árbol de la vida estaba cerrado, a saber, el camino de la inocencia inmaculada en el que fue puesto el ser creado y por el que paseaba antes del pecado. Desde aquel momento en adelante resultaba inútil para él y para los suyos esperar vida, justicia y felicidad en virtud del primer pacto, pues estaba irreparablemente roto. Todos estamos perdidos si se nos juzga por aquel primer pacto. Dios le reveló a Adán esto, no para inducirle a desesperación, sino para reanimarle y obligarle a buscar la vida y la felicidad en la simiente prometida por quien había de ser retirada la espada flamígera. Dios y sus ángeles se reconcilian con nosotros cuando, por la obra de la Cruz, es consagrado y puesto delante de nosotros un camino nuevo y vivo al Lugar Santísimo.

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