Hebreos 10:26 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esta porción se parece mucho, a mi juicio, a Heb 6:4. y, contra la unánime opinión de todos los comentarios que conozco, creo que ha de interpretarse de un modo similar. Núm 15:24-31 me da la clave para ello, como veremos. En Heb 6:4-8, veíamos unas muy serias afirmaciones; lo mismo en Heb 10:26-31. En Heb 6:9, Heb 6:10, veíamos una nota optimista; también en Heb 10:32-34. En Heb 6:11, Heb 6:12, teníamos una exhortación; lo mismo, en Heb 10:35-39.

I. La primera sección que acabamos de señalar (vv. Heb 10:26-31), puede, a su vez, subdividirse en tres partes: 1) conminación (vv. Heb 10:26, Heb 10:27); 2) comparación; 3) confirmación.

1. Dicen así los versículos Heb 10:26, Heb 10:27 en la NVI: «Si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino sólo una terrible perspectiva del juicio y del fuego ardiente que ha de consumir a los enemigos de Dios».

(A) Lo primero que atrae mi atención en el versículo Heb 10:26 es la conjunción griega gar (porque), que la NVI ha silenciado. Sin embargo, insinúa, a mi juicio, una conexión con el pecado de los que habitualmente desertan de las reuniones eclesiales. Estos hermanos, inmaduros y carnales, son reprendidos severamente, pero en ningún lugar se dice que no hayan sido salvos.

(B) Para entender el versículo Heb 10:26, es menester acudir a Núm 15:24-31, pues el paralelismo está bien claro si se compara Heb 10:29 con Núm 15:30, Núm 15:31. Por tanto, «pecar deliberadamente» de Heb 10:26 equivale a «actuar con soberbia» (lit. con mano alta, Núm 15:30; Deu 17:12). Lo mismo en Heb 10:26 que en Núm 15:31, hay un previo conocimiento (gr. epígnosin, pleno conocimiento) de la verdad (aquí, de la verdad cristiana; en especial, de lo referente al perfecto sacrificio de Cristo).

(C) Mientras los pecados de ignorancia, debilidad, inadvertencia, etc., eran expiados mediante sacrificios (Núm 15:24-29), para quienes pecaban con soberbia, esto es, por rebeldía, con toda deliberación, no había sacrificio; tales personas debían ser cortadas de en medio del pueblo de Jehová (Núm 15:30, Núm 15:31). Éste es, pues, también el significado de la frase «ya no queda sacrificio por los pecados» en Heb 10:26. Dios los va a cortar (comp. con Jua 15:2, Jua 15:6; 1Co 11:30; 1Jn 5:16) por medio de una drástica disciplina.

(D) Recordemos lo dicho en el comentario a 3:19: Los israelitas salidos de Egipto eran salvos por fe en la eficacia de la sangre del Cordero Pascual, con la que se habían rociado los postes y el dintel de las casas respectivas, pues esa sangre tipificaba la del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jua 1:29). Las rebeldías posteriores no quitaban la salvación eterna, una vez adquirida, aunque en casos como el que llevamos entre manos exigiesen la imposición de la pena capital. Por tanto, ser cortado de en medio del pueblo no equivale a ser condenado eternamente. Así pues, también en Heb 10:26, el no quedar más sacrificio no equivale a que hayan sido excluidos del valor que la Obra de la Cruz tuvo para salvación eterna de ellos (comp. el v. Heb 10:29 con Heb 6:6). De lo contrario, probaría demasiado (lo mismo que en Heb 6:4), ya que para un falso profesante siempre queda abierto el acceso al perdón, con tal de que, en algún momento, escuche la invitación del Salvador (v. Jua 6:35; Apo 22:17) y cambie de mentalidad.

(E) La cosa parece ponerse más difícil por lo que añade el versículo Heb 10:27: «sino sólo (queda) una terrible perspectiva del juicio y del fuego ardiente que ha de consumir a los enemigos de Dios». Pero es menester hacer las siguientes observaciones:

(a) Los lectores hebreos estaban familiarizados con casos como los de Nadab y Abiú (Lev 10:1, Lev 10:2) y los 250 hombres que ofrecían el incienso (Núm 16:35), todos los cuales fueron consumidos por el fuego. Aunque, en muchos casos parecidos, se mencione incluso el Seol, no puede hablarse de condenación eterna, conforme al principio establecido en (D).

(b) Dios es mencionado como «fuego consumidor» (Heb 12:29), aun para los suyos. Nótese la repetida mención del fuego en 1Co 3:13.

(c) La terrible perspectiva del juicio entra dentro de lo que Pablo llama «temer al Señor» (2Co 5:11), en un contexto inmediatamente posterior al de la presentación ante su tribunal. No todo será «gozo» allí; si cabe vergüenza (v. 1Jn 2:28), también puede caber miedo para los creyentes que aquí han sido rebeldes.

(d) El vocablo que la NVI traduce por enemigos, y la RV por adversarios, es en griego hupenantíous, que significa literalmente los que se oponen. El vocablo griego sólo sale aquí y en Col 2:14Col 2:14. No se trata, pues, necesariamente de la enemistad del inconverso, sino de la oposición del creyente carnal.

2. Los versículos Heb 10:28 y Heb 10:29 establecen un contraste parecido al que vimos en Heb 2:2, Heb 2:3. El versículo Heb 10:28 nos recuerda el principio normativo expuesto en Deu 17:2-6: La violación de la ley de Moisés (dada por mano de Moisés) era sancionada, sin compasión, con la muerte. Al hacer una comparación con este castigo, continúa diciendo el autor sagrado (v. Heb 10:29): «¿Cuánto peor castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios y juzgó común (es decir, inmunda) la sangre del pacto en la que fue santificado (esto es, puesto aparte para ser del pueblo de Dios) y ultrajó al Espíritu de la gracia?» (traducción literal). Analicemos este versículo Heb 10:29, pues el versículo Heb 10:28 no necesita mayor explanación:

(A) El autor sagrado hace ver aquí que el pecado deliberado al que viene refiriéndose desde el versículo Heb 10:26 es un insulto grave (a) al Hijo de Dios, equivalente a pisotearle, (b) a Dios Padre, quien le santificó al rociarle con la sangre del pacto; y (c) al Espíritu Santo, a cuya gracia resiste (comp. con Efe 4:30). Compárese esto con las siguientes frases de Núm 15:30, Núm 15:31: «Mas la persona que hace algo con soberbia … ultraja a Jehová … tuvo en poco la palabra de Jehová y menospreció (lit. quebrantó) su mandamiento». La semejanza es evidente; sin embargo, el castigo es allí la pena de muerte, no la condenación eterna, según lo repetidamente explicado.

(B) Dos pequeños detalles pueden ayudar a prestar apoyo a la opinión que sostengo: (a) Para «castigo», el autor sagrado no usa el término acostumbrado kólasis, sino timoría (única vez que sale este vocablo, pero véase el verbo de la misma raíz en Hch 22:5; Hch 26:11), cuyo exacto significado es el de imponer una pena que ayude a entrar en razón. (b) El verbo griego haguiázo, que aquí usa el autor sagrado, significa (sobre todo, por el contexto, la sangre del pacto) una dignación especial de Dios al rociarle con la sangre del pacto y separarle así para formar parte de Su pueblo. Véanse los equilibrios difíciles que los autores (Brown, Trenchard) tienen que hacer para dar una explicación que cuadre con la situación de un inconverso. Para Bartina, la cosa es sencilla, pues siendo catolicorromano, admite que la salvación se puede perder por un solo pecado «mortal». Pero la Escritura no admite la pérdida de la salvación, una vez adquirida de veras.

3. El autor sagrado confirma con un par de citas (v. Heb 10:30) lo que viene diciendo, para concluir (v. Heb 10:31) con una afirmación que, con razón, se traduce en forma de exclamación: «¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios viviente!» (NVI).

(A) La primera cita es de Deu 32:35: «Mía es la venganza; yo retribuiré» (NVI). El original no trae lo de «dice el Señor» (RV). El apóstol Pablo cita también este lugar en Rom 12:19 para exhortar al perdón de las injurias. Pero el autor de Hebreos lo cita para poner de relieve que Dios mismo, y no otro, es el que ha de castigar a quienes le desprecian.

(B) La segunda cita está tomada del versículo siguiente (Deu 32:36; v. también en Sal 135:14): «El Señor juzgará a su pueblo». El sentido de la frase en ambos lugares es que Jehová hará justicia a su pueblo. En cambio, aquí significa que castigará a los que, de su pueblo, le sean rebeldes. Nótese que, según el autor de Hebreos, todavía los llama «Su pueblo».

4. Los versículos Heb 10:32-34, a semejanza de Heb 6:9, Heb 6:10, contienen una nota optimista. Esta vez, la nota no es de esperanza para el futuro como en Heb 6:9, Heb 6:10, sino de recordatorio del pasado. Dicen así los versículos Heb 10:32-34 en la NVI: «Recordad aquellos primeros días después que recibisteis la luz del Evangelio, cuando aguantasteis un duro combate arrostrando grandes padecimientos. A veces estabais públicamente expuestos a la afrenta y a la persecución; otras veces, compartíais los riesgos de los que se hallaban en circunstancias parecidas. Porque sentíais como propios los sufrimientos de los encarcelados y aceptabais con alegría la confiscación de vuestros bienes, porque sabíais que vosotros tenéis mejores y más duraderas posesiones». Dos cosas son las que aquí se ofrecen a nuestra consideración: (A) el conjunto de hechos históricos que subyacen a esta descripción del autor sagrado; (B) el objetivo que persigue al traerles todo esto a la memoria a sus lectores.

(A) En cuanto a los hechos, vemos que los hebreos a quienes se dirige el autor sagrado habían padecido persecución, exposición a las burlas del público, como lo eran los cristianos en Roma, confiscación de los bienes, etc. Que no habían sufrido todavía daño corporal, se ve por Heb 12:4. En tan difíciles circunstancias, los lazos del amor fraternal se habían mostrado muy fuertes, pues se habían arriesgado en lo mismo que los demás hermanos sufrientes y habían compartido el sufrimiento de los hermanos encarcelados, a quienes visitarían con frecuencia y ayudarían con exhortaciones espirituales y con bienes materiales.

(B) El objetivo que el autor sagrado persigue con este recuerdo es animar a los lectores a no decaer de aquel estado de fervor espiritual, del «primer amor» (Apo 2:4), como parece ser que lo estaban haciendo. La seria y solemne advertencia de los versículos Heb 10:26-31 da a entender que, si no todos, algunos del grupo al que va dirigida la epístola, habían bordeado el límite entre el creyente carnal y el profesante inconverso. Que eran creyentes lo confirma, una vez más, el verbo griego photisthéntes (lit. iluminados, en participio de aoristo pasivo), que ya en los primeros siglos se aplicaba, no sólo a los que habían recibido la luz del Evangelio (como traduce libremente la NVI), sino a los que habían sido bautizados. Si, como sostienen la mayoría de los autores, el autor ha descrito, con las negras tintas de los versículos Heb 10:26-31, el estado del apóstata, más bien que el de un creyente extremadamente carnal y rebelde, este recordatorio de los versículos Heb 10:32-34 serviría para decir algo así como: «Mirad a lo que habéis estado expuestos», más aún que: «Mirad de dónde habéis caído».

(C) Este recordatorio es conveniente para todos los creyentes y en todas las épocas de la Iglesia. Es notorio el caso de congregaciones que, en épocas de persecución, han mostrado gran fidelidad al Señor y ferviente amor a los hermanos y, no mucho tiempo después, pasada la tormenta, se han relajado hasta llegar a los últimos extremos de la carnalidad. Que éste era el caso de los hebreos a quienes va dirigida la epístola, se ve, no sólo por lo que el autor sagrado lleva dicho, sino también por lo que le queda por decir (v. por ej., Heb 12:4, Heb 12:5, Heb 12:12, Heb 12:13). Esto tiene una explicación psicológica: Durante la persecución, como en la guerra, el estímulo a resistir se reviste con caracteres de heroísmo; en la paz del hogar tranquilo, sin oposición de fuera, no se entrevén motivos para acciones heroicas que demanden una condecoración. Parece como si el esfuerzo primero hubiese agotado las reservas de energía. No es difícil ofrecer el pecho a una bala enemiga, para dar la vida de una vez; pero darla gota a gota, en el cumplimiento del anodino deber cotidiano, cuesta mucho más. Por eso se ha dicho, con bastante dosis de verdad, que el mal estado de cosas se debe, más que al esfuerzo de los malos, al cansancio de los buenos.

5. La exhortación, ya implícita en los versículos Heb 10:32-34, se hace explícita en los versículos Heb 10:35-39 con que acaba el capítulo. Veámoslos en la NVI que da bien el sentido: «Así que no arrojéis por la borda vuestra confianza, la cual será ricamente recompensada. Tenéis necesidad de constancia (gr. hupomonés, paciencia bajo circunstancias adversas), para que, cuando hayáis cumplido la voluntad de Dios, podáis recibir lo que Él ha prometido. Pues tras de un poco de tiempo, muy poco, el que está llegando vendrá y no llegará tarde. Pero mi justo vivirá por fe. Y si se vuelve atrás, no me complaceré en él. Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y son destruidos, sino de los que creen y son salvos».

(A) El verbo apobállo, que sale únicamente aquí y en Mar 10:50, significa arrojar de sí algo, como bien ha traducido la NVI. El autor sagrado viene a decir, pues, a sus lectores: «Está muy bien que os hayáis desprendido de vuestros bienes materiales, pero ¡no os desprendáis de vuestra confianza!» En este contexto, el conocido término parrhesía significa el denuedo para adherirse a Cristo en medio de todas las dificultades que les asedian (v. Heb 12:1, Heb 12:2). Dice Bartina: «No han apostatado, no han perdido la fe ni la esperanza; las conservan. Pero corren peligro de perderlas. Y será la pérdida del mejor tesoro».

(B) Como hemos explicado en el punto 4, apartado (C), cumplir a diario la voluntad de Dios es más difícil que arrostrar la muerte por Él durante lo más recio de una persecución; hace falta aguante continuo. Por eso les dice: «Tenéis necesidad de constancia, para que cuando hayáis cumplido la voluntad de Dios, podáis recibir lo que Él ha prometido» (v. Heb 10:36, NVI) El que siembra con lágrimas segará con regocijo (comp. con Rom 5:1-5; 2Pe 1:4-11).

(C) Después de todo, el tiempo se pasa rápidamente y «el que está llegando vendrá y no llegará tarde». El autor sagrado cita de Hab 2:3 y adapta a Cristo lo que Habacuc dice de Jehová. «El que está llegando» (gr. ho erkhómenos) es el epíteto que desde el Antiguo Testamento se daba al Mesias venidero (v. Mat 11:3; Mat 21:9; Mat 23:39; Mar 11:9, Mar 11:10; Luc 7:19, Luc 7:20; Luc 13:35; Jua 1:27; Apo 1:4, Apo 1:8; Apo 4:8). Ya hemos dicho muchas veces que la Iglesia primitiva vivía en expectación constante de la Segunda Venida del Señor. Si parece retrasarse, es para dar tiempo al arrepentimiento (v. 2Pe 3:9).

(D) Por tercera y última vez, aparece en el versículo Heb 10:38 la cita de Hab 2:4: «mi justo (dice aquí) vivirá por fe». Como dice Graham Scroggie, el énfasis cae aquí en vivirá, mientras que en Rom 1:17 cae en justo, y en Gál 3:11 cae en fe. Conviene observar, además, que de los muchos matices que el vocablo fe encierra (siempre, sobre el concepto de seguridad), el matiz que destaca en Hebreos (v. Heb 11:1, como lugar clave) es el de confianza en las promesas de Dios. La esperanza de estas promesas divinas es lo que da vida a la fe del cristiano, tomada como una actitud para afrontar la vida con todas sus dificultades. No es, pues, el matiz de medio subjetivo de justificación (comp. con Efe 2:8) el que aquí se contempla.

(E) El autor de Hebreos trueca el orden de las frases en Hab 2:4, y al seguir la versión de los LXX, traduce la primera parte del versículo por «Si se vuelve atrás (es decir, si se retrae por cobardía), no me complaceré en él (lit. no se complacerá mi alma en él)». El cambio obrado por los LXX sobre el texto hebreo es muy considerable, pero le sirve admirablemente al autor de Hebreos. El texto hebreo dice: «¡Mira! Está hinchado (es decir, es un arrogante); su alma no es recta en él» (lit.). «El que se vuelve atrás por cobardía» es, pues, lo contrario del que tiene el denuedo suficiente para aguantar pacientemente todas las adversidades (v. Heb 10:35), con el vigor renovado que le presta la fe.

(F) Pero el autor sagrado no quiere terminar el capítulo con una nota triste, cuando se dispone a presentar la galería de héroes de la fe (cap. Heb 11:1-40); prefiere animar a sus lectores, incluyéndose entre ellos (v. Heb 10:39): «Mas nosotros no somos de retraimiento para ruina, sino de fe para ganancia de alma» (lit.). Como si dijese: «no pertenecemos al grupo de los que se retiran cobardemente, sino del partido de los que tienen fe para hacerse con lo que vale más que el mundo entero: la salvación del alma, es decir, de la persona entera» (comp. con Mat 16:26; Mar 8:36; Luc 9:25). Para «retraimiento», el autor sagrado usa hupostolés, de la misma raíz que el verbo usado en el versículo Heb 10:38 para «volverse atrás». El vocablo griego para «ganancia» es peripoíesis, como en Efe 1:14; 1Ts 5:9; 2Ts 2:14 y 1Pe 2:9. El verbo de la misma raíz sale en Luc 17:33; Hch 20:28 y 1Ti 3:13.

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