Hebreos 12:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Dicen estos dos versículos en la NVI: «Por consiguiente, también nosotros, estando como estamos rodeados por una nube tan gigantesca de testigos de la fe, debemos despojarnos de toda impedimenta y mantenernos a distancia del pecado que nos asedia, para correr con ligereza y constancia la carrera que nos ha sido asignada. Fijemos nuestros ojos en Jesús, el Pionero y Perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo puesto delante de Él, soportó la crucifixión, desdeñando la ignominia de tal suplicio, y está sentado a la derecha del trono de Dios».

1. Lo primero que notamos es ese «por consiguiente», que nos dice que lo que sigue a continuación es una consecuencia de lo que acaba de decir. El autor sagrado ha mencionado una serie de testigos de la fe (unos por su nombre, y otros anónimamente), tan grande que los compara a una nube, metáfora usada en todos los tiempos para designar una gran multitud.

2. Estos testigos de la fe aparecen aquí rodeándonos. Es otra metáfora, pues es obvio que no estamos rodeados de espíritus de los difuntos. Discuten los autores si, dentro de la metáfora, estas personas aparecen simplemente como testigos de la fe o como espectadores de nuestra carrera. Lo más probable es que nos rodeen de ambas maneras, lo cual se puede demostrar explicando lo que ocurría en las carreras olímpicas, de donde el autor sagrado ha sacado el símil. Dice J. Brown: «Una multitud casi increíble, procedentes de todos los estados de Grecia y de las comarcas circunvecinas, asistían a estos juegos como espectadores Los jóvenes más nobles de Grecia actuaban en la competición. En la carrera, a la que se hace alusión en el párrafo que tenemos delante, se señalaba un determinado trayecto, que los candidatos habían de cubrir en su carrera para adquirir pública fama, y al final del trayecto se erigía un tribunal donde se sentaban los jueces hombres que, en años anteriores, habían sido ellos mismos competidores que habían obtenido los honores olímpicos . Los vencedores en la carrera de la mañana no recibían sus premios hasta la tarde, pero, después de sus ejercicios, se unían al grupo de espectadores, y miraban mientras otros proseguían los mismos arduos trabajos que ellos habían llevado a cabo tan honrosamente. Si uno se percata de estos hechos, el sentido y la fuerza del lenguaje del apóstol se percibirá mucho más fácil y claramente».

3. Dos son los obstáculos que, según el autor sagrado, nos impiden correr bien en esta carrera de la fe (A) Un peso o impedimenta. El vocablo griego ónkos significa primordialmente hinchazón o tumor que resulta en una protuberancia (¡buena metáfora para expresar la hinchazón de la soberbia, que es el mayor obstáculo en la carrera de la fe!), pero dentro del contexto actual significa más bien vestimenta ampulosa y desceñida (comp. con Efe 6:14, «ceñidos vuestros lomos …»). ¿Quién habría de lanzarse a una carrera olímpica con tal impedimenta? ¿O quién trataría de engordar o de cargar con cualquier otro peso para lanzarse a tal ejercicio, que requiere ligereza de pies y ausencia de todo estorbo? (B) El segundo obstáculo es el pecado que nos asedia. Con esto se ve que el autor sagrado no se refiere aquí a pecados interiores (éstos entran en lo del peso interior), sino a las muchas tentaciones que nos asedian para estimular nuestra concupiscencia (v. 1Jn 2:16). Incluso preocupaciones que nos parecen legítimas y diversiones «inocentes» pueden sernos un grave impedimento

4. Pero lo más importante para correr bien esta carrera es tener los ojos fijos en Jesús (v. Heb 12:2), a quien el autor sagrado describe como Pionero y Perfeccionador de la fe. Esta es la cuarta y última vez que el vocablo arkhegós sale en el Nuevo Testamento. Salió ya en Heb 2:10, pero el matiz es aquí algún tanto diferente el que inicia y abre el camino de nuestra firme confianza en Dios y el que lleva a la consumación esta misma confianza, dándonos, con su ejemplo, la garantía de la victoria final. Por eso el apóstol Pedro exhorta a seguir de cerca sus pisadas (1Pe 2:21).

5. ¿Cómo fue Jesús nuestro gran ejemplo de fe? El autor sagrado nos lo declara a continuación «Por el gozo puesto delante de Él, soportó la crucifixión, desdeñando la ignominia de tal suplicio» (NVI). La preposición que el autor sagrado usa en cabeza de estas frases es antí, la cual puede significar (A) En lugar de; (B) A causa de; (C) A manera de. Gran número de autores (entre ellos, Trenchard y Bartina) se inclinan por el primer significado, como si Jesús hubiese tenido en Getsemaní una alternativa «posesionarse en seguida de la gloria que era suya por derecho propio» (Trenchard). Sin embargo, otros autores (entre ellos, J. Brown), a cuya opinión me adhiero, sostienen que el único sentido posible aquí es el segundo «a causa del gozo puesto delante de sí …». En efecto, las razones en favor de esta opinión son sumamente poderosas.

(A) En ningún lugar de la Escritura se lee que a Cristo le fuese propuesta como alternativa una vía de escape de la crucifixión. La voluntad del Padre era terminante a este respecto (v. Isa 53:6, Isa 53:10; Jua 10:18, al final; Hch 2:23; 1Pe 1:20).

(B) La psicología de Jesús, como toda psicología humana, reaccionaba al estímulo de las motivaciones conforme a la fuerza que los diferentes valores ejercían en la balanza de la decisión. La diferencia a favor de Cristo, aparte de la impecabilidad exigida por la unión hipostática, estaba en la constante y total llenura del Espíritu (v. el comentario a 9:14), por el que se dejaba conducir indefectiblemente. El Espíritu le animaba y fortalecía en el duro y áspero camino a la Cruz poniéndole delante (a) la exaltación que se le había de seguir a causa de su total entrega a la voluntad del Padre (v. la frase final del v. Heb 12:2, «y está sentado a la derecha del trono de Dios», comp., con Heb 1:3; Heb 10:12 y, en especial, con Flp 2:9-11); (b) la satisfacción que había de experimentar al ver el fruto de su aflicción (Isa 53:10, Isa 53:11).

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