Hebreos 12:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Hebreos 12:18 | Comentario Bíblico Online

En estos versículos el autor sagrado quiere que sus lectores tengan la correcta motivación en sus vidas y, como hizo el apóstol Pablo en Gál 4:21-31 al contrastar Agar y Sara como alegorías respectivas de la Ley y de la Gracia, él contrasta ahora, en sentido parecido, el monte Sinaí y el monte Sion, pero ahora lo hace con el propósito de que sus lectores se estimulen a actuar con amor, no por temor, pues así como el monte Sinaí inspiraba terror, el espiritual monte Sion invita a acercarse a Él, ya que allí todo habla de gracia y de perdón.

1. Viene primero la mención del monte Sinaí (vv. Heb 12:18-21), aunque no se le nombra (al contrario que en Gál 4:21-31, donde era Sion el que no se mencionaba por su nombre). Dicen así esos versículos en la NVI «No os habéis arrimado a una montaña tangible ni a un fuego ardiente, ni a oscuridad, ni a tinieblas, ni a huracán de tormenta; ni a un sonido de trompeta ni a un clamor de palabras tal, que quienes lo escucharon suplicaban que no les fuese dirigida ni una palabra más, porque no podían soportar lo que se les ordenaba: Hasta un animal que toque la montaña debe ser apedreado. Y el espectáculo era tan terrorífico, que dijo Moisés: Estoy temblando de miedo».

(A) Para entender estos versículos es absolutamente necesario recordar o repasar los capítulos Éxo 19:1-25 y Éxo 20:1-26 del Éxodo, donde se describen las circunstancias en que se dio la Ley. El autor de Hebreos reviste de un ropaje retórico todo lo que allí pasó, así como los sentimientos del pueblo y del propio Moisés. Pablo habría resumido en pocas palabras lo que aquí se dice. Es probable que se hubiese contentado con decir «Ya no estáis bajo la Ley, aquella dispensación tan severa y aterradora».

(B) Nótense las características del monte Sinaí, no mencionado aquí por su nombre. (a) Era tangible, palpable y, por tanto, material. (b) Ardía en fuego (comp con Deu 4:11), ya que era visto por los espectadores como «monte humeante» (Éxo 20:18). (c) La oscuridad y las tinieblas se mencionan en Deu 5:22, donde apunta ya la espiritualización de todos estos fenómenos, como manifestadores de la ira de Dios. (d) El huracán de tormenta (gr. thuélla) es sinónimo del torbellino tras del que se escondía Jehová cuando se manifestaba airado a presentar una fuerte reprensión (v. Job 38:1; Isa 66:15). (e) Dentro de este pavoroso escenario, el sonido de la trompeta (v. Heb 12:19, comp. con Éxo 19:16-19; Éxo 20:18) añadía nuevos terrores. (f) Finalmente, por encima de todo esto se oía la voz tonante de Jehová o, como dice literalmente el texto griego, «clamor de palabras». Las palabras de Jehová en las que estableció Su pacto y profirió Sus mandamientos (v. Deu 4:12, Deu 4:13).

(C) Nótese la reacción de los espectadores. (a) El pueblo en general (vv. Heb 12:19, Heb 12:20) estaba tan espantado que suplicaban a Moisés que no les hablara Dios, sino que les hablara él mismo (Éxo 20:19). El texto sagrado menciona particularmente el terror del pueblo ante las órdenes de Dios con respecto al cerco que no era lícito traspasar (Éxo 19:12, Éxo 19:13). Por cierto, el texto hebreo de Éxo 19:13 cita la alternativa de apedrear al animal o matarlo atravesándolo; se entiende, con una saeta; pero el texto de Heb 12:20 sólo menciona el apedreamiento, por lo que la última frase debería hacerse desaparecer de nuestras versiones. (b) En el versículo Heb 12:21, y como una muestra más de lo terrible del espectáculo, se nos dice que el propio Moisés dijo: Estoy espantado y temblando (lit.). Este dicho de Moisés no aparece en ningún lugar del Antiguo Testamento, «pero, sin duda, refleja una antigua tradición y remata bien la descripción de la terribilidad de la gloria de Dios, ya que el hombre con quien Dios hablaba cara a cara se hallaba espantado y temblando» (Trenchard). Esta tradición parece reflejada en Hch 7:32 de boca del mártir Esteban («temblando», dice; gr éntromos, el mismo vocablo que aquí), aunque la ocasión era distinta (v. Éxo 3:1-22).

2. Pasamos ya a considerar el segundo monte (vv. Heb 12:22-24) Éste sí se menciona por su nombre. Dicen esos versículos en la NVI: «Pero vosotros os habéis allegado al monte Sion, a la Jerusalén celestial, a la ciudad del Dios viviente; a millares y millares de ángeles en asamblea festiva, y a la iglesia de los primogénitos, cuyos nombres están escritos en los cielos; os habéis allegado a Dios, el Juez de todos los hombres, a los espíritus de los justos llegados a la perfección, a Jesús el Mediador de un nuevo pacto, y a la sangre de aspersión que habla con mejor tono que la de Abel».

(A) Lo primero que notamos es la equivalencia del monte Sion, en sentido espiritual, y de la Jerusalén celestial, la Jerusalén de arriba en el lenguaje de Pablo en Gál 4:26. Es la ciudad del Dios viviente, ya que su arquitecto y constructor es Dios (Heb 11:10, Heb 11:16), el Dios de las promesas de gracia, no el de la voz aterradora en el Sinaí.

(B) Continúa diciendo el autor sagrado (v. Heb 12:22) que los creyentes hebreos se habían allegado (recuérdese el sentido cultual del verbo gr prosérkhomai) a millares y millares de ángeles en asamblea festiva (o a millares y millares de ángeles, a una asamblea festiva). Es cierto que el gr muriás significa propiamente una decena de millar, pero se usa también para indicar una multitud innumerable. Dice Trenchard: «Existe una duda sobre si la festiva convocación ha de entenderse en relación con los ángeles o separadamente, pero lo importante es que notemos que la palabra significaba una fiesta de alegría y de triunfo, y así nos recuerda la victoria final sobre todos los obstáculos que parecían tan imponentes a la poca fe de los hebreos».

(C) En el versículo Heb 12:23, se menciona también «la iglesia de los primogénitos, cuyos nombres están inscritos en los cielos». Esta última frase da a entender claramente, como hace notar J. Brown, que el autor sagrado se está refiriendo a un grupo que vive aún en este mundo, pues éste es el caso, sin excepción, siempre que en las Escrituras se dice «cuyos nombres están escritos en los cielos» o «en el libro de la vida». Aunque la palabra «iglesia» (gr. ekklesía) no siempre significa el Cuerpo de Cristo, la cualificación «de los primogénitos» nos da la pista para entender que el autor sagrado se está, efectivamente, refiriendo a la Iglesia, pues la frase alude a la costumbre de inscribir a los primogénitos de Israel (v. Núm 3:40-43). Como heredero de las promesas hechas a Abraham, todo Israel figura como el hijo primogénito de Jehová (v. Éxo 4:22; Ose 11:1; Jer 31:9). En representación de la nación entera Jehová se reservó los primogénitos como especialmente consagrados a Él (Éxo 13:2, Éxo 13:12, Éxo 13:13, Éxo 13:15; Éxo 34:19; Lev 27:26; Núm 8:16, Núm 8:17; Núm 18:15; Deu 15:19; Luc 2:23). En este sentido de especial consagración a Dios (v. Rom 12:1; 1Pe 2:5-10), toda la Iglesia está compuesta de primogénitos.

(D) ¿Qué significa la mención de «Dios, el Juez de todos los hombres» (v. Heb 12:23), en este contexto? ¿No habríamos de esperar, más bien, la mención de «Dios, nuestro Padre»? Piensa Bartina que «parece natural juntar el pensamiento de los ángeles con el de Dios juez, como si estuviera rodeado de su corte». Pero no cabe duda de que la clave de la interpretación está en otro lugar. Primero, no es un Juez que impone terror, puesto que el autor sagrado exhorta a la confianza, al considerar que nos hemos allegado a Él. Segundo, no dice que sea nuestro Juez (aunque también lo es), sino que es el Juez de todos. El creyente genuino no tiene nada que temer de tal Juez, pues nadie nos puede encausar en Su tribunal (v. Rom 8:33). Dice Trenchard: «Lejos de asustarnos, el título de Juez llega a ser una garantía de que ha de llegar a su fin toda la injusticia que ahora nos aflige en el mundo».

(E) Viene después (v. Heb 12:23) una frase difícil, que los prejuicios de muchos comentaristas han tornado todavía más difícil. «Os habéis allegado …, dice el autor sagrado, a los espíritus de los justos llegados a la perfección». Dice S. Bartina: «Allí, en la Jerusalén celestial, es donde están también los espíritus (pneúmata) de los justos ya perfeccionados. Son las almas separadas (cf. 1Pe 3:19) de los justos, que ya han llegado a su término y perfección». ¡Doble error, a mi juicio! (v. el comentario a 1 P. 3:19). De la misma opinión que Bartina es J. Brown, aunque él no invoca la referencia a 1Pe 3:19. En mi opinión, la comparación con Heb 11:40 es decisiva para entender que el autor sagrado se refiere a los «santos del Antiguo Testamento que ya entran en su esfera de bendición y de gloria sobre la base de la obra de Cristo, y dentro de la perfecta confraternidad de todas las partes del Sion celestial» (Trenchard). De la misma opinión es Ch. C. Ryrie.

(F) En último lugar, se menciona «Jesús el Mediador de un nuevo pacto y la sangre de aspersión que habla con mejor tono que la de Abel». Aunque no se dice explícitamente, está clara la intención del autor sagrado de contrastar aquí a Jesús con Moisés, pues se llama a Jesús el Mediador del nuevo pacto, pacto de gracia y perdón de los pecados, por el que tenemos acceso franco a la Sion celestial (v. Heb 4:14-16), en contraposición al monte Sinaí, cuya terribilidad nos ha sido descrita en los versículos Heb 12:18-21, y donde se promulgó la Ley por mediación de Moisés. En lugar del terrorífico «clamor de palabras» que hemos visto en el versículo Heb 12:19 (según la NVI), ahora tenemos una voz dulce «que pregona perdón y paz por el valor del sacrificio de Cristo» (Trenchard). También el primer pacto se hizo con rociamiento de sangre (v. Heb 9:18-21, comp. con Éxo 24:5-8), pero la sangre con que fuimos comprados (1Pe 1:18-20; Apo 5:9) y purificados de nuestros pecados (Heb 1:3), no es una mera figura, sino que realmente descarga de culpa nuestra conciencia (v. Heb 9:12-15) y, de este modo, «garantiza la perfecta felicidad de las innumerables huestes de los redimidos» (Trenchard). El autor sagrado dice que la sangre de Jesús habla con mejor tono que la de Abel, puesto que la sangre de Abel clamaba venganza (Gén 4:10), mientras que la sangre de Jesús demanda misericordia y perdón, pues es una sangre derramada para perdón de los pecados (Heb 9:22).

Hebreos 12:18 explicación
Hebreos 12:18 reflexión para meditar
Hebreos 12:18 resumen corto para entender
Hebreos 12:18 explicación teológica para estudiar
Hebreos 12:18 resumen para niños
Hebreos 12:18 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí