Hechos 23:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Delante del Sanedrín, Pablo declara (v. Hch 23:1) haberse comportado con toda buena conciencia delante de Dios hasta aquel día. Precisamente porque la conciencia no le remordía, pudo fijar su mirada en el Sanedrín sin sufrir ningún sonrojo. Trenchard hace notar que, en esta ocasión, no les llama «hermanos y padres», sino simplemente «hermanos». Esto no era jactancia, sino modesta profesión de que sólo le preocupaba agradar a Dios y cumplir con su deber siempre y en toda clase de circunstancias.

2. Esta noble declaración de Pablo le sonó al sumo sacerdote Ananías a jactancia y osadía (v. Hch 23:2), por lo que ordenó a los que estaban cerca de Pablo que le hiriesen en la boca. En esto se echaba de ver el infame carácter de este Ananías, quien, según Josefo, era un hombre avaro, glotón, disoluto y cruel, tan presto a usar la espada de sus matones como el soborno, con tal de llevar a cabo sus maquinaciones. Con sus malas artes, logró mantenerse en el cargo por unos doce años.

3. Pablo reaccionó de forma vigorosa contra esta flagrante injusticia, sin llegar a la serena mansedumbre del Maestro en ocasión similar. ¡No era impecable como Cristo! Le dijo, pues, Pablo (v. Hch 23:3): «¡A ti te va a golpear Dios, pared blanqueada! (comp. con lo de sepulcros blanqueados de Mat 23:27) ¡De modo que estás ahí sentado para juzgarme de acuerdo con la Ley, y tú mismo estás violando la Ley al mandar que me golpeen!» (NVI). Cuentan que Ananías tuvo una muerte horrible, con lo que las palabras de Pablo sonaban un poco a profecía, ya que, según Deu 28:22, entrañaban maldición.

4. Ante esto, los que estaban presentes (v. Hch 23:4) dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? Después de lo del bofetón sin causa alguna, extraña un poco el que ahora se contentasen con reconvenirle de palabra. Pablo se excusa de inmediato (v. Hch 23:5): «No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está. No injuriarás al jefe de tu pueblo». A pesar de que Ananías se merecía la reprensión de Pablo, éste no quiere poner delante de los demás una piedra de tropiezo, ni sentar precedente para insultar a la máxima autoridad religiosa del país. Se preguntan los exegetas cómo es que Pablo no reconoció al sumo sacerdote siendo él quien presidiría la sesión. Hay quienes hablan de «ironía» o «sarcasmo» (Ryrie, Leal) en las palabras de Pablo, como si no mereciese ser sumo sacerdote el que había dado una orden tal como la de herirle en la boca, lo cual era contra ley. Pero entonces nota del traductor , ¿a qué viene la cita del Antiguo Testamento de no maldecir al príncipe del pueblo (Éxo 22:28)? Para Trenchard, Pablo se excusa de no haber «reconocido» o «respetado» su categoría oficial, con lo que confesaba que «había caído en falta». Alega Trenchard que ése es el sentido que el verbo griego oída tiene en 1Ts 5:12. Pero, digo yo, allí el verbo está en infinitivo, mientras que aquí está en pluscuamperfecto con significación de pretérito imperfecto, con lo que tal sentido no cuadra en este contexto según las reglas de la gramática. Lo más probable es que, al estar también presente el tribuno (v. Hch 23:10) y, probablemente, en la presidencia junto con el sumo sacerdote, Pablo no reconociese realmente al sumo sacerdote, especialmente si éste no ostentaba las insignias de su dignidad, y al tener en cuenta siempre la defectuosa vista del apóstol. ¡Salvemos la bien conocida sinceridad de Pablo, si no hay fuerza mayor que nos obligue a dar otra interpretación a sus palabras!

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