Isaías 28:23 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esta parábola, que (como muchas de las parábolas de nuestro Salvador) está tomada del oficio del agricultor, va precedida (v. Isa 28:23) de una solemne llamada a prestar atención.

1. La parábola está lo suficientemente clara: el labrador se dedica con todo esmero y prudencia a su oficio y observa cierto método y orden en su obra.

(A) En el arar y sembrar (v. Isa 28:24): «El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Estará (continuamente) abriendo y rastrillando los terrones de la tierra?» La respuesta, obviamente, es: ¡No! Puesto que ara para sembrar, no se pasa todo el tiempo arando, sino que, cuando el terreno está ya bien preparado, procede a sembrar (v. Isa 28:25): Una vez que ha igualado el terreno, siembra las semillas en su lugar y proporción convenientes.

(B) En el modo de trillar el grano (vv. Isa 28:27, Isa 28:28). Esto también requiere su método y orden. Cada clase de cereal requiere su modo especial de obtenerlo; no todos se trillan, sino que el eneldo se sacude con un palo, y el comino con una vara (v. Isa 28:27); y aun los cereales que se trillan, como el trigo y la cebada («el grano»), no son aplastados (o molidos) con el trillo, sino que, aun cuando la carreta que pasa sobre él, y los caballos que tiran de la carreta, hagan mucho ruido, no es para molerlo, sino sólo para separar el grano de la paja.

2. La mayoría de los comentaristas hacen de la parábola una respuesta a los que se rebelan contra los juicios de Dios. Le dan la siguiente aplicación: «Así como el labrador no está siempre arando, sino que también dedica su tiempo a sembrar, así también Dios no está siempre amenazando, sino que también descarga sobre los contumaces los castigos que se merecen; pero lo hace con sabiduría, a fin de que lleguen a arrepentirse y cambiar de conducta». Pero podemos dar a esta parábola mayor amplitud:

(A) Es Dios quien instruye al labrador y le enseña lo recto, pues es su Dios (v. Isa 28:26). Los labradores necesitan discreción para hacer bien sus tareas. El arte de la agricultura merece ser recomendado, pues es un servicio más necesario para la humanidad que el que le pueden prestar la mayoría de las demás artes. La habilidad del labrador procede de Dios. Esto disminuye algo el peso de la sentencia que gravita sobre el hombre a causa del pecado, pues vemos aquí que, aun cuando Dios, en castigo del pecado, le mandó al hombre trabajar la tierra con sudores y fatigas, le enseñó cómo hacerlo de la forma que más le convenía. A todos da Dios la habilidad para un oficio determinado, así como la inclinación a practicarlo con gusto; pero los labradores necesitan mayor discreción, y aun mayor inclinación, porque ellos dependen directamente de la Providencia.

(B) En cuanto al otro ejemplo del método del labrador en obtener el grano, leemos (v. Isa 28:29): «También esto salió de Jehová de las huestes». Y si esto, que pertenece todavía al arte de la agricultura, procede de la discreción que Dios otorga, «mucho más el destino y las vicisitudes de la humanidad» (Slotki). En realidad nota del traductor , todo el versículo Isa 28:29 se refiere al caso histórico de Israel en las circunstancias a la sazón. Moriarty resume admirablemente la parábola y su aplicación: «Es Dios quien le ha enseñado al labrador lo que hay que hacer. Dios tiene también su plan acerca de Judá y usa los medios y remedios que las circunstancias requieren».

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