Isaías 3:16 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La función del profeta era mostrar a todas las clases del pueblo la medida en que habían contribuido a la culpabilidad de la nación, y la parte que les había de tocar en los juicios que habían de sobrevenir a la nación. Ahora va a reprender y amonestar a las hijas de Sion, esto es, a las mujeres de Jerusalén.

1. El pecado de que acusa a las mujeres de Jerusalén se halla en el versículo Isa 3:16: «Asimismo dice Jehová. Por cuanto las hijas de Sion son altivas, y andan con el cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan, van danzando y haciendo son con los pies». La descripción es sumamente gráfica. Dos son los cargos que les hace:

(A) Son altivas, pues andan con el cuello erguido, para así parecer más altas, además de mostrar con ese gesto su arrogancia y su desdén hacia otras.

(B) Son lascivas, pues van guiñando el ojo, como indica el verbo hebreo, tratan, como dice Ryrie, de seducir a los maridos de otras con sus lujosos vestidos importados». También andaban coqueteando con un andar parecido al de las danzarinas y hacían sonar unos cascabeles sujetos a los tobillos. Así se portaban las hijas de Sion, que deberían comportarse como conviene a mujeres que profesan la piedad (comp. con 1Pe 3:3, 1Pe 3:4).

2. El castigo que les espera es el que se merecen por su pecado (vv. Isa 3:17, Isa 3:18):

(A) Ellas andaban con el cuello erguido, pero el Señor (hebr. Adonay, el Señor Soberano) iba a raparles la cabeza (v. Isa 3:17), una de las mayores afrentas que pueden hacerse a una mujer; especialmente, en la antigüedad. La segunda parte del versículo Isa 3:17 dice literalmente: «y Jehová descubrirá sus partes secretas», según el significado claro del hebreo pathén. No es, pues, un paralelismo de sinonimia, como traducen muchas versiones modernas, sino lo que la Reina-Valera designa con la expresión «descubrirá sus vergüenzas». En cambio, el hebreo dice literalmente en la primera parte del versículo: «Y herirá con sarna el Señor la coronilla de la cabeza de las hijas de Sion» (mejor que el «rapar la cabeza» de la Reina-Valera. La Biblia de las Américas ha traducido bien la primera parte, pero, como la NVI y otras modernas, ha seguido en la segunda parte una lectura menos probable del hebreo. Nota del traductor).

(B) Ellas llevaban vestidos lujosos y provocativos, sin cuidarse de lo que dejaban al descubierto, pero Dios las va a reducir a tal miseria que no tendrán dinero suficiente para cubrir su desnudez. De esta forma quedará castigada su arrogancia, juntamente con su lascivia provocadora.

(C) También estaban muy orgullosas de su ornamentación, con toda clase de paños, turbantes, joyas y amuletos que se ponían (vv. Isa 3:18-23. No quiere decir el profeta que cada mujer llevase todo lo que en estos versículos se especifica). Dice Moriarty: «Los versos siguientes … nos dan el catálogo más extenso de galas femeninas conservado en el Antiguo Testamento». No tiene mucha importancia investigar en qué consistían muchos de estos ornamentos, por cuanto las modas cambian constantemente y, con ellas, cambian también los nombres. Muchas de estas cosas podemos suponer que eran rídiculas y, si no hubiese sido porque era la moda, habrían sido objeto de burla.

3. Ellas se preocupaban demasiado del adorno exterior, pero Dios iba a castigarlas (vv. Isa 3:24-26), al hacer que llevasen la pena que correspondía al pecado: «Y en lugar de los perfumes aromáticos habrá hediondez (v. Isa 3:24), pues todo vestido lujoso se convertirá en harapos malolientes de tanto usarlo para toda clase de menesteres; y cuerda vulgar, en lugar de cinturón recamado, valioso; en vez de peinado artificioso, calvicie, es decir, cabeza rapada, como era costumbre en tiempos de duelo (v. Isa 15:2; Jer 16:6), o en dura esclavitud (v. Eze 29:18); en lugar de peto (lit.), ceñimiento de cilicio, en señal de profunda humillación, y marca de fuego (como se hacía para marcar a los esclavos) en lugar de hermosura radiante, como la de toda mujer libre, dueña de su propio atavío. Peor aún (v. Isa 3:25), los maridos caerán en la guerra, las puertas de la ciudad (v. Isa 3:26), donde se discutían todos los asuntos públicos de los habitantes, estarán llenas de duelo y lamentación, y la ciudad misma, desamparada, desolada y arruinada, se sentará en tierra, como una viuda sin sustento y sin consuelo».

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