Isaías 43:22 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El cargo que aquí le hace Dios de nuevo a Israel tiene por objeto hacer justicia a la providencia divina por haberles llevado al exilio. Ellos habían menospreciado a Dios y le habían dado de lado y, por eso, Él los había rechazado justamente, había puesto por anatema a Jacob y por oprobio a Israel (v. Isa 43:28). Ellos tienen que reconocer esto antes de estar preparados para su liberación.

1. Los pecados de que aquí se les acusa.

(A) Omitir las cosas buenas que Dios había preceptuado. Obsérvese que esta sección es introducida con un «pero» o «no obstante» (hebr. vau adversativo). Compárese con el versículo Isa 43:21, donde Dios declara los favores que les había otorgado y lo que de ellos esperaba. Pero ellos le habían pagado muy mal por Sus favores. Habían abandonado la oración (v. Isa 43:22): «No me invocaste a mí, oh Jacob». Jacob fue famoso por su oración (Ose 12:4). Jactarse del nombre de Jacob y vivir sin oración es burlarse de Dios y engañarnos a nosotros mismos. Se habían cansado de su religión, y habían escatimado las expensas de su devoción (vv. Isa 43:23, Isa 43:24). En realidad nota del traductor , lo que los versículos Isa 43:22-24 dan a entender es que durante el exilio en Babilonia, Dios no les había exigido la carga de ofrecerle sacrificios. No habían sido «fatigados» por Dios en esto.

(B) Cometer cosas malas que Dios les había prohibido. Dios no les había fatigado (v. Isa 43:23) demandándoles sacrificios, pero ellos fatigaron a Dios (v. Isa 43:24) con sus maldades. El amo no había fatigado a sus criados con sus mandamientos, pero ellos le habían fatigado con su desobediencia.

2. Agravantes de este pecado (v. Isa 43:27): (A) Eran hijos de desobediencia, pues su primer padre (con la mayor probabilidad, Jacob v. Ose 12:3.) pecó. (B) También eran discípulos de desobediencia: «Tus maestros prevaricaron contra mí». No aprendían las cosas buenas de sus mayores, pero sí aprendían las cosas malas de sus maestros.

3. Señales del desagrado de Dios contra ellos a causa de sus pecados (v. Isa 43:28): «Por tanto, yo profané (es decir, desecré, no tuve por sagrados) a los príncipes del santuario». «Los sacerdotes (cf. 1Cr 24:5). Otros traducen príncipes consagrados , lo que puede referirse ya sea a los sumos sacerdotes o a los reyes, ya que ambos eran ungidos con el óleo de consagración» (Slotki). Ellos se habían profanado a sí mismos con sus enormes pecados; y, al estar ya profanados, Dios los desecró con enormes calamidades (Mal 2:9). Igualmente fue a la ruina el honor del Estado de Israel (v. Isa 43:28): «Puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel». Dios expuso a Israel al abuso y a la burla de sus enemigos. Dice Moriarty: «El anatema (jérem) era parte de la guerra santa y consistía en la dedicación total a Dios, ordinariamente por destrucción, de la persona o cosa sobre quien se había pronunciado el anatema. Con esto cesaba la ofensa de Dios y el país quedaba purificado. Israel ha de ser purificado por medio de las naciones enemigas».

4. Riquezas de la misericordia de Dios hacia ellos a pesar de todo (v. Isa 43:25): «Yo, yo soy el que, a pesar de todo esto, borro tus rebeliones».

(A) Esta bondadosa declaración de la inclinación de Dios a perdonar el pecado de Su pueblo se inserta aquí de modo muy extraño. El cargo había sido muy grave: «Me fatigaste con tus maldades» (v. Isa 43:24, al final). Habría de esperarse ahora que añadiese: «Yo, yo soy el que te voy a destruir, para no fatigarme más preocupándome de ti». Pero no es eso lo que dice, sino: «Yo, yo soy el que te voy a perdonar». Como si el gran Dios quisiera enseñarnos con esto que el perdonar las injurias es el mejor método de guardarnos de ser fatigados por ellas. Nótese en qué forma se expresa aquí el perdón otorgado a un creyente arrepentido:

(a) «Yo, yo soy el que borro tus rebeliones», como queda borrada una nube por los rayos del sol (Isa 44:22), o como se borra una deuda para que no permanezca visible contra el deudor (se pone una cruz en el registro como si la deuda estuviese pagada, pues se perdona con base en el pago hecho efectivo por el fiador).

(b) «No me acordaré de tus pecados», con lo que no habrá disminución de Su amor en lo futuro. Cuando Dios perdona, también olvida. En cambio nosotros cuando perdonamos, raras veces olvidamos, con lo que mostramos que nuestro perdón no era lo suficientemente genuino. Téngase en cuenta que Dios no tiene memoria, porque lo tiene todo presente; pero con este antropomorfismo se nos da a entender que el perdón de Dios es completo y eterno, como completa y eterna habría permanecido Su ira sobre nosotros si nuestros pecados no hubiesen sido perdonados.

(c) Este perdón de los pecados lo otorga Dios, no por algo bueno que haya visto en nosotros o por algo bueno que nosotros le hayamos ofrecido, sino en atención al amor que le tiene a Su pueblo, o para vindicar la gloria de Su nombre.

(B) Como en otros lugares de esta profecía (v. Isa 1:18; Isa 41:1; Isa 50:8), el Señor condesciende a razonar con Su pueblo (v. Isa 43:26): «Hazme recordar, esto es, si crees que hay algo a favor tuyo que a Mí se me haya pasado por alto, házmelo saber». «Entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte». Como si dijese: «No te acuso sin darte primero una oportunidad de exponer libremente tu caso» (Slotki).

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