Jeremías 12:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El profeta no duda de que puede ser provechoso a otros saber lo que pasó aquí entre Dios y su alma y, por consiguiente, nos va a decir:

1. La libertad que se tomó humildemente de razonar con Dios acerca de Sus juicios (v. Jer 12:1). Va a disputar con Dios, no por hallar falta alguna de los procedimientos divinos, sino para inquirir sobre lo que significan. No debemos contender con nuestro Hacedor, pero podemos razonar con Él. Cuando estamos en completa oscuridad acerca de los procedimientos de la divina providencia, hemos de resolver todavía conservar un correcto concepto del carácter de Dios, de que nunca ha hecho, ni jamás hará, el menor daño a ninguna de sus criaturas. Cuando nos resulta difícil entender algunas providencias particulares, debemos recurrir a las verdades generales de la Escritura como a nuestros primeros principios, y retenerlos firmemente; por oscura que nos parezca la Providencia, Jehová es justo (v. Jer 12:1, comp. con Sal 73:1).

2. Lo que, dentro de las dispensaciones de la divina providencia, causó tropiezo a Jeremías. Los planes y designios de los malvados parecen prosperar (v. Jer 12:1): «¿Por qué es prosperado el camino de los impíos, y lo pasan bien todos los que se portan deslealmente?» Son hipócritas y traidores y, con todo, viven felices. El profeta muestra (v. Jer 12:2) que Dios ha sido indulgente con ellos: «Están plantados en buena tierra, una tierra que fluye leche y miel, ¡y tú los plantaste! Más aún, tú arrojaste de allí a los gentiles para plantar a ellos» (Sal 44:2; Sal 80:8); «y echaron raíces; su prosperidad parece corroborada, no es por casualidad, sino que se debe a un decreto de Dios (Freedman)». Dios les ha favorecido, a pesar de que se portan deslealmente con Él. Y añade: «cercano estás tú en sus bocas, pero lejos de sus riñones», es decir, de sus sentimientos más profundos. Aunque no sentían ningún afecto sincero hacia Dios, hacían creer a otros que hablaban sinceramente de Él. No es difícil la piedad de dientes para fuera. Aun cuando tenían presto en la boca el nombre de Dios, y las maneras de hablar que sabían a piedad, no querían guardar en el corazón el temor de Dios.

3. El consuelo que tenía al poder apelar a su propia integridad cuando se dirigía a Dios (v. Jer 12:3): «Pero tú, oh Jehová, me conoces». Dios sabía que él no era un impostor ni un falso profeta; quienes le odiaban no le conocían bien (1Co 2:8). Somos lo que es nuestro corazón; y nuestro corazón es bueno o malo de acuerdo con lo que es, o no es, con respecto a Dios.

4. Ora a Dios para que vuelva Su mano contra estos malvados y no aguante que sigan prosperando, aunque ya han prosperado por largo tiempo (v. Jer 12:3): «Arrebátalos como a ovejas para el degolladero, y señálalos para el día de la matanza, para que así se vea que su larga prosperidad no ha sido sino como el cebar a un animalito con el fin de que esté bien gordo el día de llevarlo al matadero» (Ose 4:16). Dios permitió que prosperasen para que, por medio de su orgullo y su lujuria, llenasen la medida de su iniquidad y estuviesen así maduros para la destrucción. «¿Hasta cuándo estará de luto la tierra …? Por la maldad de los que en ella moran, han desaparecido los ganados y las aves (v. Jer 12:4). Señor, ¿van a prosperar éstos que arruinan todo cuanto les circunda? Está marchita la hierba de todo el campo. Los animales están consumidos». Esto fue efecto de una larga sequía que ocurrió al final del reinado de Josías y al comienzo del de Joacim (Jer 3:3; Jer 8:13; Jer 9:10, Jer 9:12; Jer 14:1.). Ahora bien, ¿cómo es que esta fértil tierra se tornó estéril por la maldad de los que en ella moran? Por eso, el profeta ora que estos malvados mueran por su pecado, y que la nación entera no tenga que sufrir por causa de ellos. Llegaron a decir (v. Jer 12:4, al final): «Dios no ve nuestro fin». Es de advertir que, en hebreo, el sujeto de esta oración está oculto: Puede ser, en efecto, Dios; en tal caso significaría que Dios no se preocupa de lo que ellos llevan entre manos y, por tanto, pueden continuar en sus malvados caminos. «Otros lo refieren a Jeremías, de quien dicen que le han de sobrevivir y así él no verá cumplidas sus predicciones» (Freedman).

5. Sin transición aparente, en los versículos Jer 12:5 y Jer 12:6 tenemos la respuesta de Jehová. En realidad, la pregunta de Jeremías queda sin contestar; «no se resuelve … el problema planteado, sino que más bien se agudiza, al insinuar enigmáticamente dificultades mayores» (Asensio). Los siervos de Dios tienen lecciones que aprender, así como tienen lecciones que enseñar, y deben escuchar la voz de Dios y predicarse a sí mismos. Jeremías se había quejado de que los hombres de Anatot prosperaban a pesar de su perversidad. Ahora bien, lo que Dios le dice puede servir de respuesta a su queja:

(A) Dios le concede que es cierto que tiene motivo para quejarse (v. Jer 12:6): «Porque aun tus hermanos, también sacerdotes, y la casa de tu padre, aun ellos se portaron deslealmente contigo y, bajo apariencias de amistad, te han hecho todo el mal que pudieron; aun ellos dieron gritos en pos de ti, persiguiéndote como si fueses un criminal. Son, en realidad, de tal calaña que no los debes creer ni has de fiarte de ellos aun cuando te dirijan buenas palabras, pues aparentan ser amigos tuyos, pero en realidad son enemigos tuyos».

(B) Pero también le dice que el disgusto que siente ante la actitud persecutoria de sus paisanos es excesivo (v. Jer 12:5). Lo que ha sufrido es muy poco en comparación con lo que le espera. Bajo los dos símiles del versículo, Dios viene a decirle: si las injurias que te han hecho los hombres de Anatot han hecho tanta impresión en ti, ¿qué pasará cuando los príncipes y los jefes de los sacerdotes de Jerusalén te hagan sentir todo el peso de su poder? (Jer 20:2; Jer 32:2)». Asensio explica así las comparaciones: «Si, como hasta ahora, corres a pie en competencia con los que igualmente corren a pie y, con todo, te cansas; si ni siquiera te sientes seguro en una tierra de paz (si te das por vencido con las dificultades menores de hasta ahora), ¿cómo podrás competir en la carrera con los caballos más veloces y qué harás en la espesura del Jordán con sus fieras peligrosas?»

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