Jeremías 14:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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La disputa entre Dios y su profeta en este capítulo es parecida a la que vemos en Luc 13:7 entre el dueño de la viña y el viñador acerca de la higuera estéril. La justicia del amo la condena a ser cortada; la clemencia del viñador intercede para que se suspenda temporalmente la ejecución.

1. Dios rechaza la súplica del profeta.

(A) Nótese que, al hablar de Israel (v. Jer 14:10), no dice mi pueblo, sino este pueblo, porque han quebrantado su pacto con Él. Es cierto que se llamaban con Su nombre (v. Jer 14:9), pero habían pecado y habían provocado a Dios a retirarles Su apoyo. Dios le dice a Jeremías que no tenían las disposiciones necesarias para ser perdonados. El profeta había reconocido que sus apostasías se habían multiplicado (v. Jer 14:7), aunque había esperanza para ellos si se volvían a Dios. Pero este pueblo no mostraba ninguna disposición a volver (v. Jer 14:10): «Se deleitaron en vagar, esto es, en acudir a otros dioses. Las apostasías que deberían haber sido su vergüenza, habían sido su deleite: no dieron reposo a sus pies, de tanto vagar en pos de los ídolos». De esto es de lo que Dios les exige cuentas ahora. Al negarles la lluvia del cielo, Dios (v. Jer 14:10) se acuerda ahora de su maldad y castiga sus pecados, por los que una tierra fértil se ha convertido en desierto estéril.

(B) Aunque observan los ayunos (v. Jer 14:12) y ofrecen holocaustos y ofrendas, Jehová (v. Jer 14:10) no se agrada de ellos. Todas esas muestras de devoción: ayunos, sacrificios, etc., no las aceptará Dios, puesto que no proceden de un corazón humilde, arrepentido y reformado.

(C) También habían perdido el derecho a beneficiarse de las oraciones del profeta por no haber prestado oídos a su predicación. Por eso vemos que Dios le prohíbe a Jeremías orar por ellos (v. Jer 14:11): «Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para su bien» (comp. con Jer 7:16; Jer 11:14). Con esto no le prohibía que expresase su buena voluntad hacia ellos, sino que, en realidad, les prohibía a ellos esperar cualquier buen efecto de las oraciones de Jeremías, mientras se hiciesen los sordos a la voz de Dios en la ley. De ahí se sigue la resolución de Dios (v. Jer 14:12): «Los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia».

2. El profeta ofrece otra excusa que explica la obstinación del pueblo (v. Jer 14:13): Los profetas falsos, que pretendían estar comisionados por Dios, adulaban al pueblo con falsas seguridades de paz. Jeremías se lamenta de esto y dice: «¡Ah, ah, Señor Jehová! Hay quienes, en tu nombre, les aseguran: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera. Yo, Señor, les digo lo contrario, pero soy uno contra muchos; por tanto, Señor, ten piedad de ellos, porque son sus gobernantes los que les hacen errar». Esta excusa habría sido de algún valor si no les hubiese advertido de antemano acerca de los falsos profetas.

3. Dios no sólo rechaza esta excusa, sino que condena, tanto a los guías ciegos como a los ciegos seguidores, a caer en el mismo hoyo (vv. Jer 14:14-16). En cuanto a la excusa misma, le dice Jehová a Jeremías (v. Jer 14:14): «Mentiras profetizan los profetas en mi nombre, pues lo hacen sin la debida comisión; no los envié, ni les mandé, ni les hablé». Los que ponen sus propios pensamientos frente a la Palabra de Dios (Dios dice una cosa, y ellos piensan otra diferente) caminan en el engaño de su propio corazón, y eso será su ruina. Dios pronuncia luego la sentencia contra los falsos profetas (v. Jer 14:15). Que sepan que no tendrán paz. Se atrevieron a asegurar al pueblo que no habría espada ni hambre en la tierra, pero ellos mismos serán consumidos con espada y con hambre. Igualmente caerán por causa del hambre (v. Jer 14:16) y de la espada todos los del pueblo que se hayan dejado engañar por los falsos profetas. Sus cuerpos serán arrojados a las calles de Jerusalén y no habrá quien los entierre. De esta manera derramará Dios sobre ellos su maldad, es decir, el castigo que su maldad se merece.

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