Jeremías 18:18 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El profeta introduce aquí sus asuntos personales para nuestra instrucción.

I. Los métodos comunes de los perseguidores, los enemigos de Jeremías (v. Jer 18:18).

1. Juntan sus cabezas para consultar sobre lo que deberían hacer contra él, tanto para vengarse de él por lo que lleva dicho hasta ahora, como para taparle la boca para el porvenir: «Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías, no sólo contra su persona, sino contra las palabras que profiere contra nosotros».

2. En esto, presumían de un gran celo por la religión, la cual, según ellos parecen insinuar, estaba en peligro si a Jeremías se le consentía seguir predicando como lo hacía: «Venid y silenciémosle, porque la ley no faltará al sacerdote, etc.» (comp. con Mal 2:6: «la ley de la verdad estuvo en su boca»). Parecen decir: «En la boca de ellos buscaremos la verdad; la administración de las ordenanzas de acuerdo con la ley está en manos de ellos, y ninguna de las dos cosas les serán arrebatadas». Dos cosas dan a entender:

(A) Que Jeremías no podía ser verdadero profeta, sino un impostor, porque no había sido comisionado por los sacerdotes ni estaba de acuerdo con los demás profetas. (B) Que el contenido de sus profecías no podía proceder de Dios, porque iba algunas veces contra los profetas y los sacerdotes (v. Jer 5:31), engañaba al pueblo (v. Jer 14:14) y decía que sacerdotes y profetas quedarían estupefactos (v. Jer 18:9), que practicaban todos ellos el fraude (Jer 8:10, al final) y que llegarían a estar intoxicados (Jer 13:13).

3. Acuerdan hacer todo lo posible para destruir su reputación (v. Jer 18:18): «Venid e hirámoslo con la lengua».

4. Para dar ejemplo a los demás, resuelven no tener en cuenta nada de lo que él diga (v. Jer 18:18, al final): «Y no atendamos a ninguna de sus palabras, porque son palabras suyas, no palabras de Dios».

5. Para silenciarlo bien de una vez, resuelven darle muerte (v. Jer 18:23): «Pero tú, oh Jehová dice Jeremías , conoces todo su plan contra mí para matarme».

II. El alivio, también común, de los perseguidos. Podemos ver esto en el procedimiento que usó Jeremías, dándonos ejemplo: Inmediatamente acudió a su Dios en oración.

1. Pone su persona y su causa en las manos de Dios (v. Jer 18:19). Ellos no querían prestar atención a ninguna palabra que él dijera, ni hacer caso a ninguna de sus quejas ni tomar nota de sus pesares; pero: «Oh Jehová, dice, préstame atención y escucha la voz de los que contienden conmigo (lit.). Mira cómo gritan contra mí, cuán falso y perverso es todo lo que dicen. ¡Sean juzgados por su propia boca y haz que sus lenguas caigan sobre ellos!»

2. Se queja de la vil ingratitud de ellos hacia él (v. Jer 18:20): «¿Es que se paga mal por bien y queda sin castigo? ¿No me recompensarás tú con bien por ese mal? Mira que han cavado un hoyo a mi alma, a mi vida, de un modo cobarde; cavaron (v. Jer 18:22) un hoyo para prenderme, y a mis pies han escondido lazos» (comp. con Sal 119:85). El bien que él les había hecho es muy grande (v. Jer 18:20): «Acuérdate que me puse delante de ti para hablar el bien por ellos, para apartar de ellos tu ira». Había intercedido por ellos delante de Dios. Pero no es extraño que quienes se han olvidado de Dios no se percaten de quiénes son sus mejores amigos. Esto le daba mucho pesar, como en otro tiempo a David (Sal 35:13; Sal 109:4: «En pago de mi amor me han sido adversarios»). Así tratan los pecadores al Gran Intercesor, crucificándole de nuevo y hablando contra Él en la tierra, mientras Su sangre habla a favor de ellos en el cielo. Jeremías tenía el consuelo de que, aun cuando ellos hablaban de él con tanto desprecio, tenía el testimonio de su conciencia de que había cumplido con su deber hacia ellos.

3. Invoca los juicios de Dios contra ellos en una tremenda imprecación (vv. Jer 18:21-23). Asensio la llama «petición de castigo inexorable en un estilo durísimo en sí y de frente al estilo del Nuevo Testamento». M. Henry trata de excusarle y dice que «no lo hace llevado de una disposición vengativa, sino por indignación contra la maldad de ellos». Pide aquí: (A) Que sus familias se mueran de hambre por falta de pan. (B) Que sean cortadas por el poder de la espada en la guerra. (C) Que los terrores y desolaciones de la guerra caigan sobre ellos súbitamente y por sorpresa, para que así el castigo corresponda al pecado de ellos (v. Jer 18:22). (D) Que Dios les trate conforme a la gravedad de su pecado, el cual no tenía excusa. (E) Que la ira de Dios contra ellos les ocasione la ruina (v. Jer 18:23). Ahora bien, esto no fue escrito para que lo imitemos. Jeremías era profeta y, al impulso del espíritu de profecía, y con la previsión de la ruina que con toda certeza iba a sobrevenir a sus perseguidores, pudo proferir en sus oraciones expresiones que nosotros no debemos proferir, pues nuestro Maestro nos enseñó, con su precepto y con su ejemplo, a bendecir a los que nos maldicen, a hacer bien a los que nos aborrecen y a orar por los que nos ultrajan y nos persiguen (Mat 5:44).

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