Jeremías 20:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. Vemos primero el injusto enojo de Pasur (hebr. Pashjur) contra Jeremías y los frutos de ese enojo (vv. Jer 20:1, Jer 20:2).

(A) Pasur era sacerdote y, por ello, debería haber protegido a Jeremías, que también era sacerdote, y más todavía porque era un profeta de Jehová, por cuyos intereses habían de velar los sacerdotes. Pero este sacerdote era un perseguidor. Era hijo de Imer; esto es, de la clase decimosexta de los sacerdotes, de la que el primer jefe fue Imer (v. 1Cr 24:14). Así se distingue a este Pasur de otros dos del mismo nombre, uno de los cuales se menciona en Jer 21:1 como perteneciente a la clase quinta; el otro se menciona, junto a este segundo Pasur, en Jer 38:1, donde se habla de Gedalías hijo de Pasur.

(B) El Pasur que ahora nos ocupa era inspector jefe en la casa de Jehová y, por tanto, «encargado de cortar las actividades subversivas de quienes se presentaban como profetas» (Asensio). Éste era el gran enemigo de Jeremías. No podemos suponer que Pasur fuese uno de los que marcharon con Jeremías al valle de Tófet para oírle predicar; pero, cuando Jeremías vino a los atrios de la casa de Jehová, Pasur le oyó que profetizaba estas palabras (v. Jer 20:1) y no pudo aguantar que se atreviese a predicar, sin su permiso, en los atrios de la casa de Jehová, de la que era inspector jefe.

(C) Enfurecido contra Jeremías: (a) «Pasur le golpeó (lit.), esto es (lo más probable), hizo que le golpearan (también con la mayor probabilidad) con los 40 azotes prescritos por la Ley (Deu 25:3; 2Co 11:24). (b) También (v. Jer 20:2) lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la que (había) en (es decir, junto a) la casa de Jehová (lit.). «El cepo aseguraba los pies, las manos y el cuello, hasta doblar el cuerpo casi por completo (cf. 2Cr 16:10; Jer 29:26)» (Ryrie). Pasur intentaba con esto castigarle y exponerle al menosprecio, a fin de que no se le tuviese consideración si profetizaba.

2. Vemos luego el justo enojo de Dios contra Pasur (v. Jer 20:3): «Al día siguiente, Pasur sacó a Jeremías del cepo». El profeta tenía ahora un mensaje, de parte de Dios, para Pasur. Cuando éste le sacó del cepo, le puso Dios a Jeremías en la boca unas palabras que le habrían despertado a Pasur la conciencia, si es que tenía conciencia.

(A) ¿Quería Pasur establecerse firmemente a sí mismo al reducir al silencio a quien le reprendía por sus culpas y probablemente le habría rebajado la reputación que tenía entre el pueblo? Pues por ahí no iba a ganar Pasur ningún punto, porque:

(a) Aunque el profeta estuviese silencioso, la conciencia le daría a Pasur continuo tormento. Para confirmar esto, va a llevar un nuevo nombre impuesto por el propio Jehová: Magor-misabib, que significa terror por todos los lados, con lo que expresa así el continuo estado de pánico en que Pasur se ha de hallar un día, y del que va a contagiar a sus mejores amigos (v. Jer 20:3). Su propia imaginación le había de crear ese pánico atormentador.

(b) Al abandonarle sus deudos, contagiados de su terror, Pasur se verá obligado a ir de un lado a otro, como Caín en la tierra de Nod (Gén 4:16), pues todo el que le vea dirá: ¿Qué le pasa a este hombre para estar aterrorizado de esta manera? Y le contestarán: «Es que pesa sobre él la mano de Jehová por haber puesto a Jeremías en el cepo». Sus amigos, que habrían podido animarle, caerán (v. Jer 20:4) por la espada de sus enemigos, y los ojos de Pasur lo verán, es decir, «esto sucederá en vida de Pasur» (Freedman).

(c) Se encontrará con que le espera la venganza divina (v. Jer 20:6), ya que él y toda su familia marcharán al cautiverio, a Babilonia, donde morirá como cautivo y donde será enterrado con sus cadenas, él y todos sus amigos. Esta es la sentencia contra Pasur.

(B) ¿Quería Pasur conservar en paz al pueblo, a fin de impedir la destrucción que Jeremías profetizaba y, mediante el daño hecho a la reputación del profeta, hacer que sus palabras cayesen al suelo? Por el v. Jer 20:6 (al final) vemos que él mismo se había querido hacer pasar por verdadero profeta diciéndole al pueblo que tendrían paz. Con eso les había profetizado falsamente; y porque la profecía de Jeremías decía lo contrario de la suya, por eso se enfrentó con él. Pero, ¿podía ganar también este punto? Jeremías se mantiene firme en lo que ha dicho contra Judá y Jerusalén:

(a) El país va a la ruina (v. Jer 20:4): «A todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia». Por mucho tiempo había sido la tierra de Dios, pero ahora transfiere a Nabucodonosor su título de propiedad; éste será el amo del país y dispondrá de sus habitantes como le plazca, pero ninguno escapará de sus manos.

(b) También a la ciudad le espera la ruina (v. Jer 20:5). El rey caldeo se llevará a Babilonia todo cuanto de algún valor haya en la ciudad: Las reservas acumuladas, todo su lucro, es decir, «las riquezas obtenidas mediante las labores de ellos» (Freedman), y todas sus cosas preciosas (las cosas de mayor precio y a las que se estimaba como de mayor valor), etc. Todo ello lo pondrá Dios en manos de los enemigos, y éstos los saquearán, los tomarán y los llevarán a Babilonia.

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