Jeremías 21:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Jeremías 21:1 | Comentario Bíblico Online

1. Tenemos primero un humilde mensaje que el rey Sedequías, al verse en apuros, envió al profeta Jeremías. Se humilló lo bastante como para desear que el profeta le ayudase, pero no para admitir su consejo ni seguir sus instrucciones.

(A) El aprieto en que se hallaba Sedequías ahora (v. Jer 21:2): «Nabucodonosor, rey de Babilonia, hace guerra contra nosotros». En efecto, para entonces ya había invadido el rey caldeo el país, había puesto sitio a Jerusalén y embestía fuertemente contra ella.

(B) Los mensajeros que envió Pasur, hijo de Malaquías (no es el mismo Pasur de Jer 20:1.), y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías . Habría sido mejor tener una entrevista personal con el profeta, y el profeta le habría recibido si hasta eso llegaba la humillación del rey. Estos dos sacerdotes tienen que llevar a Jeremías, de parte de Sedequías, un respetuoso mensaje, lo cual era una humillación para ellos, y un honor para el profeta.

(C) El mensaje era el siguiente: «Te ruego que consultes acerca de nosotros a Jehová» (v. Jer 21:2). Ahora que el ejército caldeo había invadido el país, se convencían de que Jeremías era verdadero profeta, aunque les repugnase tener que reconocerlo. Bajo esta convicción desean que, como amigo de ellos, consulte a Jehová: «Consulta a Jehová acerca de nosotros le dicen ; pregúntale qué curso hemos de tomar en el apuro presente, pues las medidas que hemos tomado hasta el presente nos han resultado fallidas todas». Vemos aquí que:

(a) Los que no quieren recibir la dirección de la gracia de Dios en cuanto a verse libres de sus pecados, se alegrarían de recibir las direcciones de la providencia de Dios en cuanto a verse libres de sus apuros (v. Jer 21:2): «Quizás dicen Jehová hará con nosotros según todas sus maravillas (los portentos obrados en el pasado) y se alejará (Nabucodonosor) de nosotros».

(b) Todo su interés está centrado en verse libres de la aflicción, no en hacer las paces con Dios, y reconciliarse con Él. Por eso, no dicen: «Para que nuestro Dios se vuelva a nosotros», sino: «Para que él, nuestro enemigo, se aleje de nosotros».

(c) Toda su esperanza está puesta en que Dios ha llevado a cabo en el pasado maravillosos portentos, como ocurrió en la liberación de Jerusalén cuando Senaquerib la tenía sitiada (2Cr 32:20, 2Cr 32:21). ¿Por qué no podría también destruir del mismo modo a los que ahora tienen sitiada la ciudad? Si aquello lo hizo por oración de Isaías, ¿no podrá hacer esto por oración de Jeremías? Pero no consideraban la diferencia existente entre el rey de entonces, el piadoso Ezequías, y el de ahora, el malvado Sedequías. Además, aquellos eran días de piedad y reforma; éstos lo son de apostasía y corrupción.

2. Tenemos luego la terrible respuesta que Dios, por medio del profeta, da a este mensaje. Dios conoce, mucho mejor que Jeremías, los corazones de ellos y les da una respuesta que escasamente comporta una palabra de consuelo. Jeremías pone bien en claro que lo que dice es, no frases suyas, sino palabra de Dios (v. Jer 21:4): «Así ha dicho Jehová, Dios de Israel». Así les da a entender que, aun cuando Dios permitía que se le llamase el Dios de Israel y que había hecho anteriormente portentos maravillosos a favor de Israel y todavía tenía en reserva grandes cosas para Israel, todo esto no le valdría para nada a la presente generación, pues eran israelitas sólo de nombre. Aquí se predice:

(A) Que Dios tornará inútiles todos los esfuerzos que ellos hagan para su propia seguridad (v. Jer 21:4).

(B) Que los sitiadores se harán en breve los amos de Jerusalén y se apoderarán de todas sus riquezas (v. Jer 21:4, al final): «y yo los reuniré (a los caldeos sitiadores) en medio de esta ciudad».

(C) Que Dios mismo será enemigo de ellos. ¿Quién será entonces amigo de ellos? Jeremías no lo será, por cierto (v. Jer 21:5). Los que se rebelan contra Dios, justamente pueden esperar que Él les declare la guerra.

(D) Que los que, en busca de una falsa seguridad, traten de quedarse en la ciudad para no morir a espada, no escaparán de la espada de la justicia divina (v. Jer 21:6): «Y heriré a los moradores de esta ciudad, a los hombres y a las bestias juntamente; y morirán de pestilencia grande».

(E) Que el rey mismo, y todo el pueblo que escape de pestilencia, espada y hambre, caerán en las manos de los caldeos (v. Jer 21:7). El rey de Babilonia … los herirá a filo de espada; no los perdonará, ni tendrá piedad de ellos, ni tendrá compasión de ellos.

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