Jeremías 31:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tenemos ahora los propósitos del amor de Dios con respecto a Su pueblo. Es una palabra de Jehová (v. Jer 31:10), que las naciones tienen que oír, porque es una profecía de la obra del Señor. Son noticias que se deben publicar hasta los últimos confines, «en las islas que están lejos». Se predice:

1. Que los que ahora están esparcidos serán traídos de nuevo de las naciones en que están dispersos (v. Jer 31:10): «El que esparció a Israel, lo reúne y lo guarda, como un pastor a su rebaño». Bajo el cayado de este Grande y Buen Pastor, sus ovejas no volverán a ser esparcidas. La promesa tendrá pleno cumplimiento al final de los tiempos, no antes.

2. Que los que han sido vendidos y enajenados, serán redimidos (v. Jer 31:11) y, así, devueltos a su verdadero Dueño. Aunque el enemigo que se posesionó de Israel era más fuerte que ellos, Dios es todavía más fuerte que ese más fuerte y los ha recobrado, no con precio, sino con Su poder.

3. Que, juntamente con la libertad, tendrán abundancia y gozo, y Dios será glorificado (vv. Jer 31:12, Jer 31:13). Cuando hayan regresado a su tierra, «vendrán y darán gritos de gozo en lo alto de Sion». En la cima de ese monte cantarán alabanzas a Jehová y se deleitarán radiantes en el bien de Jehová (probable versión literal), esto es, en la abundancia de bienes (de los que se enumeran a continuación) de que Dios les provee. Con gusto le ofrendarán las primicias. Las dos últimas frases del versículo Jer 31:10 dicen literalmente: «Y el alma de ellos (la persona misma o su vida) llegará a ser como huerto regado y ya no languidecerán (como había ocurrido en el cautiverio) más en modo alguno». Preciosa promesa, que se cumplirá plenamente en la Jerusalén celestial (Apo 21:4). Nuestra alma es como un huerto bien regado cuando desciende a ella el rocío del Espíritu Santo y trae gracia y poder. Esta ausencia de lo que hace de este mundo un valle de lágrimas se declara de forma más explícita todavía en el versículo Jer 31:13, donde predominan el gozo y la alegría.

4. Que tanto los ministros del santuario como el pueblo llano tendrán abundante satisfacción en lo que Dios les dará (v. Jer 31:14): «Y satisfaré el alma del sacerdote con grosura» (lit.). Habrá tantos sacrificios sobre el altar, que los que viven del altar vivirán acomodadamente (v. Lev 7:34), ellos y sus familias; «y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová». Precisamente porque el pueblo abundará en toda clase de bienes («mi bien» dice Dios , comp. con Stg 1:17), los sacerdotes participarán de esa abundancia a través de las muchas ofrendas y sacrificios que les serán llevados.

5. Que los que habían hecho duelo por la pérdida de sus hijos, al ser llevados éstos al cautiverio, habrían de ver ese duelo convertido en gozo cuando ellos volviesen (vv. Jer 31:15-17): «Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo; Raquel que llora por sus hijos y rehúsa ser consolada porque no los hay» (lit.). Este versículo es citado en Mat 2:18, con ocasión de la matanza que hizo Herodes en los niños de Belén y sus cercanías. Ramá es mencionada aquí por ser el lugar de reunión de los cautivos (v. Jer 40:1) y por estar cerca de allí el sepulcro de Raquel (Gén 35:19 y 1Sa 10:2), de la que tanto Benjamín, una de las dos tribus del sur, como Efraín, jefe de las diez tribus del norte, descendían. Dice Freedman: «Según una antigua leyenda judía, Jacob la sepultó allí, junto al camino, con toda intención, porque previó que sus descendientes habían de pasar por allí, camino del exilio, y ella lloraría e intercedería por ellos». Los versículos Jer 31:16 y Jer 31:17 le aseguran a Raquel que «la fatiga y el cuidado que ella empleó en dar a luz a sus hijos y criarlos» (Freedman) no ha sido en vano: «porque hay salario (recompensa) para tu trabajo» (v. Jer 31:16). Dios le asegura (v. Jer 31:16, al final) que «volverán de la tierra del enemigo», por lo que (v. Jer 31:17) «hay esperanza para su (de Raquel, en sus descendientes) porvenir». Nuestra mejor esperanza está en la futura resurrección, con la mansión asegurada en la Canaán celestial.

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