Jeremías 33:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. La fecha de esta consoladora profecía es posterior a la de lo que vimos en el capítulo anterior, cuando las cosas se estaban poniendo cada vez peor, pues dice (v. Jer 33:1): «Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez». Dios habla una y otra vez para consuelo, lo mismo que para admonición, de Su pueblo. Y es que nosotros, no sólo somos tan desobedientes que necesitamos precepto sobre precepto para traernos al camino del deber, sino también tan desconfiados que necesitamos promesa sobre promesa para traernos al camino del consuelo. Esta palabra, como la anterior, le vino a Jeremías estando él aún preso.

II. El contenido de la profecía.

1. Quién es el que les asegura este consuelo (v. Jer 33:2): «Es Jehová, que hizo la tierra, Jehová, que la formó (el mismo verbo de Gén 2:7) para afianzarla; Jehová es su nombre». Nótese la triple repetición del nombre sagrado en este versículo. El mismo que primero hizo la tierra y después le dio forma para afianzarla conservándola en el ser y gobernándola por medio de la Providencia, también rehará a Jerusalén y, después de restaurarla, la establecerá firmemente. Y el que ha hecho la promesa, de seguro la cumplirá, porque Jehová es su nombre, un Dios que da el ser a Sus promesas y las cumple, conocido por ese nombre (Éxo 6:3), un Dios que lleva las cosas a la perfección. Por eso, cuando los cielos y la tierra fueron acabados, y no antes, el Creador es llamado Jehová (Gén 2:4).

2. Cómo ha de obtenerse este consuelo: mediante la oración (v. Jer 33:3): «Clama a mí, y yo te responderé». Cristo mismo debe pedir (Sal 2:8): «Pídeme, y te daré por herencia las naciones». Y continúa (v. Jer 33:3): «Y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces». Las promesas no se dan para sustituir a la oración, sino para avivarnos y animarnos a orar (v. Eze 36:37). Freedman hace notar que el texto masorético dice betsuroth («fortificadas», es decir, inaccesibles al hombre), aunque unos pocos MSS leen (como en Isa 48:6) netsuroth («ocultas»); concluye que «el más raro, o menos usado, de los dos vocablos (esto es, betsuroth) es el que con mayor probabilidad figuraba en el texto original del presente versículo».

3. La condición de Jerusalén hizo necesario que le fuesen reservados tales consuelos como éstos (vv. Jer 33:4, Jer 33:5): «… las casas de esta ciudad, sin exceptuar las casas de los reyes de Judá, están derribadas (para ser usadas) contra los terraplenes y contra la espada». Esta magnífica traducción de la NVI es la que mejor cuadra con el original hebreo. Las ruinas mismas de la ciudad, reunidas en montones, servían de defensa contra los terraplenes que el enemigo formaba para facilitar el ataque. Freedman explica brevemente el sentido del versículo Jer 33:5: «El sujeto (del verbo llegaron) son los defensores judíos de la ciudad sitiada. Su resistencia, aunque heroica, es inútil y sólo sirve para añadir más cadáveres a los montones de los muertos». Dios dice (v. Jer 33:5): «a los cuales (los defensores muertos por el enemigo) herí yo en mi furor y en mi ira». Una vez más se pone de relieve que los caldeos eran meros instrumentos en manos de Dios para castigar a Su pueblo.

4. Las bendiciones que Dios tiene reservadas para Judá y Jerusalén, con las cuales contrarrestará todas las aflicciones que ahora están experimentando.

(A) Dios proveerá para la curación, aunque la herida está considerada como incurable y mortal (v. Jer 8:22, comp. con Isa 1:5); pero Dios dice (v. Jer 33:6): «He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; yo impediré su muerte, curaré la enfermedad, y pondré en orden todas las cosas» (v. Jer 30:17).

(B) El pecado de Jerusalén era su enfermedad (Isa 1:6); así pues, su reforma será su recuperación (v. Jer 33:6): «Los curaré, y les revelaré abundancia de paz, esto es, de toda clase de bienes, y de verdad, es decir, de estabilidad, garantizada por la fidelidad de Dios a Sus promesas. Paz y verdad son los dos grandes epígrafes de todas las doctrinas contenidas en la divina revelación verdad, para dirigirnos; paz, para confortarnos . La gracia y la verdad nos vinieron de forma sobreabundante por medio del Señor Jesucristo (Jua 1:14-17).

(C) La divina revelación de paz y verdad trae sanidad y medicina a todos los que, por medio de la fe, la reciben. ¿Están los judíos dispersos y esclavizados, y yace su nación en ruinas? «Haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel» (v. Jer 33:7). ¿Es el pecado la causa de todas sus aflicciones? «Los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados, etc.» (v. Jer 33:8). Así como los ceremonialmente inmundos y, por tanto, excluidos del santuario, una vez que eran rociados con el agua de la purificación, recobraban la libertad de acceso al tabernáculo, así también tendrán ellos de nuevo el acceso a su país, con los privilegios que esto comporta, cuando Dios les haya limpiado de toda su maldad. ¿Han servido esos pecados para contribuir al deshonor de Dios? Su reforma y su restauración redundarán, en la misma medida, en su honor y alabanza (v. Jer 33:9). Las naciones vecinas llegarán a temblar ante el espectáculo de la nueva grandeza de la nación judía. Así también, cuando la Iglesia es hermosa como la luna, y esclarecida como el sol, también es imponente como ejército en orden (Cnt 6:10).

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