Jeremías 33:17 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tres de los pactos de Dios: el davídico con la descendencia dinástica, el levítico con la sucesión de sumos sacerdotes descendientes de Aarón, y el abrahámico con su descendencia general de pueblo escogido, parecían haber quedado rotos y perdidos mientras duró el cautiverio de Babilonia. Pero aquí se promete que, en el nuevo pacto, quedarán no sólo restaurados, sino ampliamente rebasados.

1. El pacto davídico quedará perfectamente cumplido en el reino mesiánico futuro (v. Jer 33:17). Con la muerte de Sedequías en el destierro, y sin hijos que le sucediesen, y con la maldición que pesaba sobre la descendencia de Jeconías (Jer 22:30), la dinastía davídica había quedado históricamente cortada. Pero la promesa de Dios no había de fracasar (2Sa 7:16; 1Re 2:4; 1Re 8:25; 1Cr 17:11-14; Sal 89:29-37), y aquí tenemos el anuncio de un sucesor de David (v. el comentario a 22:30), cuyo reino no tendrá fin (Luc 1:33). Con frases semejantes a las de Jer 31:35-37, donde se asegura la perpetuidad del nuevo pacto, se asegura también aquí (vv. Jer 33:19-21) que, mientras la naturaleza siga su curso, «no faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel» (v. Jer 33:17). Véase también Eze 37:24, Eze 37:25.

2. También quedará perpetuamente asegurado el pacto aarónico, en cuanto al culto y las funciones de sacerdotes y levitas. Durante el cautiverio no había templo ni altar, ni podían los sacerdotes ejercer sus funciones. Pero también esto revivirá. Inmediatamente después del regreso a Jerusalén hubo sacerdotes y levitas prestos a ofrecer holocaustos, toda clase de sacrificios y ofrendas (Esd 3:2-5). Pero ellos volvieron a corromper el pacto de Leví (Mal 2:8) y, en la destrucción de Jerusalén a manos de los romanos, se puso punto final a los sacrificios. Jesucristo se ofreció en sacrificio único para remisión de los pecados (He. caps. Heb 9:1-28 y Heb 10:1-39), y los creyentes son ahora sacerdotes (1Pe 2:9) que ofrecen con Él y por Él sacrificios espirituales (Rom 12:1; Heb 13:15, Heb 13:16; 1Pe 2:5). En este sentido, los «reyes» descendientes de David, y los sacerdotes y levitas descendientes de Aarón y, en general, de Leví (vv. Jer 33:17, Jer 33:18), serán numerosísimos (v. Jer 33:22). Pero el alcance escatológico de esta profecía nos obliga a examinar a fondo Isa 66:21 (véase comentario), así como los capítulos 44 46 de Ezequiel y Zac 14:20-21.

3. Finalmente, el pacto abrahámico, por el cual Israel había de ser, a través de su padre Isaac, el patriarca del pueblo escogido, con una tierra especial (la Tierra Santa), una descendencia carnal numerosa y una descendencia espiritual más numerosa todavía, quedará también perfectamente cumplido a perpetuidad (vv. Jer 33:24-26). Este pacto parecía roto durante el cautiverio (v. Jer 33:24), de tal manera que el pueblo mismo, no sus enemigos, reacciona de forma derrotista: «Las dos familias que Jehová habla escogido, las ha desechado». Nótese lo de este pueblo (el pueblo rebelde) en la primera parte del versículo Jer 33:24, y lo de mi pueblo (el pueblo escogido) en la segunda. Dice Asensio: «Con tono burlón y casi sacrílego evoca el privilegio de la elección como algo irremediablemente perdido y considera el antiguo pacto patriarcal y davídico como pasado para siempre». ¿Cómo responde a esto el propio Dios?

(A) Es un desprecio que el pueblo mismo hace de los privilegios que Dios le ha otorgado (v. Jer 33:24): «Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. Es decir, han menospreciado el privilegio de ser mi pueblo, como si fuese un privilegio sin valor alguno».

(B) No obstante esta manera despectiva de hablar de los israelitas mismos, Dios les asegura que el pacto abrahámico queda firme, y que la descendencia de Jacob no será desechada por Él mientras los astros regulen el curso del día y de la noche (v. Jer 33:25), así como las estaciones del año, etc.; en fin, mientras rijan las leyes del cielo y de la tierra.

(C) En cumplimiento de esta promesa, y ya en el futuro próximo, Dios (v. Jer 33:26) pondrá en marcha la ratificación solemne de este pacto, «porque hará volver los cautivos de ellos y tendrá compasión de ellos».

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