Jeremías 36:20 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El rollo y el rey.

1. Tan pronto como se enteró el rey, envió por el rollo y ordenó que se lo leyesen (vv. Jer 36:20, Jer 36:21). No quiso que lo leyese el propio Baruc, a quien por cierto le habían aconsejado los príncipes que, junto con Jeremías, se escondiese «y que nadie sepa dónde estáis» (v. Jer 36:19, al final). Lo mandó leer a un tal Jehudí (hebr. Yehudí, que significa «judío»), el cual ya ha salido en el versículo Jer 36:14, junto a un tal Cusí (hebr. Cushí, que significa «etíope»).

2. El rey Joacim no tuvo la misma paciencia que los príncipes para esperar a que Jehudí terminase la lectura, sino que, tan pronto como Jehudí leyó tres o cuatro planas (v. Jer 36:23), enfurecido el rey, las rasgó con un cortaplumas y las echó al fuego. Así lo hizo con las demás planas, hasta que todo el rollo (v. Jer 36:23) se consumió sobre el fuego que en el brasero había.

(A) Este gesto fue la más desvergonzada afrenta al Dios de los cielos, cuyo era este mensaje. Así mostró su impaciencia y su rebeldía ante la reprensión que recibía.

(B) Así mostró también su indignación contra Baruc y contra Jeremías, a quienes habría cortado en pedazos y echado al fuego si hubiesen estado al alcance de su mano; tal era su pasión en estos momentos.

(C) Así expresó su obstinada resolución de no plegarse jamás a las condiciones de las advertencias que se le hacían.

(D) Así, finalmente, dio a entender que tenía necias esperanzas de que no se cumplirían las amenazas declaradas contra él. Pensó que había tomado todas las medidas necesarias para que las cosas contenidas en este rollo no se divulgasen más.

3. Ni el rey ni ninguno de los príncipes quedaron ahora impresionados por la palabra (v. Jer 36:24): «Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos, etc.». Los mismos que antes (v. Jer 36:16) estaban espantados, consternados, cuando se les leyó el rollo por primera vez, se sacudieron todo espanto al ver cuán a la ligera tomaba el rey estas cosas.

4. Había tres príncipes que tuvieron el suficiente sentido y la santa valentía necesaria para tratar de impedir que el rey quemase el rollo, aunque fue en vano (v. Jer 36:25).

5. Después de entregar al fuego el documento por el cual quedaba arrestado por la palabra de Dios, firmó luego, para vengarse, la orden de arresto de Jeremías y Baruc, ministros de Dios (v. Jer 36:26), «pero Jehová los escondió».

6. Jeremías recibió de Dios la orden de escribir en otro rollo las mismas palabras que habían sido escritas en el rollo que Joacim había quemado (vv. Jer 36:27, Jer 36:28). Los enemigos pueden quemar muchas Biblias, pero no pueden abolir la Palabra de Dios ni impedir su cumplimiento. Aunque las tablas de la Ley fueron quebradas, otras nuevas fueron hechas y, del mismo modo, de las cenizas del rollo quemado por Joacim surgió como otra Ave Fénix el segundo rollo. «La palabra de Dios permanece para siempre» (1Pe 1:23).

7. Joacim, a pesar de ser el rey de Judá, fue severamente llamado a cuentas por el Rey de reyes por la indigna forma con que había tratado la Escritura Sagrada. Joacim estaba enojado porque estaba escrito allí (v. Jer 36:29): De cierto vendrá el rey de Babilonia y destruirá esta tierra. Dios y sus profetas se habían vuelto sus enemigos únicamente por decirle la verdad al declarar la inminente desolación, pero, al mismo tiempo, le habían dado una buena oportunidad para impedirlo. La ira de Dios vendrá sobre él y su familia, en primer lugar, por mano de Nabucodonosor. Su muerte y su sepultura serán ignominiosas (v. Jer 36:30, comp. con Jer 22:19). Además, dentro de unas pocas semanas, su hijo será destronado y tendrá que cambiar su regio manto por las ropas de un preso, de forma que (v. Jer 36:30) «no tendrá (Joacim) quien se siente sobre el trono de David». Hasta su descendencia y sus siervos (v. Jer 36:31) lo pasarán peor por su parentesco o relación familiar con él, pues serán castigados, no por la iniquidad de él, pero antes y peor que lo serían por su propia iniquidad si no tuvieran ninguna relación con él.

8. Cuando volvió a escribirse el rollo, a las palabras del primero (v. Jer 36:32, al final) fueron añadidas muchas otras palabras semejantes, es decir, muchas más amenazas, porque, como están decididos a caminar en contra de Dios, Dios ordenará que el horno se encienda siete veces más de lo acostumbrado.

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