Jeremías 38:14 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Jeremías 38:14 | Comentario Bíblico Online

Tenemos ahora al rey en consulta privada con Jeremías, aunque (v. Jer 38:5) lo había entregado anteriormente en manos de sus enemigos.

1. El honor que Sedequías le hizo al profeta. Después que éste fue sacado de la cisterna, el rey envió por él para que le aconsejase en privado. Se encontró con él en la tercera entrada (v. Jer 38:14) de la casa de Jehová. Dice Freedman: «Esto no se menciona en ninguna otra parte. Es quizás lo mismo que la entrada del rey de 2Re 16:18». Es posible que, de este modo, tratase de mostrar respeto a la casa de Jehová, ahora que deseaba oír la palabra de Jehová. En efecto, Sedequías le dice a Jeremías literalmente: «Te voy a preguntar una palabra (es decir, una cosa); no ocultes de mí (ninguna) palabra (es decir, ninguna cosa)». O sea, Sedequías desea que el profeta le diga la verdad, toda la verdad, por amarga que sea, aun cuando abriga esperanzas de que le diga mejores cosas que en ocasiones anteriores.

2. Jeremías teme (v. Jer 38:15) que el mensaje que le va a dar al rey no sirva para nada bueno: que el rey no haga caso al consejo que se le de y que, por otra parte, sólo sirva para poner en peligro la vida del profeta, especialmente conocida la debilidad del monarca, quien antes permitió que los príncipes hiciesen con Jeremías como les plugo. No es que Jeremías tuviese miedo de sellar con su sangre la verdad que proclamaba de parte de Dios, pero, al cumplir con nuestro deber, hemos de ser también prudentes como serpientes, como Jesús mandó, y usar los medios legítimos para preservar nuestra vida y servir a Dios y a nuestros semejantes. También Pablo invocó su condición de ciudadano romano cuando fue conveniente para proseguir su ministerio y poder presentar su caso ante el tribunal del emperador romano. Jeremías está dispuesto a darle al rey el consejo más sano, sin echarle en cara su falta de humanidad al permitir que le arrojasen a la cisterna.

3. Sedequías le garantizó, bajo juramento, que no le había de matar ni entregarle en manos de los príncipes (v. Jer 38:16). Nótese la solemnidad del juramento del rey: «Vive Jehová que nos hizo esta alma …». Freedman lo explica del modo siguiente: «Dios es el que da la vida y el que la quita; así lo haga a Sedequías si quebranta su juramento». M. Henry comenta: «No me atrevo a quitarte la vida injustamente, ya que sé que entonces perdería el derecho a conservar la mía ante Aquel que es el Señor de la vida».

4. El buen consejo que Jeremías le dio al rey, basado en buenas razones, no de prudencia política humana, sino (v. Jer 38:17) en el nombre de Jehová, Dios de las huestes, Dios de Israel. Como profeta, no como estadista, le aconseja que se rinda sin condiciones, así como la ciudad, en seguida a los príncipes del rey de Babilonia. Éste es el mismo consejo que había dado al pueblo (v. Jer 38:2; véase también Jer 21:9) de que se pasasen a los caldeos. Para persuadir al rey a aceptar su consejo, pone ante él el bien y el mal, la vida y la muerte. Si se rinde, salvará de la espada a sus hijos, y de las llamas a Jerusalén. Con sólo que reconozca la justicia de Dios, experimentará la misericordia de Dios (v. Jer 38:17, al final): «Esta ciudad no será puesta al fuego, y vivirás tú y tu casa». Pero si resiste obstinadamente, será la ruina de su casa y la de la ciudad (v. Jer 38:18). Éste es el caso de los pecadores con Dios: Si se rinden a su gracia, se salvan; si resisten a la gracia, se condenan.

5. La objeción que Sedequías puso al consejo de Jeremías (v. Jer 38:19). Si hubiese tenido la debida consideración a la autoridad, al poder, a la sabiduría y la bondad de Dios, tan pronto conoció la mente de Jehová, se habría sometido inmediatamente sin poner objeciones, pero aquí aporta consideraciones personales de carácter humano: tiene miedo, no de los caldeos cuyos príncipes son hombres de honor, sino de los judíos que ya se habían pasado a los caldeos. Viene a decir: «Temo que cuando vean que sigo el mismo camino que ellos, después de haberme opuesto tanto a que se marchasen, se rían de mí y digan: ¿Tú también te has vuelto débil como nosotros? (Isa 14:10)». Aunque su prudencia humana le aconsejase obrar de otra manera, debería aventurarse a obedecer la palabra de Dios, para preservar así, tanto su vida y la de su familia como la integridad de Jerusalén a fin de que no sufriese mayor destrucción.

6. La apremiante importunidad con que Jeremías siguió adelante con el consejo que le había dado al rey. Le asegura que, si en esto se pliega a la voluntad de Dios, lo que temía no le sobrevendrá (v. Jer 38:20): «No te entregarán. Escucha, es decir, obedece, te ruego, la voz de Jehová que yo te hablo, y te irá bien y vivirás». Le dice también cuáles serán las consecuencias si no obedece (vv. Jer 38:21-23): «No escaparás (v. Jer 38:23) de sus manos (de las de los caldeos) como esperabas». También será responsable de la destrucción completa de Jerusalén (v. Jer 38:23, al final): «y tú serás la causa de que esta ciudad sea incendiada (lit. y tú quemarás con fuego esta ciudad ), pues con un poco de sumisión y abnegación habrías podido impedirlo». Sobre el versículo Jer 38:22, dice Asensio: «En caso contrario (si no escucha la palabra de Dios), no ya los desertores, sino hasta las mujeres de su harén le despreciarán: en lúgubre procesión hacia los caldeos, las ve el profeta cantándole una elegía como al único responsable, que, miserablemente engañado por sus hombres de confianza, ha caído para siempre hundido en un fango mucho más degradante que el de la cisterna de Malaquías, a (v. Jer 38:6)».

7. El interés que puso Sedequías en que nada se supiese de esta entrevista privada con Jeremías (v. Jer 38:24): «Que nadie sepa estas palabras». No tiene nada que objetar al consejo de Jeremías y, con todo, no lo va a seguir. Sedequías quiere que se guarde el secreto, no tanto por la seguridad de Jeremías como por su propia reputación. Le dice a Jeremías cómo tiene que expresarse si los príncipes le fuerzan a explicar el motivo por el que ha venido a hablar con el rey (vv. Jer 38:25, Jer 38:26): Ha de decirles que vino únicamente a suplicar al rey que no le hiciese volver a casa de Jonatán el escriba. Así lo hizo él (v. Jer 38:27), y no hay duda de que era verdad, aunque no era toda la verdad ni tenía ninguna obligación de decirla toda a los príncipes.

Jeremías 38:14 explicación
Jeremías 38:14 reflexión para meditar
Jeremías 38:14 resumen corto para entender
Jeremías 38:14 explicación teológica para estudiar
Jeremías 38:14 resumen para niños
Jeremías 38:14 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí