Jeremías 48:14 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Continúa ahora en lenguaje conmovedor la profecía de la destrucción de Moab, no sólo para despertarles a que se arrepientan a escala nacional para impedir el desastre, o a escala personal para que se preparen convenientemente, sino también para incitarnos a nosotros a considerar el estado calamitoso de la vida humana, y el poder de la ira de Dios frente a un pueblo provocador.

1. La destrucción con que aquí se les amenaza vendrá de repente y por sorpresa. Se creían (v. Jer 48:14) «hombres valientes y robustos para la guerra», capaces de hacer frente al más poderoso enemigo, y, con todo, el desastre es inminente (v. Jer 48:16). De la misma manera que el águila se cierne sobre su presa, así también (v. Jer 48:40) el enemigo volará como águila y extenderá sus alas contra Moab, de modo que nadie pueda escapar. Rápidamente (v. Jer 48:41) son tomadas las ciudades, y ocupadas las fortalezas. Consumidas así sus defensas, los más valientes de Moab se volverán débiles como mujeres con dolores de parto.

2. Moab va a quedar en ruinas (v. Jer 48:15): «Saqueado fue Moab» del todo devastado, avergonzado y destruido (v. Jer 48:20). El reino queda destituido de su dignidad y autoridad (v. Jer 48:25): «Cortado es el cuerno (lit.) de Moab, es decir, el cuerno de su fuerza y de su poder, y su brazo quebrantado, de modo que no puede golpear ni impedir que le golpeen. Los jóvenes del país descendieron a la batalla prometiéndose que volverían victoriosos; pero Dios les dice (v. Jer 48:15) que descenderían al degolladero. Los que son enemigos del pueblo de Dios dejarán pronto de ser pueblo.

3. La destrucción es digna de gran lamentación y tornará el gozo en profunda tristeza. El propio profeta se une al coro de lamentadores (v. Jer 48:31): «yo aullaré sobre Moab, etc.». Amargamente llorará por Sibmá (v. Jer 48:32); su corazón (v. Jer 48:36) resonará como flautas por causa de Moab dice , en clara alusión a las flautas con que se acompañaba el canto fúnebre de los lamentadores. La ruina de los pecadores no es un placer para Dios y, por tanto, también a nosotros debería causarnos pena. Estos pasajes, y muchos otros de este capítulo, son parecidos a los de Isaías en sus profecías contra Moab (Isa 15:1); porque, aun cuando mediaba gran distancia de tiempo entre su profecía y ésta de Jeremías, ambas eran dictadas por un mismo Espíritu.

4. También los moabitas se lamentarán, por supuesto. Los que se sentaban en gloria, en medio de las riquezas y del jolgorio, se sentarán ahora (v. Jer 48:18) en tierra seca, en lugares áridos, sin agua y sin alivio. Los moabitas que habiten en los remotos rincones del país preguntarán a cualquiera que vaya huyendo: ¿Qué ha acontecido? (v. Jer 48:19). Y cuando se les diga que todo Moab está devastado (v. Jer 48:20, al final), aullarán (lit.) y gritarán (v. Jer 48:20); dejarán las ciudades (v. Jer 48:28) e irán a habitar en peñascos, donde podrán dar rienda suelta a su melancolía; ya no serán aves cantoras, sino aves lamentadoras como la paloma (v. Jer 48:28, comp. con Eze 7:16).

5. Lo que mayor gozo daba a Moab eran sus frutas agradables y la abundancia de sus ricas viñas. Si se les quitaban esos deleites de los sentidos y se les destruían los huertos y los viñedos, se les haría cesar todo gozo (Ose 2:11, Ose 2:12). Eso es lo que vemos en el versículo Jer 48:33: «Y fue cortada la alegría y el regocijo de los campos fértiles, y de la tierra de Moab, etc.». Quienes hacen de los deleites del sentido su gozo más importante, se someten a sí mismos a la tiranía de la mayor pesadumbre, puesto que pueden quedar desposeídos de tales cosas en poco tiempo y con la mayor facilidad; mientras que los que se regocijan en Dios, pueden disfrutar del mayor gozo incluso cuando la higuera no florezca ni en las vides haya frutos (Hab 3:17, Hab 3:18).

6. Todos sus vecinos son convocados a lamentarse con ellos y a condolerse de su ruina (v. Jer 48:17): «Compadeceos de él (Moab) todos los que estáis alrededor suyo». Que nadie se engría de su fuerza ni de su belleza, ni ponga su confianza en esas cosas, pues ninguna de ellas le asegurará contra los juicios de Dios, sino que le dejará en la mayor vergüenza y confusión, como a Moab, cuya lamentable destrucción lo dejó completamente avergonzado. «Embriagadle, dice el profeta, porque contra Jehová se engrandeció» (v. Jer 48:26, comp. con Jer 25:15). «Embriagarle» equivale a darle de beber de la copa del vino del furor de Jehová.

7. Esta destrucción les afecta en lo que más estiman: sus riquezas (v. Jer 48:36), más aún que las frutas de verano y las uvas de la vendimia: «porque perecieron las riquezas que habían hecho». Las riquezas, como el polvo, se nos escabullen de los dedos tanto más fácilmente cuanto más fuertemente las apretamos. Y aun esto no es lo peor de todo; incluso aquellos cuya religión es falsa estaban encantados de ella más que de ninguna otra cosa, y, por consiguiente, aunque en realidad era una promesa, para ellos era una amenaza (v. Jer 48:35) el que Dios había de exterminar de Moab a quien sacrifique en los lugares altos y a quien ofrezca incienso a sus dioses. Los lugares altos habían de ser derruidos completamente, los campos de los oferentes quedarían en total desolación y los sacerdotes mismos de los ídolos serían asesinados o deportados como cautivos (v. Jer 48:7).

8. Era una justa destrucción, pues la habían merecido por sus muchos y graves pecados.

(A) El pecado del que más notoriamente eran culpables era el orgullo. Se menciona seis veces en un solo versículo (v. Jer 48:29): «Hemos oído, dice, todos hemos oído, la soberbia de Moab, etc.». Ya se les acusaba de eso en Isa 16:6, pero aquí se pone de relieve más que allí. Dos ejemplos se nos presentan del orgullo de Moab: (a) Se ha portado insolentemente con Dios y, por eso, debe ser abatido, porque contra Jehová se engrandeció (v. Jer 48:26). Los moabitas preferían a Quemós antes que a Jehová y creían que podían así desafiar al Dios de Israel. (b) Se ha portado de modo escarnecedor con Israel en las recientes horas de aflicción para el pueblo de Dios; por consiguiente, Moab caerá en las mismas aflicciones y será motivo de escarnio (v. Jer 48:26, al final), por cuanto Israel le fue motivo de escarnio también a él (v. Jer 48:27). Los moabitas (v. Jer 48:27) se llenaban de gozo y se reían de cualquier israelita que se hallase en aflicción: «Porque siempre que hablas de él (Israel), meneas la cabeza», en un gesto de desprecio y burla, como hicieron con nuestro Salvador cuando se hallaba en la Cruz por nuestros pecados.

(B) También habían sido culpables de malignidad contra el pueblo de Dios, y actuado traicioneramente contra él (v. Jer 48:30), como se ve todavía mejor en 2Re 24:2, donde vemos a los moabitas que ayudan a las tropas caldeas contra Israel. Pero la nación de cuya caída se alegran, se ha de recuperar un día. Lo que se dice de los pecadores en general (Isa 24:17, Isa 24:18), que el que huya del pánico, caerá en el foso; y el que salga de en medio del foso, será preso en la trampa, se predice aquí en particular acerca de los pecadores de Moab (v. Jer 48:44). Las expresiones figuradas que se usan en dicho versículo, se hallan explicadas en el v. Jer 48:45 en cuanto a uno de los ejemplos: «A la sombra de Jesbón se pararon sin fuerzas los que huían», es decir, los que huían de las aldeas por miedo a las fuerzas del enemigo se cobijaron en Jesbón; pensaban que allí estarían seguros, del mismo modo que, aún ahora, se cobijan algunas fuerzas debajo de los cañones y tanques de una ciudad fortificada; pero, cuando hayan huido del hoyo, caerán en la trampa: Jesbón, que ellos creían que les iba a dar cobijo, los va a devorar, los va a consumir a fuego, según había profetizado Moisés muchos siglos antes (Núm 21:28).

9. El capítulo concluye con una breve promesa de que (v. Jer 48:47) Dios hará volver a los cautivos de Moab en lo postrero de los tiempos. El mismo Dios que hace ir a la cautividad, hace también volver de ella. Así de tiernamente se porta Dios con los moabitas. Y si así trata a los descendientes de Lot, ¡qué no hará por Su pueblo escogido! Esta profecía concerniente a Moab es larga, pero aquí termina, y termina de forma consoladora: «Hasta aquí es la sentencia sobre Moab» (v. Jer 48:47, al final).

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