Jeremías 51:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Jeremías 51:1 | Comentario Bíblico Online

1. Reconocimiento de la gran pompa y del poder que Babilonia había disfrutado, y el uso que Dios, en su Providencia, había hecho de eso (v. Jer 51:7): «Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, un imperio rico y poderoso, la cabeza de oro de Dan 2:38 (comp. con Jer 25:15.)». En mano de Jehová, porque Babilonia fue instrumento con que Dios castigó a muchas otras naciones. Mazo de guerra (v. Jer 51:20) con que quebrantar a diestro y siniestro. En la Biblia Hebrea impresiona ver, formando una columna al comienzo de cada renglón, nueve veces repetido (vv. BHS Jer 51:20-23), el vocablo wenipatstí («y quebrantaré con mazo» en imperfecto, por el waw conversivo, que cambia los tiempos ). Nada de lo que hay de provechoso en otras naciones se libra de estos mazazos de Dios por medio de Babilonia: caballos y jinetes, carros y aurigas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, donceles y doncellas, pastores y rebaños, labradores y sus yuntas, gobernadores y magistrados. Tal es el desastre que los caldeos han causado cuando Dios los ha usado como instrumentos de Su ira para castigar a las otras naciones. Ahora les va a tocar a ellos.

2. El cargo que se le hace a Babilonia en el versículo Jer 51:9 es que se ha hecho incorregible: «Hemos intentado curar a Babilonia y no ha sanado». ¿Quién dice esas palabras? Como en otras ocasiones, es probable que Peake (citado por Freedman) esté en lo cierto cuando comenta: «Debemos suponer que los que así hablan son extranjeros residentes en Babilonia, no los cautivos, puesto que estos últimos celebrarían con gozo la caída del opresor. Responden a la irónica invitación del versículo 8». Con todo, no es de despreciar la opinión de M. Henry, quien ve aquí un intento de Israel de sanar la idolatría de Babilonia, convenciéndoles de la inutilidad de sus falsos dioses (Jer 10:11), tanto más cuanto que este último versículo que acabamos de citar ¡está en arameo!, como para testimonio a los babilonios en una lengua que todos podían entender.

3. Otro cargo que se le hace es su inveterada malignidad contra Israel. Las demás naciones habían sido tratadas igualmente con crueldad por los caldeos, pero es Israel la que acude a su Dios a quejarse del trato que Babilonia le ha dado y le pide que caiga sobre Babilonia toda la violencia que Israel ha sufrido de manos de los caldeos (vv. Jer 51:34, Jer 51:35). Los detalles del versículo Jer 51:34 son muy gráficos. Únicamente el último vocablo (hebr. hedijaniw con el waw puntuado como incierto ) resulta oscuro; las versiones varían entre el «me echó fuera» (RV 1960), o expresiones parecidas, y el «me dejó sin nada» (RV 1977), que parece más probable (lit. me limpió del todo, me lavó hasta dejarme limpia), figura que aparece en otros lugares del Antiguo Testamento. Comenta Freedman: «Me ha lavado limpia. Ha hecho una limpieza general de mis posesiones, dejándome sin nada».

4. La sentencia que, ante esta apelación de Israel, pronuncia el justo Juez de cielos y tierra a favor de Su pueblo y contra Babilonia. Responde (v. Jer 51:36): «He aquí que yo abogo por tu causa; déjamela a mí y, a su debido tiempo, yo la patrocinaré, la defenderé y haré venganza por ti; de cada gota de la sangre de Jerusalén se pedirá cuenta con todo interés». Dios trata a Israel mejor de lo que se merece y, a pesar de sus iniquidades y de las severidades de Dios, Israel no está desamparado. Dios es todavía su Dios y actuará a favor de él como Jehová de las huestes, un Dios poderoso. Jehová, Dios de retribuciones (v. Jer 51:56, al final), de cierto da la paga. Él pagará (v. Jer 51:24) a Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en Sion. Ciro medirá a los caldeos con la misma medida con que los caldeos midieron a los judíos. Los hijos de Sion saldrán triunfantes y podrán decir (v. Jer 51:10): «Jehová hizo patente nuestra justicia; venid y contemos en Sion la obra de Jehová nuestro Dios».

5. Una declaración de la soberanía de Dios al defender la causa de Sion y tomar a su cargo el pedir cuentas a este orgulloso y poderoso enemigo (v. Jer 51:14): «Yo te llenaré de hombres como de langostas y levantarán contra ti gritos de victoria (hebr. heidad, el hurra de victoria Asensio ). Dios llenará Babilonia de un número tan grande de fuerzas enemigas, que serán como una enorme plaga de langostas. Pero, ¿quién es el que puede hacer añicos un imperio tan poderoso como el de Babilonia? El profeta se refiere a Él con base en la descripción que de Él había hecho en Jer 10:12-16, y la repite aquí para mostrar que Dios ha de convencer por medio de Sus juicios a los que no se dejan convencer por Su palabra, de que es Dios sobre todos. En efecto:

(A) Él es el Dios que creó el Universo (v. Jer 51:15): «El que hizo la tierra con Su poder, el que afianzó el mundo con Su sabiduría, y extendió los cielos con Su inteligencia» (v. el comentario a 10:12 y ss.).

(B) Él gobierna y controla todas las criaturas que ha hecho (v. Jer 51:26). Su providencia es una continua creación.

(C) Los ídolos (vv. Jer 51:17, Jer 51:18) que se oponen al cumplimiento de la palabra de Jehová son una falsedad, no tienen aliento; son una cosa vana, obra digna de burla, sus adoradores están embrutecidos, son, en realidad, peores que las bestias, y sus orfebres quedan avergonzados cuando el poder de sus obras es puesto a prueba y resulta que no sirven para nada, pues no pueden ayudar ni proteger.

(D) Pero el Dios de Israel no es como esos ídolos (v. Jer 51:19): «No es como ellos la porción de Jacob (v. el comentario a 10:16). El Dios que habla de este modo y cumple lo que habla es el Formador de todo … Jehová de las huestes es Su nombre; y hay una relación muy estrecha entre Él y Su pueblo, porque Él es la porción de Israel, e Israel es la tribu de Su herencia».

6. Una descripción de los instrumentos que han de emplearse en este servicio (v. Jer 51:11): «Jehová ha despertado el espíritu de los reyes de Media, Darío y Ciro, que vendrán contra Babilonia por instigación de Dios, porque contra Babilonia es su estrategia para destruirla». Los que son empleados por Dios contra Babilonia son comparados (v. Jer 51:1) a un viento destructor que, o con su frío helador congela los frutos de la tierra, o con su fiero empuje los abate y los arrastra. Este viento es sacado de los depósitos de Dios (v. Jer 51:16), viento (v. Jer 51:1) destructor y aventador (v. Jer 51:2) contra Babilonia y contra los habitantes de Leb-Camay. El hebreo Leb qamay significa «el corazón de los que se levantan contra mí», pero aquí es, como Sheshak en Jer 25:26, un vocablo críptico que designa Cashdim (Caldea). Los extranjeros que aventarán a los caldeos (v. Jer 51:2) son comparados al bieldo con que los labradores separan el grano de la paja. Los caldeos serán arrastrados por el viento (comp. con Sal 1:4), de la misma manera que ellos han servido de bieldo para aventar el pueblo de Dios (Jer 15:7).

7. Se les da amplia comisión a los conquistadores de Babilonia para que destruyan el ejército caldeo (v. Jer 51:3). La primera parte de este versículo Jer 51:3 resulta difícil, ya que parece contradecir a la segunda. Los autores de la obra Search the Scriptures y otros exegetas entienden la primera parte como dirigida a los defensores de Babilonia para advertirles que toda defensa será inútil. Cuentan con el apoyo de muchos MSS que leen el (contra) en lugar de al (no), pero la construcción gramatical no admite otra partícula que al, conforme a la lectura de bastantes MSS. Además, la segunda parte del versículo va dirigida obviamente a los atacantes; luego también la primera debe referirse a ellos. «La mejor solución es la propuesta por Ehrlich, quien acepta la lectura al y entiende todo el versículo como dirigido al ejército sitiador, y lo conecta con el versículo Jer 51:5: No entese su arco el arquero ni se vista de su cota de malla; no tendréis necesidad de luchar porque (según se declara en el v. Jer 51:5) Dios acude a rescatar a Israel; no perdonéis a sus jóvenes, porque (según se declara en el v. Jer 51:5) la tierra de ellos (los caldeos) está llena de culpa» (Freedman).

8. Se convoca (vv. Jer 51:27, Jer 51:28) a que se hagan todos los preparativos necesarios para esta empresa. Hay que alzar bandera (v. Jer 51:27) para reunir a las naciones que van a participar en el ataque contra Babilonia. Hay que tocar la trompeta para dar las señales convenientes antes de, y durante, la batalla. Para esta lucha deben reclutar las naciones lo mejor de sus hombres aptos para la guerra, lo mejor de sus jinetes y de sus cabalgaduras: los reinos de Araraty de Miní, en Armenia, y de Askenaz, no lejos de los dos anteriores (Gén 10:3); haced subir caballos como langostas erizadas. Dice Payne Smith (citado por Freedman): «El vocablo para erizadas (samar) describe a las langostas en la tercera fase de su desarrollo, cuando sus alas están envueltas en duras cápsulas córneas, adheridas a su espalda. Es en esta fase cuando son tan destructivas». Con esta figura se describe la desolación que los enemigos de Babilonia van a llevar a cabo contra ella (comp. con Joe 1:4).

9. La debilidad de los caldeos y su impotencia para hacer frente al ataque que se les viene encima. Los versículo Jer 51:11 y Jer 51:12, contra la opinión de M. Henry, no van dirigidos «irónicamente» a las fuerzas caldeas, sino a las tropas atacantes, a quienes se exhorta a desempolvar las armas y llevar a cabo el ataque contra Babilonia (comp. con v. Jer 51:27). Los caldeos (v. Jer 51:30) han dejado de pelear, se encerraron en sus fortines, les faltaron las fuerzas, se volvieron como mujeres. Dios se encargó de quitarles el coraje necesario para combatir y las fuerzas físicas para ello; con lo que el enemigo, al no hallar resistencia, pondrá fuego a la ciudad (vv. Jer 51:30, Jer 51:56-58). Todos los estamentos de la sociedad (v. Jer 51:57) cobardearán del mismo modo. De nada les servirá el muro ancho de Babilonia (v. Jer 51:58). Si el enemigo va a ser capaz de vadear el Éufrates, que era considerado intransitable, ¿acaso podrá ser considerado inexpugnable el muro de Babilonia, por ancho que sea? ¡Será derribado enteramente, y sus altas puertas serán quemadas a fuego! (v. Jer 51:58).

10. La destrucción de Babilonia es segura. Está empeñado en ella el poder de Dios, al que nadie ni nada puede resistir (v. Jer 51:8), aunque cuando Jeremías profetizó esto, y por muchos años después, Babilonia estaba en el cenit de su poder y de su grandeza. Y es que, además de estar empeñado en esta destrucción el poder de Dios:

(A) Era una destrucción justa. Babilonia se la ha merecido, porque (v. Jer 51:25) ha sido un monte destructor de toda la tierra, del mismo modo que las grandes rocas desprendidas de los montes quebrados echan a perder todo lo que hay bajo sus pies en muchos kilómetros a la redonda; pero ahora Dios (v. Jer 51:25) lo hará rodar de las peñas y lo reducirá a monte quemado. También ha sido Babilonia (v. Jer 51:33) como una era bien apisonada y dispuesta para trillar a Israel, pero también a ella le llegará la hora de ser trillada (comp. con Isa 21:10; Isa 41:15, Isa 41:16; Miq 4:13). Mora entre muchas aguas y es rica en tesoros (v. Jer 51:13), pero le viene su fin (vv. Jer 51:13.). Correo tras correo, mensajero tras mensajero, vienen anunciándole al rey de Babilonia (v. Jer 51:31) «que su ciudad es tomada por todas partes». Por otro lado, es demasiado orgulloso como para negociar condiciones de paz. El corazón de los caldeos se endurece para su propia destrucción.

(B) Era una destrucción repentina. El propio rey (Nabonido) de Caldea estaba a tal distancia de la ciudad que se enteró de su caída cuando todavía estaba lejos de ella. Las noticias que llegaban eran terribles (v. Jer 51:32): «Los vados fueron tomados, los baluartes quemados a fuego, y se consternaron los hombres de guerra». El versículo Jer 51:39 (comp. con Dan 5:30) parece aludir al banquete profano y sacrílego que celebraban a la misma hora en que la ciudad era tomada. Mientras calientes por el vino, rugen como leones, todos a una (v. Jer 51:38), Jehová los va a embriagar (v. Jer 51:39) con el cáliz de Su ira. Han pasado de mano en mano las copas del licor; ahora se vuelve hacia ellos el cáliz de la mano derecha de Jehová (Hab 2:15, Hab 2:16). Ya pueden ponerse tan alegres como deseen, pues (Dan 5:30), «aquella misma noche fue muerto Belsasar, rey de los caldeos». La fuerza de los enemigos es comparada aquí a una gran inundación (v. Jer 51:42): «Subió el mar sobre Babilonia; fue cubierta de la multitud de sus olas», sobrepujada por un enorme ejército que la devasta (v. Jer 51:43): «Sus ciudades han quedado hechas una desolación, tierra seca y desierto»; un desierto deshabitado y sin cultivar.

(C) Era una destrucción que había de alcanzar a los dioses de Babilonia, a los ídolos y a sus imágenes. «En señal de que toda la tierra (v. Jer 51:47) será avergonzada y todos sus muertos caerán en medio de ella, Dios castigará los ídolos de Babilonia. Este castigo-visitación de los ídolos se repite en el versículo Jer 51:52, mientras en toda su tierra gemirán los heridos (v. Jer 51:52). Pero el primer ídolo castigado por Dios será el principal dios que los babilonios adoraban por eso, su nombre se menciona el primero, pues será el primero en el castigo (v. Jer 51:44): «Y castigaré a Bel dice Dios en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado», esto es, todo lo que los babilonios han consagrado en sacrificios a su dios, después de despojar a las naciones que han conquistado. Los ídolos serán destruidos cuando Babilonia sea reducida a montones (v. Jer 51:37) y a perpetuo asolamiento (v. Jer 51:26, al final); una desolación tal que ni siquiera las piedras de sus antiguos edificios serán tomadas (v. Jer 51:26) para piedras de esquina ni para cimiento. Esto no es de extrañar por cuanto, al ser incendiada la ciudad, sus piedras quedarán calcinadas y, por tanto, inservibles para cualquier construcción.

11. Viene ahora un llamamiento de Dios a Su pueblo para que salga de Babilonia. «Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida» (v. Jer 51:6). Es una medida obvia de prudencia el abandonar la ciudad cuando se aproxima la ruina. Y de nuevo (v. Jer 51:45, comp. con Jer 50:8; Isa 48:20; Apo 18:4): «Salid de en medio de ella, pueblo mío, etc.». Los que no disponen de gracia suficiente para guardar su temple durante la tentación, deben tener la prudencia suficiente para escabullirse lejos del camino de la tentación. Se les manda no detenerse; que el recuerdo de Jehová y de Jerusalén les espolee a escapar (v. Jer 51:50): «Los que escapasteis de la espada de los caldeos, vuestros opresores, y de la espada de los persas, sus destructores, no os detengáis, daos prisa en salir y daos prisa en llegar; acordaos desde lejos de Jehová, y que Jerusalén os venga en mientes; daos prisa en llegar a Canaán, pues es la tierra prometida, la tierra de vuestro descanso; Babilonia no lo es; no es lugar de promesa y de descanso, sino de maldición y de confusión, de espanto y burla (v. Jer 51:37, al final)».

12. Los israelitas habían sufrido primero la afrenta a manos de los caldeos. El mero recuerdo de Jerusalén (v. Jer 51:50, al final) hace que los cautivos (v. Jer 51:51) confiesen su vergüenza ante la afrenta que los caldeos infirieron a la casa de Dios: «Estamos avergonzados, porque oímos la afrenta; la confusión cubrió nuestros rostros, porque penetraron extranjeros hasta los santuarios de la casa de Jehová. El templo ha sido profanado, ¿cómo podemos pensar en él con placer?» A esto responde Dios en los versículos Jer 51:52, Jer 51:53 que ahora va a castigar y destruir los dioses de Babilonia y, de este modo, aquella afrenta quedará por siempre resarcida.

13. Los diversos sentimientos suscitados por la caída de Babilonia. (A) Algunos se lamentarán de la destrucción de la ciudad (v. Jer 51:41): «¡Cómo fue apresada Sesac (nombre críptico de Babilonia v. Jer 25:26 ), y fue tomada la que era alabada por toda la tierra!, etc.». En cambio, los versículos Jer 51:54 y Jer 51:55 (contra la opinión de M. Henry) no reflejan los sentimientos de los amigos o admiradores de Babilonia, sino que «con mayor probabilidad, se refieren al tumulto del enemigo atacante, que ahogará el ruido del interior de la ciudad sentenciada» (Freedman). (B) Muchos más se alegrarán de la caída de Babilonia (v. Jer 51:48); los buenos se gozarán de ello, no por la terrible destrucción que se cierne sobre unos semejantes, criaturas de Dios como nosotros, sino como una manifestación del justo juicio de Dios y porque abre las puertas para la liberación de los cautivos de Jehová.

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