Job 1:13 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Informe de las aflicciones de Job

I. Satanás comenzó a atormentarle el mismo día en que sus hijos comenzaban un nuevo turno de convites en casa de su hermano el primogénito (v. Job 1:13).

II. Todas las aflicciones llegaron al mismo tiempo; mientras un emisario le daba malas noticias, venía otro sin dejarle terminar el informe y, tras el segundo, un tercero y, tras el tercero, un cuarto.

1. Así podía parecer, con mayor probabilidad, que era una muestra de extraordinario desagrado por parte de Dios contra él. 2. Así tenía menos respiro para pararse a considerar y disponerse a someterse humildemente a los designios de la Providencia, ya que quedaba abrumado de una vez por la tremenda complicación de las calamidades.

III. Le fue arrebatado a un mismo tiempo todo cuanto poseía.

1. Tenía 500 yuntas de bueyes y 500 asnas, con el número de criados conveniente para cuidar de los animales, y los perdió a todos de una vez (vv. Job 1:14, Job 1:15). Sus vecinos los sabeos se llevaron los bueyes y las asnas y mataron a los criados que se aprestaban bravamente a defender los animales. Sólo escapó uno para contarlo. Cuando el diablo obtiene de Dios el permiso para hacer el mal, nunca le faltan malvados que le sirvan de instrumentos para perpetrarlo.

2. Tenía 7.000 ovejas y los pastores necesarios para apacentarlas. Una tormenta de múltiples rayos acabó con todo ello (v. Job 1:16). Job podía acusar de crimen a los sabeos y perseguirlos por su injusticia y por su crueldad, pero ¿a quién iba a acusar ahora? Podría verse tentado a decir: En vano sirvo a Dios.

El emisario llamó a los rayos fuego de Dios, como el fuego de parte de Jehová (Gén 19:24) que consumió a Sodoma y a Gomorra ¡Qué terrible noticia la de esta destrucción que venía directamente de la mano de Dios!

3. Tenía 3.000 camellos (dromedarios) y los criados necesarios para cuidar de ellos. Todos cayeron al mismo tiempo en manos de los caldeos, quienes se llevaron los animales y mataron a los criados (v. Job 1:17).

Cuando los impíos prosperan mientras los justos sufren, los juicios de Dios son como el gran abismo (Sal 36:6), cuyo fondo no podemos hallar, porque no lo tiene (abismo significa «sin fondo»).

4. Sus posesiones más preciadas y queridas eran sus hijos; y, para concluir la tragedia, le llegan nuevas, al mismo tiempo que las otras, de que los diez habían quedado muertos y enterrados bajo las ruinas de la casa donde estaban banqueteando, junto con los criados que les servían, excepto el que vino a traer a Job la noticia (vv. Job 1:18, Job 1:19).

Esta fue la mayor de las pérdidas y, por eso, el diablo se la guardó para el final, a fin de que, si las otras provocaciones fallaban, ésta al menos le incitase a maldecir a Dios. Nuestros hijos son como parte de nosotros mismos; resulta muy duro desprenderse de ellos, y su pérdida le llega a un padre a lo más hondo. Pero perderlos todos, al ser muchos, y todos al mismo tiempo, cuando por tantos años habían sido objetos de sus cuidados y esperanzas, era cosa extremadamente dura. Y, si hubiesen muerto cuando estaban orando, habría podido tener algún consuelo, pero los perdió cuando comían, bebían y tenían juerga. Le fueron quitados precisamente cuando más los necesitaba para consolarse de las otras pérdidas.

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