Job 1:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Job era, además de recto y piadoso, sabio y prudente, rico y grande en todos los aspectos, de tal manera que habríamos de pensar que la montaña de su prosperidad era tan fuerte y firme que no había cosa que pudiese removerla o sacudirla. Pero aquí vemos aproximarse sobre la cabeza de Job una negra y densa nube.

El diablo, tanto mayor enemigo de Job cuanto más eminente era la piedad de éste, pidió y obtuvo permiso para atormentarle. Es posible, y aun probable, que la dramatización que el autor hace aquí de la conversación entre Dios y Satanás sea parabólica, como la de Miqueas en 2Re 22:19., pero no deroga en forma alguna la credibilidad de la historia de Job en general.

I. Entre los hijos de Dios (de ordinario, los ángeles), hallamos (v. Job 1:6) un adversario, pues eso es lo que significa Satanás: un enemigo de Dios, de los hombres y de todo lo bueno. Este adversario se mete de rondón en esta asamblea de los hijos de Dios, pero con muy diferente objetivo. Los ángeles son presentados en la Biblia actuando benéficamente en servicio de los hombres (V. Heb 1:14) o realizando diversas actividades por encargo de Dios (V. por ej., Gén 19:15-22). En cambio, Satanás, el acusador de los hermanos (Apo 12:10), sólo intenta hacer daño, pues es mentiroso y homicida (Jua 8:44).

II. Dios pregunta a Satanás (v. Job 1:7): ¿De dónde vienes? Dios sabía muy bien de dónde venía Satanás y qué objetivo le traía allí, pero le pregunta delante de los ángeles como para pedirle cuentas de sus actividades y mostrarle que le tiene bajo su vigilancia y control.

III. El informe que Satanás da de sus actividades por el mundo. «De recorrer dice la tierra y de andar por ella.» 1. No declara haber hecho nada ni bueno ni malo; se contenta con informar de sus «paseos», sin decir la verdad de que «siempre anda dando vueltas buscando a quien devorar» (1Pe 5:8). 2. Satanás nos muestra aquí su actividad incesante. Como ser incorpóreo, no siente sueño, hambre ni cansancio. Por otra parte, su invisibilidad hace que no se sienta su presencia; por lo que puede introducirse en cualquier lugar, sin pagar aduana ni visado de entrada. No hay, pues, lugar seguro contra el diablo. En realidad merodea en torno a los creyentes, para explorar el lado flaco de cada uno y ver por dónde le puede entrar. El diablo y todos sus demonios frecuentan más las iglesias que las salas de fiestas, pues en éstas no hace falta su presencia, se bastan a sí mismos los mundanos para hacerse daño moral y espiritual, tanto como físico.

IV. La pregunta que, a continuación, le hace Dios acerca de Job (v. Job 1:8): ¿No has considerado a mi siervo Job? ¡Cuán honorablemente habla Dios de Job! No hay otro como él en la tierra. Como si dijese: «¿Cómo es que no te has dado cuenta de la extraordinaria virtud de ese hombre? Es mi siervo» (comp. con Isa 42:1) ¿Qué elogio mayor que ése? A continuación Dios repite las mismas palabras laudatorias que ya había inspirado al autor del libro (v. Job 1:1): Varón cabal y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.

V. La vil insinuación del diablo contra Job en respuesta a la pregunta de Dios. No podía negar que Job era un hombre cabal y recto, pero da a entender que Job teme y sirve a Dios por interés mercenario (v. Job 1:9): «¿Acaso teme Job a Dios de balde?» Satanás se impacienta al oír elogios sobre Job, aun cuando sea Dios mismo quien le elogia. Los que no soportan el que otros sean alabados son imitadores del diablo. Satanás tiene a Job por hipócrita a sabiendas de que es mentira. Éste es el común proceder de los calumniadores, detractores y murmuradores: insinuar, con frases mordaces o silencios calculados, que «no todo lo que reluce es oro», aun cuando el oro pueda pasar la prueba del fuego. Era cierto que Job no temía a Dios de balde, pues «gran fuente de ganancia (bien entendida) es la piedad» (1Ti 6:6), y Job había ganado mucho con ella; pero era falso insinuar que no habría temido a Dios si no hubiese prosperado, como lo demostraron los hechos subsiguientes. ¡Es curioso! Los amigos de Job le acusaron de hipocresía por estar tan afligido, mientras que Satanás le acusó de hipocresía por estar tan prosperado.

VI. La querella de Satanás por la prosperidad de Job (v. Job 1:10). Aunque no siempre la prosperidad es signo de virtud, lo cierto es que los hijos de Dios gozan de una protección especial y reciben contentamiento de sus labores honestas. Dios había prosperado a Job por la vía de la prudencia, la diligencia y la laboriosidad, no por la de la pereza y la injusticia. Job era rico, pero no en un explotador, sino sumamente generoso con su prójimo. El diablo se siente herido por la prosperidad de Job: «¿No le has rodeado con una valla de protección …?»

VII. Satanás pide a Dios que se ponga a prueba la sinceridad de la piedad de Job despojándole de cuanto posee (v. Job 1:11): «Pero extiende ahora tu mano y toca (esto es, arrebátale) todo lo que tiene, y verás si no te maldice a la cara» (lit.). Aunque el actual texto hebreo dice bendice, sabemos que se trata de una de las correcciones hechas (por una equivocada reverencia) por los escribas (nota del traductor). Así, pues, Satanás lanza un reto a Dios. El diablo es sumamente inteligente y listo, pero no es omnisciente. Su envidia y su rabia le oscurecen la ecuanimidad necesaria para estos casos. Si pudiese triunfar en este desafío, y demostrar que Job era un hipócrita contra la declaración del propio Dios, resultaría que no habría en el mundo ni un solo siervo fiel de Dios, que no existiría en la tierra la piedad sincera y que la religión sería una impostura ¡Todos los hombres serían fieles súbditos de Satanás!

VIII. El permiso que otorgó Dios a Satanás para que pusiese a prueba la sinceridad de Job 1:1-22. Es motivo de asombro el que Dios condescienda a otorgar a Satanás tal permiso, pero lo hace por su propia gloria, por el honor de Job, la demostración de su Providencia y para animar y consolar a todos los creyentes que sufren y han sufrido a lo largo de los siglos. Permitió que Job fuese afligido, como permitió que Pedro fuese zarandeado, pero tuvo cuidado de que su fe no fallase (Luc 22:32). 2. Es motivo de consuelo el que Satanás no nos pueda hacer daño sin el permiso de Dios. No pudo afligir a Job hasta que pidió y obtuvo permiso de Dios para afligirle, y sólo en la medida en que Dios se lo permitió: «Solamente no pongas tu mano sobre él». El poder del diablo es limitado.

IX. Salida del diablo de esta reunión de los hijos de Dios. Se fue entonces Satanás, no para recorrer la tierra, sino con un objetivo concreto y directo, a caer sobre el pobre Job, quien va diligentemente por el camino del deber, sin saber lo que le espera.

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