Job 40:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Job había sido humillado por lo que Dios le había dicho, pero no se hallaba aún suficientemente convencido; por ello, Dios continúa razonando con él como anteriormente (v. Job 40:6). Comienza ahora con un reto parecido al de Job 38:3 (v. Job 40:7): «Cíñete ahora, como un luchador (hebreo guéber = varón fuerte, apto para luchar), tus lomos; si tienes la valentía y la confianza de que has alardeado, muéstralas ahora».

1. No podemos rivalizar con Dios en justicia. El Señor es justo y santo en su modo de tratamos, pero nosotros somos injustos e inicuos en el modo de tratarle a Él; tenemos muchísimo de qué reprocharnos a nosotros mismos, pero nada de qué reprocharle a Él (v. Job 40:8): «¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú? ¿Ha de sufrir mengua mi honor para mantener en alto tu reputación?»

2. Tampoco podemos rivalizar con Dios en poder, por consiguiente, así como es gran impiedad contender con Él, también es gran atrevimiento oponerse a Él (v. Job 40:9): «¿Tienes tú un brazo como el de Dios, igual que el suyo en fuerza y en largura? ¿Y truenas con voz como la suya? (v. Job 37:1.), ¿o como lo hace de nuevo desde el torbellino (v. Job 40:6)? «Ningún ser creado puede hablar tan convincente y poderosamente, ni con una fuerza tan dominadora como la de Dios, pues habla Él y queda hecho lo que dice. Su voz creadora es llamada trueno (Sal 104:7), lo mismo que cuando aterroriza y quebranta a sus adversarios (1Sa 2:10): «Sobre ellos tronará desde los cielos».

3. Asimismo no podemos rivalizar con Dios en belleza y majestad (v. Job 40:10): «Si quieres entrar en competición con Él y aparecer más hermoso y atractivo que Él, ponte tu mejor traje: Adórnate ahora de majestad y de alteza; preséntate con pompa marcial y con todo el fausto de que puedas disponer, prueba a mostrarte con los mejores arreos que puedas hallar, y vístete de honra y de hermosura, tal que pueda espantar a tus enemigos y encantar a tus amigos; pero, ¿qué será todo eso, comparado con la belleza y la majestad de Dios? Mucho menos que la luz de una luciérnaga, comparada con la luz del sol en su cenit».

4. Finalmente, tampoco podemos rivalizar con Dios en dominio sobre los soberbios (vv. Job 40:11-14). Si Job es capaz de humillar y amilanar a los tiranos y a los opresores con la misma facilidad y efectividad que Dios, se le reconocerá que tiene alguna probabilidad de poder competir con Dios.

(A) La justicia de Job es aquí retada a humillar a los soberbios con una mirada:

(a) Se da por supuesto aquí que Dios puede hacerlo y lo hará; de no ser así, no retaría a Job a hacerlo. Dios demuestra ser Dios en que resiste a los soberbios, se sienta en su trono para juzgarlos y puede llevarlos a la ruina. Los soberbios son tan malvados que en la raíz de la mucha perversidad que hay en este mundo está el orgullo. Pero los soberbios serán abatidos. La ira de Dios, derramada sobre los altivos (v. Job 40:11), los humillará, los quebrantará (v. Job 40:12) y los hundirá en el polvo del sepulcro y en la oscuridad del Seol (v. Job 40:13). Así como con una mirada de amor puede Dios reavivar el corazón de los contritos, con una mirada de ira puede abatir a los altivos. Estaban orgullosos del honor que ostentaban y de la posición que ocupaban, pero serán sepultados en el olvido y no se les recordará más que a los que están escondidos en el polvo. Dice literalmente el v. Job 40:13: «Escóndelos en el polvo juntamente; ata sus rostros en la oscuridad» (comp. Job 17:16). Así como ellos se unían en coaliciones y ligas para hacer el mal, así también Dios los ata y liga juntamente en su destrucción. Así de completa será la victoria que obtendrá Dios, al final, sobre los altivos pecadores que se alzan en oposición contra Él.

(b) Se le propone a Job aquí que haga otro tanto. Él había estado discutiendo apasionadamente con Dios y su providencia: «Ven acá», le dice Dios, «prueba primero tu mano sobre los altivos y verás en cuán poco tienen ellos el favor de tu ira; ¿y quieres que yo me sienta afectado por ella?» Si Dios, y sólo Él, tiene poder suficiente para humillar y abatir a los orgullosos, no cabe duda de que también tiene la sabiduría suficiente para conocer cuándo y cómo ha de hacerlo, y no es de nuestra competencia prescribirle o enseñarle el modo de gobernar el mundo.

(B) Si Job pudiese llevar a cabo las obras que aquí se mencionan, Dios mismo promete hacerle justicia y reconocer que su diestra le ha proporcionado el triunfo (v. Job 40:14): Yo mismo te confesaré que podrá salvarte tu diestra, aunque, después de todo, no tendrá la fuerza suficiente para que puedas contender conmigo».

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