Job 42:7 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Mientras estaba Dios catequizando a Job desde el torbellino, podría alguien pensar que él era el único que merecía una reprimenda y que él era quien tenía perdida la causa en el tribunal divino; pero ahora vemos que la sentencia se dicta a favor de Job. Así que no juzguemos nada antes de tiempo (1Co 4:5). Los que son verdaderamente rectos delante de Dios pueden quizás ver su rectitud obnubilada y eclipsada por grandes y extraordinarias aflicciones, por severas censuras de los hombres y aun por duros reproches de su propia conciencia, pero, a su debido tiempo, esas nubes se desvanecerán y Dios exhibirá su justicia como la luz, y su derecho como el mediodía (Sal 37:6).

1. Dios da su veredicto contra los tres amigos de Job, con respecto a la controversia entre ellos y Job. No se censura aquí a Eliú, porque éste habría actuado, no como contendiente, sino como moderador. Job queda engrandecido, y sus tres amigos quedan mortificados. Pensábamos que todos tenían alguna parte de razón a su favor, pero es bueno que el juicio sea de Dios, y a Él hemos de atenernos.

(A) Job es engrandecido y sale con honor. Al tomar Dios partido por él, ya le había conducido al arrepentimiento por lo que había dicho inconvenientemente, antes de reconocerle por lo que había dicho bien. Dios le llama una y otra vez mi siervo Job, cuatro veces en dos versículos, y parece agradarse en llamarle así, como antes de sus aflicciones (Job 1:8): «¿No has considerado a mi siervo Job, etc.?» Aun cuando ahora está enfermo, pobre y menospreciado, es, sin embargo, su siervo, tan amado de Dios como cuando nadaba en prosperidad. Aunque tenía sus defectos y estaba sujeto a pasiones semejantes a las nuestras (Stg 5:17), y se había atrevido a contender con Dios, había confesado su yerro y seguía siendo siervo de Dios. Si Dios dice: «Bien, siervo bueno y fiel» (Mat 25:21, Mat 25:23), poco importa lo que otros digan.

(a) Dios dice, en efecto, que Job había hablado de Él lo recto (vv. Job 42:7, Job 42:8). Job había dado de la Providencia de Dios un testimonio mejor y más verdadero que sus antagonistas. Ellos habían tergiversado el carácter de Dios al hacer de la prosperidad una señal inequívoca del favor divino, y de la aflicción una indicación segura de la ira de Dios. Job, en cambio, había referido las cosas al juicio futuro mejor que lo habían hecho sus amigos; por tanto, había hablado lo recto acerca de Dios.

(b) Aun cuando había hablado de algunas cosas, incluso de Dios, de modo inconveniente, es alabado por lo que había dicho bien. Job tenía razón, y sus amigos no la tenían; a pesar de lo cual, él estaba pasándolo mal, y ellos lo estaban pasando bien prueba evidente de que no podemos juzgar a los hombres por sus rostros ni por sus bolsos. Sólo lo puede hacer, e infaliblemente, el que ve el corazón del hombre.

(c) No obstante toda malevolencia que sus amigos habían mostrado contra él, Job era una persona tan buena y de un espíritu tan humilde, tierno y perdonador que estaba dispuesto a orar por ellos (v. Job 42:8): «mi siervo Job orará por vosotros». Los que están sinceramente arrepentidos no sólo hallarán favor como peticionarios para sí mismos, sino que serán aceptados también como intercesores a favor de otros. Y, así como Job oró y ofreció sacrificios por los que le habían injuriado y le habían herido el corazón, también Cristo oró y murió por sus perseguidores, y vive siempre para hacer intercesión por los transgresores.

(B) Los amigos de Job son mortificados y salen avergonzados. Eran buenas personas y pertenecían a Dios, por lo que no quería el Señor que quedasen en su error, como no quiso que Job se quedase en su disgusto; por lo que, después de haber humillado a Job con un discurso desde el torbellino, ahora les dirige otro discurso a ellos. En la mayoría de las disputas y controversias, se echa algo en falta por ambos bandos, ya sea en la verdad del caso, ya sea en el modo de presentarlo, ya sea en ambos aspectos; y es conveniente que a las dos partes se les haga ver sus errores.

(a) Dios les dice lisa y llanamente que no habían hablado de Él lo recto, como su siervo Job (v. Job 42:7, al final); esto es, que habían censurado y condenado a Job fundados en una hipótesis falsa; habían presentado a Dios luchando contra Job como contra un enemigo, cuando en realidad le estaba poniendo a prueba como a un amigo. No hablan bien de Dios quienes presentan su disciplina paternal como castigo judicial. Es cosa peligrosa juzgar poco caritativamente del estado espiritual y eterno de otras personas, porque, al hacerlo así, es muy fácil que estemos condenando a quienes han sido aceptados por Dios. «Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros» (v. Job 42:7), le dice Dios a Elifaz. Y les manda que ofrezcan sacrificios de expiación por lo que han hablado malamente. Debe traer cada uno de los tres siete becerros y siete carneros (v. Job 42:8), para ofrecerlos en holocausto.

(b) También les ordena que vayan a Job y le rueguen que ofrezca oración y, con la mayor probabilidad, el sacrificio por ellos; de lo contrario, no serían aceptados por Dios. Pensaban ellos que eran los favoritos del Cielo y que Job no tenia parte con ellos en el favor de Dios, pero Dios les da a entender que Job gozaba del favor suyo más que ellos.

(c) Job y sus amigos habían sostenido opiniones diferentes acerca de muchas cosas, pero ahora tenían que reconciliarse mutuamente por completo; para eso, han de estar de acuerdo en ofrecer sacrificio y oración. Quienes difieren en opinión sobre cosas de menor importancia, son una misma cosa en Cristo mediante su gran sacrificio y tienen acceso juntamente al mismo trono de la gracia; por consiguiente, han de amarse y soportarse recíprocamente.

(d) Nuestras querellas con Dios siempre empiezan de nuestra parte, pero la reconciliación siempre empieza de su parte.

2. La sumisión de los amigos de Job al juicio que Dios había pronunciado (v. Job 42:9). Eran buenos y, tan pronto como entendieron cuál era la mente de Dios, obraron como Él les había mandado. La paz con Dios ha de ser obtenida solamente por el camino y las condiciones que Él señale; estas condiciones nunca parecerán demasiado duras a los que saben estimar en lo que vale dicho privilegio. Los amigos de Job se habían unido en acusar a Job, y ahora se unen en pedirle perdón. Quienes han pecado juntamente, deben arrepentirse también juntamente.

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