Estudio Bíblico | Explicación de Job 4:7 | Comentario Bíblico Online
Elifaz presenta ahora otro argumento para demostrar que Job es un hipócrita: no sólo su impaciencia bajo la aflicción, sino también la aflicción misma es una evidencia contra él. Razona así:
1. Nunca sufren así los inocentes. Como si Job fuese un irreflexivo, le dice (v. Job 4:7); «Recapacita ahora: ¿qué inocente jamás ha perecido?»
Si se trata de la perdición eterna, eso es cierto (2Ts 2:3). Pero si hablamos de pérdidas temporales, no lo es.
2. Aplica el principio de la siembra y la siega (vv. Job 4:8, Job 4:9). Este principio se halla también en Sal 7:15; Pro 22:8 y Ose 8:7, pero Elifaz le da un sentido exclusivo e inexorable, no atestiguado en la Biblia. También Pablo lo emplea (Gál 6:7 y, en cierto sentido, Rom 6:23), pero el contexto es muy distinto, pues rebasa los límites de lo temporal. Para probar la inexorabilidad de su principio, Elifaz recurre a dos ilustraciones retóricas de mucha fuerza: (A) La ira de Dios es más temible que el viento de Jehová (Isa 40:7), el quemante viento del desierto que había hecho desplomarse el edificio sobre los hijos e hijas de Job (Job 1:19). (B) Aunque los malvados sean tan fuertes como leones, la ira de Dios los dispersa y los quebranta (vv. Job 4:9-11). La lengua hebrea tiene cinco vocablos para designar al león, y los cinco se hallan en estos versículos. Es probable que la intención de Elifaz al poner esta ilustración fuese dar a entender que aunque Job hubiese sido anteriormente el hombre más grande de todos los orientales (Job 1:3), quizá se había enriquecido, como el león, con despojos ajenos, y ahora veía su poder y su fortuna en bancarrota, y su familia deshecha y dispersa.
