Josué 22:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. El piadoso esmero con que las tribus separadas por el Jordán se esforzaron por mantener sus vínculos religiosos con el resto del pueblo de Israel. Para ello, erigieron un gran altar junto a las orillas del Jordán, como testimonio de que también ellos eran israelitas y por tanto, en comunión con el altar (1Co 10:18). Cuando llegaron al Jordán (v. Jos 22:10), muestran solicitud por preservar su relación con la asamblea del pueblo de Dios, así como su interés en la comunión de los santos; por ello, sin demora alguna erigen este altar, que les ha de servir como de puente para mantener con las demás tribus su mutua comunión en las cosas de Dios.

II. La intención de erigir este altar fue inocente, honesta y piadosa, pero habría sido mejor si, precisamente por sus apariencias pecaminosas, hubiesen consultado el oráculo de Dios sobre él antes de erigirlo o, al menos, hubiesen declarado a sus hermanos lo que planeaban, para impedir así toda ocasión de ofenderles y concitar sus celos. Con una explicación previa, como la dieron después, se habrían evitado la molestia del incidente que a continuación se nos refiere.

III. El santo celo de las otras tribus por el honor de Dios y de su altar en Siló. Inmediatamente fue dado aviso a los príncipes de Israel de la erección del altar (v. Jos 22:11). Y pronto surgió entre ellos la sospecha de que la erección de otro altar fuese una afrenta a la elección que Dios mismo había hecho recientemente de un lugar en que poner su nombre, y de que ello indicase una inclinación a dar culto a cualquier otra divinidad. Ahora bien:

1. Esa sospecha estaba fundada, pues es menester confesar que, a primera vista, no estaba bien y parecía indicar el propósito de erigir y mantener un competidor con el altar de Siló.

2. Ese celo, basado en tal sospecha, era de recomendar (v. Jos 22:12). Se reunió en Siló toda la congregación, puesto que aquel lugar era el que Dios mismo había señalado como centro actual del culto y ellos estaban decididos a defender la constitución que Jehová les había otorgado a favor de aquel lugar. La resolución que tomaron era la adecuada para un reino de sacerdotes que habían de poner los intereses de Dios y del culto a Dios por encima de los intereses familiares (Deu 33:9). Estaban dispuestos a subir a pelear contra ellos, si se demostraba que se habían rebelado contra el Dios de Israel.

3. No es menos de recomendar la prudencia con que obraron en la prosecución de este delicado asunto. No enviaron tropas para presentar batalla, sino embajadores para entablar conversaciones e inquirir los motivos de la cosa. La embajada constaba de once personas prominentes: Fineés (hebreo Pinjás), hijo y sucesor del sumo sacerdote Eleazar, y un príncipe por cada una de las diez tribus de este lado del Jordán (vv. Jos 22:13, Jos 22:14).

4. La forma en que los enviados desempeñaron su cometido habla muy alto a favor de su celo y prudencia:

(A) El cargo que presentaron contra sus hermanos fue muy grave y no admitía otra excusa que el haber emprendido esta querella movidos del celo por el honor de Dios, lo que explicaba el resentimiento de la congregación reunida en Siló, y su embajada estaba destinada a despertar a los supuestos delincuentes para que justificasen su modo de actuar.

(B) La circunstancia agravante del delito que imputan a sus hermanos (v. Jos 22:17): ¿No ha sido bastante la maldad de Peor …? (V. Núm 25:1-18). La erección de este altar podía parecer cosa insignificante, pero quizá conduciría a una iniquidad tan grave como la de Baal-peor y, por eso, debía ser atacada en sus comienzos.

(C) La razón que dan por el acaloramiento con que se preocupan de este asunto. Estaban obligados a ello, no sólo por lo que significaba de desafío al Dios de Israel, sino también de amenaza contra el bienestar de todo el Israel de Dios (v. Jos 22:18): Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará Él contra toda la congregación de Israel. Y, más adelante (v. Jos 22:20), les recuerdan el triste caso de Acán: Aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.

(D) La oferta que les hacen (v. Jos 22:19): Que, si pensaban que la tierra era inmunda por falta de un altar que la santificase, era preferible que se pasasen al lado occidental del Jordán, donde estaba el tabernáculo de Jehová, y establecerse entre sus hermanos por quienes serían bien recibidos aunque tuviesen que vivir más apretados antes que levantar otro altar en competición con el de Siló.

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