Josué 3:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Al mencionar Rahab a los espías el paso del mar Rojo en seco (Jos 2:10), daba a entender que los que estaban en aquel lado tenían serias razones para temer que el Jordán, aquella gran defensa de su país, tampoco les iba a cerrar el paso a los israelitas. Dios había hecho con frecuencia cosas terribles cuales nunca esperaban (Isa 64:3). Aquí se nos dice:

I. Que vinieron hasta el Jordán y reposaron allí antes de pasarlo (v. Jos 3:1). Aun cuando todavía no se les había dicho cómo habían de pasar el río, marcharon por fe ya que se les había dicho que lo pasarían (Jos 1:11). Caminemos tanto como podamos y dependamos en todo de la suficiencia divina. En esta marcha los condujo Josué y se menciona en particular el detalle de que se levantó de mañana (v. también Jos 6:12; Jos 7:16; Jos 8:10), lo cual indica cuán poco buscaba su propia comodidad. Quienes han de llevar a cabo grandes empresas, han de levantarse temprano.

II. Que se le ordenó al pueblo seguir al Arca.

1. Así, había de depender, en su caminar, de la conducción del Arca, esto es, de Dios mismo, de cuya presencia era el Arca una señal clara y establecida por Dios. Se la llama aquí el Arca del pacto de Jehová su Dios (v. Jos 3:3). ¿Con qué podían cobrar mayores ánimos que con esto, que Jehová era el Dios de ellos, un Dios del pacto con ellos? Aquí estaba el Arca del pacto. Anteriormente, el Arca era transportada en el centro de los acampados, pero ahora iba delante de ellos buscándoles lugar de descanso (Núm 10:33) y, por decirlo así, para darles oficialmente la toma de posesión de la tierra prometida. Dentro del Arca estaban las tablas de la ley, y sobre ella estaba el propiciatorio, pues cuando la ley y la gracia de Dios reinan en el corazón, hay prenda segura del favor y de la presencia de Dios.

2. Habían de depender también de los sacerdotes y levitas, designados para transportar el Arca delante de ellos. La obra de los ministros de Dios consiste en proclamar la palabra de la vida y administrar fielmente las ordenanzas que son señales de la presencia del Señor e instrumentos de su poder y de su gracia.

3. El pueblo había de seguir al Arca: Saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella (v. Jos 3:3). (A) Dondequiera estén las ordenanzas de Dios, allí debemos estar nosotros; si ellas se mueven, nosotros hemos de movernos e ir en pos de ellas. (B) Así, hemos de caminar siempre según la norma de la Palabra y la dirección del Espíritu, así habrá paz sobre nosotros como la había entonces sobre el pueblo de Israel. Habían de seguir a los sacerdotes a la distancia en que éstos transportaban el Arca, no más adelante; así, debemos nosotros seguir a los ministros del Señor únicamente en lo que ellos sigan al Señor.

4. En el seguimiento del Arca habían de guardar cierta distancia (v. Jos 3:4). Ninguno de ellos debía aproximarse al Arca más de un kilómetro, poco más o menos. (A) De este modo habían de expresar su reverencia, a fin de que la familiaridad no les hiciese degenerar en menosprecio. Este mandato era apropiado a la antigua dispensación de oscuridad, esclavitud y terror; pero ahora tenemos libre y confiado acceso, por medio de Cristo, al Lugar Santísimo. (B) El Arca era capaz de defenderse a sí misma y no necesitaba ser protegida por hombres de guerra, sino que era ella la que les protegía a ellos. (C) Así se la podía ver mejor, al ir delante de todo el pueblo: a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir. Todos tendrían la satisfacción de verla, y cobrarían ánimos al verla. Por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino. No era un camino trillado, especialmente el Jordán. Nuestro camino a través del valle de sombras de muerte es un camino por el que nunca hemos pasado. Pero si estamos seguros de la presencia de Dios con nosotros, no tenemos por qué temer.

III. Se les ordenó que se santificaran, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros (v. Jos 3:5). Josué podía decirles de antemano lo que Dios iba a hacer y cuándo lo iba a hacer. Veamos cómo hemos de prepararnos para recibir los descubrimientos de la gloria de Dios y las comunicaciones de su gracia: Debemos santificarnos, separarnos de toda otra preocupación, dedicarnos enteramente al honor de Dios y limpiarnos de toda suciedad de cuerpo y de espíritu.

IV. A los sacerdotes se les ordenó que tomasen el Arca y pasaran con ella delante del pueblo (v. Jos 3:6). Transportar el Arca era ocupación propia de los levitas (Núm 4:15), pero en esta ocasión fueron encargados de llevarla los sacerdotes, quizá por el cambio que había sido introducido en el orden de marcha, así como por lo solemne de la ocasión, ya que eran ahora los representantes de todo el pueblo. Podemos ahora suponer que usaron la oración de Moisés al poner en marcha el Arca (Núm 10:35): Levántate, oh Jehová y sean dispersados tus enemigos. Aquí se enseña a los magistrados a que espoleen a los ministros en el cumplimiento de su obra. Los ministros, por su parte, han de aprender a ir delante en el camino de Dios. Al estar delante, han de esperar recibir los más duros golpes, pero también saben en quién han confiado.

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