Josué 6:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Se nos refiere ahora la puesta en práctica de las instrucciones dadas a Josué con respecto al sitio de Jericó, con el próspero resultado infaliblemente predicho por la palabra de Dios.

I. Por dondequiera que iban los sacerdotes con el Arca, iban también los israelitas (v. Jos 6:9). Los hombres armados iban delante despejando el camino, como pioneros delante del Arca de Dios. Es un honor para los que ocupan puestos elevados en un país prestar sus buenos oficios al Arca de Dios y favorecer los intereses religiosos de la nación. La retaguardia, iba detrás del Arca, ya fuese el escuadrón de Dan u otro cuerpo de ejército cualquiera de entre los que cerraban la marcha cuando el pueblo se movía por el desierto, o, según opinan otros, el grueso de la multitud que caminaba sin armas.

II. Justamente delante del Arca iban siete sacerdotes con trompetas hechas de cuernos de carnero, que tocaban continuamente durante la marcha (vv. Jos 6:4, Jos 6:5, Jos 6:9, Jos 6:13). De este modo: 1. Proclamaban guerra contra los cananeos y les infundían terror. Así también los ministros de Dios, mediante la solemne proclamación de su ira contra toda impiedad e injusticia de los hombres, deben tocar trompeta en Sion, a fin de que los pecadores de Sion se atemoricen. 2. También proclamaban la favorable presencia de Dios en medio de Israel, infundiéndoles así vida y valentía.

III. Las trompetas que usaban no eran de plata, sino, como hemos dicho, de cuernos de carnero, vaciados para este fin. Estas trompetas eran, pues, en sí, de ínfima calidad, de pobre sonido y modestísima apariencia, para que la excelencia del poder fuese de Dios. Así también, mediante la locura de la predicación, aptamente comparada al sonido de estos cuernos de carnero, es derribado el reino de Satanás; y las armas de nuestra milicia, aunque no son fuertes según la carne, son poderosas en Dios para destrucción de fortalezas (2Co 10:4-5).

IV. A todo el pueblo se le ordenó que permaneciese callado, sin pronunciar una palabra ni emitir un solo ruido (v. Jos 6:10), para que así estuviesen más atentos al sonido de las trompetas sagradas a las que habían de considerar como la voz de Dios entre ellos, pues no nos está bien el hablar cuando Dios mismo nos está hablando.

V. Tenían que hacer esto una vez cada día durante seis días consecutivos, y siete veces al séptimo día. Así lo hicieron (vv. Jos 6:14, Jos 6:15). Las liberaciones que Dios promete, así como hay que esperarlas a la manera que Dios quiere, también hay que esperarlas en el tiempo que Él designa.

VI. Uno de estos días fue necesariamente sábado. Los judíos dicen que fue el último día, pero no se sabe con certeza qué día fue. Sea el que fuese, si quien les mandó descansar en otros sábados, les mandó caminar en éste, eso era suficiente para justificar esa excepción, ya que Dios nunca intentó quedar obligado por sus propias leyes, sino que es siempre libre para dispensar de ellas cuando le place. Además, la ley del sábado prohibía el trabajo servil y secular, pero éste era un acto religioso. Llevar a cabo la tarea propia del día de reposo no es quebrantamiento del día de reposo.

VII. Continuaron haciendo esto durante el tiempo señalado, y siete veces en el séptimo día, aunque no veían ningún resultado. Podemos suponer que una ceremonia tan extraña debió de divertir al principio a los sitiados. Es probable que se mofasen de los sitiadores, como hicieron los mencionados en Neh 4:2: «¿Qué hacen estos débiles judíos?»

VIII. Al final de la última vuelta del séptimo día tenían que gritar como un solo hombre; así lo hicieron, e inmediatamente se cayeron los muros (v. Jos 6:16). Fue éste un grito triunfal; un grito también de oración, como un eco del sonido de las trompetas que proclamaban la promesa de que Dios se acordaría de ellos. Así también, al final de los tiempos, cuando el Señor descienda de los cielos con gran aclamación y el sonar de la final trompeta, el reino de Satanás quedará en completa ruina, no antes, ya que entonces todos los principados, potestades y dominadores de maldad serán derrotados eficaz y eternamente.

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