Jueces 10:10 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. La confesión humilde que, en su aflicción, hizo Israel a su Dios (v. Jue 10:10). Confiesan primero su omisión: «Hemos dejado a nuestro Dios»; después, el pecado de comisión: «y servido a los baales».

II. Ante esta confesión, Dios les envía un mensaje de áspera reprensión, no sabemos si por medio de un ángel, como en Jue 2:1, o de un profeta, como en Jue 6:8. En este mensaje:

1. Les echa en cara su ingratitud, trayéndoles a la memoria las grandes cosas que ha hecho por ellos. En el pasado les había corregido con justicia y les había librado con misericordia, por lo que había de esperarse razonablemente que, por temor o por amor, se adhiriesen a Él y le sirviesen.

2. Les muestra cuán justamente podría abandonarlos para su ruina, dejándoles al arbitrio de los dioses que habían elegido para sí. Para despertar en ellos un genuino arrepentimiento y un verdadero deseo de reforma, les hace ver: (A) Su necedad en servir a los baales (v. Jue 10:14). Para que haya un verdadero arrepentimiento, es menester que haya plena convicción de la total insuficiencia de aquellas cosas a las que nos hemos apegado, pues ninguna de ellas nos puede salvar. Hemos de convencernos de que los placeres de los sentidos no pueden dar estable y genuina satisfacción, y de que las riquezas del mundo no son perenne heredad. Sólo podemos ser plenamente felices con Dios, como dijo Agustín de Hipona: «Nos hiciste, Señor, para ti, y está intranquilo nuestro corazón hasta que descanse en ti». (B) Su gran miseria y su tremendo peligro al abandonar a Dios.

III. Israel se somete ahora humildemente a la justicia de Dios, y apela también humildemente a su misericordia (v. Jue 10:15). No sólo repiten su confesión: «Hemos pecado», sino que se entregan sin condiciones a la justicia divina, y suplican, a la vez, que tenga misericordia: «Haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día».

IV. Ponen inmediatamente en práctica un principio de reforma, por el que muestran frutos dignos de arrepentimiento (v. Jue 10:16): «Quitaron de entre sí los dioses de extranjeros (lit.) y sirvieron a Jehová».

V. Dios se volvió a ellos en gracia y misericordia, como se expresa aquí con gran ternura: «Y Él fue movido a compasión a causa del sufrimiento de Israel». Del mismo modo que le agrada ponerse en relación con su pueblo mediante un pacto, así también le agrada ponerse en relación de un padre para con sus hijos, mostrando su bondad hacia ellos mediante la compasión que siente por ellos; pues no sólo es el Padre de las luces (Stg 1:17), sino también Padre de misericordias (2Co 1:3).

VI. El terreno está así preparado para que sean librados de la opresión de los amonitas (vv. Jue 10:17, Jue 10:18). Dios había dicho: «Yo no os libraré más» (v. Jue 10:13). Pero como ellos ya no son lo que eran, sino que son otros hombres, hombres nuevos, Él los va a librar ahora. 1. Los amonitas se endurecieron para su propia ruina. Se juntaron como un solo cuerpo, para ser destruidos de un solo golpe (comp. con Apo 16:16). 2. Los israelitas cobraron ánimos para acudir a su propia liberación: Se reunieron igualmente (v. Jue 10:17). Durante los dieciocho años de opresión fueron abatidos por sus enemigos, como en otras ocasiones, porque no querían formar un solo cuerpo; cada familia, ciudad o tribu deseaba ser autónoma y obrar independientemente, con lo que todos venían a ser presa fácil de los opresores, por falta de un consenso común en un interés general que los uniera y cimentara; pero cuando se unían, como lo hicieron ahora, siempre les iba bien. Cuando la Iglesia de Dios viene a ser como un solo hombre para el servicio de una causa común frente a un único enemigo, ¿qué obstáculo podrá resistir al empuje de ellos?

El capítulo concluye, no con palabras tales como las que hallamos al principio del libro, cuando el pueblo consultó a Jehová, y dijo: «¿Quién de nosotros subirá el primero a pelear contra los cananeos?», sino con palabras más en consonancia con el decaído estado espiritual de los tiempos a que habían llegado. Así, dijeron: «¿Quién será el que comenzará la batalla contra los hijos de Amón? Él será cabeza sobre todos los que habitan en Galaad». En otras palabras: Falta un hombre que se ponga al frente de la congregación, y bajo contrato se le dará el sueldo señalado. Es un nivel bajo, por cierto.

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