Jueces 17:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. La discusión de Micá con su madre. 1. El hijo le había robado a la madre, la cual, a fuerza de sudor y ahorro, poseía mil cien siclos de plata. Es de suponer que pensaba dejarlos, al morir, a su hijo. 2. La madre maldijo al que había robado el dinero. Véase qué daños causa la avaricia, y cómo las pérdidas materiales, mientras a los buenos les inducen a orar, a los malos les llevan a maldecir.

II. Reconciliación de madre e hijo. El hijo estaba tan aterrado con las maldiciones de su madre, que le restituyó el dinero. 2. La madre quedó tan satisfecha con el arrepentimiento del hijo, que retiró sus maldiciones y las cambió en bendición: Bendito seas de Jehová, hijo mío (v. Jue 17:2).

III. Micá y su madre convinieron en hacer de la plata una imagen, e instaurar en la familia la idolatría. Aun cuando querían adorar en la imagen al verdadero Dios, contra el segundo mandamiento del Decálogo, esto abría la puerta al culto de los dioses ajenos, contra el primero y principal mandamiento.

1. Como planteó la madre el asunto. Al serle devuelta la suma de dinero, dio a entender que la había dedicado a Dios antes de que le fuese robada (v. Jue 17:3). Así venía a decirle: «Mira, hijo mío; el dinero es mío, pero a ti también te apetece; que no sea ni mío ni tuyo, sino hagamos con él una imagen para el uso religioso familiar». Es probable que esta mujer fuese una de las que salieron de Egipto en su juventud, y que hubiese visto allí imágenes como la que ella quería hacer; hasta pudo, quizá, decirle al hijo que esta forma de adorar a Dios por medio de imágenes era, por lo que ella recordaba, la antigua religión.

2. Cómo estuvo de acuerdo el hijo con ella. Parece ser que, cuando ella propuso la cosa por primera vez, el hijo no puso buena cara, al saber que iba contra el segundo mandamiento. Pero una vez hecha la imagen, fue persuadido por su madre a que la acéptara. Pero nótese la avaricia de esta vieja, que prevaleció sobre su superstición, pues, después de dedicar toda la suma para la fabricación de una imagen tallada (en madera) y chapeada (de metal), solamente ofreció 200 siclos, es decir, ni siquiera la quinta parte de la suma total (v. Jue 17:4).

(A) Cuál fue la corrupción introducida aquí (v. Jue 17:5). Este Micá hizo de su casa un santuario (hebreo Bet Elohim = Casa de Dios), con lo que hacía la competencia a Siló, y pensó que su santuario era mejor que el de Siló, porque a la gente le suelen gustar sus formas religiosas más que las de los demás, porque así las pueden manipular como mejor les plazca. Es curioso que la versión caldea traduzca casa de error, pues realmente lo era siendo una desviación flagrante del verdadero culto a Dios. Se hizó efod, no para llevarlo, sino como objeto de culto, y terafines, para recibir información, instrucciones y predicciones. Sin más escrúpulos, él mismo consagró sacerdote a uno de sus hijos, seguramente al mayor. Aquí comenzó la idolatría y se propagó como la lepra. El Dr. Lighfoot hace notar que el mismo número de piezas de plata que fueron ofrecidas para formar un ídolo que fue la ruina de la religión en Israel, especialmente en la tribu de Dan, fue también dado por cada uno de los príncipes de los filisteos para la ruina de Sansón.

(B) Cuál fue la causa de esta corrupción (v. Jue 17:6): No había rey en Israel; no había soberano ni juez que se percatase de la fabricación de estas imágenes; cada uno hacía lo que bien le parecía, y bien pronto hicieron lo que era malo a los ojos de Jehová. Ellos podían hacer lo que querían, tener ídolos o no tenerlos, esto era una cuestión que cada uno tenía que determinar por sí como mejor le pareciese. La conciencia ya no ocupaba su propio puesto, sujeta a la autoridad suprema de la voluntad revelada de Dios, sino que había usurpado el puesto que no le pertenecía para juzgar por sí lo que mejor le conviniese. Se había emancipado, según se dice en nuestros tiempos. Cierto es que nuestros días son como los días de la última parte del Libro de los Jueces. ¿Es cosa buena? ¿Es agradable a los ojos? ¿Es lo que me conviene? Tales son las consideraciones que la conciencia se cree llamada a juzgar y determinar con las balanzas en la mano; y no reconoce autoridad superior. Es un principio que halaga, pero es fatal; y el Espíritu de Dios lo ha expuesto en los últimos capítulos del Libro de los Jueces, con sus terribles consecuencias para que seamos avisados. Véase qué bendición tan grande es el gobierno de la nación y cuánta razón hay para que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias … por los reyes y por todos los que están en eminencia (1Ti 2:1, 1Ti 2:2). Después de Dios, nada contribuye tanto a la protección de la religión en el mundo como la recta administración de esas dos grandes instituciones: la magistratura y el gobierno de la nación.

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