Lucas 13:31 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Lucas 13:31 | Comentario Bíblico Online

I. Jesús recibe un mensaje acerca del peligro que corría su vida, si permanecía en Galilea, territorio que caía dentro de la jurisdicción de Herodes: «Aquel mismo día se acercaron unos fariseos, diciéndole: Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar» (v. Luc 13:31). No cabe duda de que estos fariseos expresaban la mala voluntad de Herodes hacia Jesús, pero ellos mismos exageraban la nota, porque querían que Jesús se marchara a Judea, donde tendrían mejores oportunidades para consumar sus malvados planes contra el Salvador. Aunque la respuesta de Jesús parece dar a entender que nada tiene que ver con ellos, la forma con que replica al mensaje indica bien el desafío a Herodes, tanto como a ellos mismos, quienes pensaban que iban a asustar a Jesús con este recado.

II. Jesús responde de tal modo, que sus palabras equivalen a un abierto desafío a las malévolas intenciones de sus perseguidores y declara implícitamente que está decidido a someterse únicamente a la voluntad del Padre: «Id, y decidle a ese zorro» (v. Luc 13:32). Con este epíteto, describe bien el carácter de Herodes Antipas, conocido por su astucia traicionera y por su vileza rastrera. Y aunque es una frase muy fuerte, estaba muy bien en labios de Cristo el Gran Profeta, pues los profetas siempre tuvieron libertad y denuedo para reprender con energía a los malos reyes y potentados. El mensaje que les devuelve para Herodes es: «Yo echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra»; como si dijera: «Id, y decidle que no le tengo miedo; ya sé que voy a morir pronto, pero ni él ni otro alguno impedirá que yo lleve a cabo la obra que el Padre me encomendó hasta la hora precisa en que la haya consumado y yo sea sacrificado. Mientras tanto, continuaré hoy y mañana y pasado mañana (v. Luc 13:33) mi camino hacia Jerusalén, donde debo morir como todo profeta, y seguiré con mi gran tarea de beneficencia echando demonios y curando dolencias». Estas palabras de Jesús son también un consuelo para nosotros, porque nos declaran que, mientras sigamos llevando a cabo la obra que nuestro Dios y Padre nos ha encomendado, no hemos de temer mal alguno, sólo es menester que día a día cumplamos fielmente con nuestro deber como creyentes, y Él se encargará de que nada nos perjudique hasta la hora en que tenga a bien llamarnos a su presencia. Por eso, Jesús no temía a Herodes no sólo porque su hora exacta no había llegado, sino porque debía morir en Jerusalén, fuera de la jurisdicción de Herodes, ya que sólo el sanedrín de Jerusalén podía entonces encausar a un profeta y hacer que fuese condenado a muerte.

III. A la sola mención de Jerusalén, Jesús prorrumpe a continuación en un amargo lamento sobre la ciudad por la ira de Dios que justamente se cierne sobre ella (vv. Luc 13:34-35, comp. con Mat 23:37-39). Vemos:

1. El patetismo con que Jesús habla del pecado y de la ruina de la ciudad «santa»: «¡Jerusalén, Jerusalén!» (v. Luc 13:34), con la solemnidad que implica la repetición, como ya hemos comentado en otro lugar con relación a personas. No hay cosa que tanto entristezca al Señor como la perversidad de personas y lugares que profesan exteriormente una relación más íntima con Dios.

2. La condenación en que incurren los que disfrutan de mayores y más numerosos medios de gracia, si no se benefician de ellos. Si la corrupción y los prejuicios de los hombres no son vencidos con la fe sincera y la oración humilde, los favores divinos provocan mayor endurecimiento del corazón y mayor almacenamiento de ira para el día de la ira (Rom 2:5).

3. La buena voluntad que Jesús había mostrado siempre hacia todos los que quisiesen llegarse a Él: «¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas!» Con la misma ternura que una buena madre despliega hacia sus hijitos, dándoles cobijo y calor, Jesús había hecho todo lo posible para beneficiar a los habitantes de Jerusalén.

4. Pero sin resultado. Al «quise» de Jesús, tan repetido «¡Cuántas veces!», la ciudad había contestado con pertinaz resistencia: «¡Y no quisiste!» El afán salvador de Cristo agrava tremendamente la resistencia del pecador.

5. Por tanto «vuestra casa» (Jesús ya no la conoce como suya); es decir, la ciudad misma, incluido el templo «os es dejada desierta», desolada (comp. con Lam 1:1). Siempre queda desolada una casa, cuando Jesús sale de ella. «Os es dejada» es decir «haced lo que queráis de ella; yo ya no voy a impedir su ruina.»

6. Cristo se retira justamente de quienes hacen lo posible para que Él se retire de ellos. Puesto que rehúsan ser reunidos por Él (v. Luc 13:34), les asegura: «Os digo que de ningún modo me veréis».

7. Sólo el juicio del gran día de Jehová convencerá a los incrédulos judíos que ahora no aceptan a su Mesías, pero para muchos (judíos y no judíos) será demasiado tarde: «Hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor» (v. Luc 13:35). A pesar de las referencias marginales que pueden verse en nuestras versiones de la Biblia, estas palabras no aluden a las aclamaciones del Domingo de Ramos, sino a la Segunda Venida del Señor, como correctamente comenta Bliss: «Esto no puede limitarse a la acogida que recibió de las multitudes cuando El entró en Jerusalén poco tiempo después (Mat 21:9; Mar 11:9; Jua 12:13; comp. Luc 19:38), porque los otros evangelistas atribuyen el mismo dicho a Cristo después que su entrada en la ciudad había tenido lugar. El dicho aquí señala a la Parousía, o Segunda Venida de nuestro Señor. Antes de que tal cosa ocurra, la nación judía creería en el Mesías y se volvería a Él (Rom 11:25-27). Entonces, cuando ellos estuvieran preparados para recibirlo con adoración penitente y gozosa, verían otra vez al Hijo del Hombre que vuelve en gloria a asumir dominio manifiesto y eterno. Véase cómo Pedro (Hch 3:19-21) urge a sus compatriotas a apresurar esta gloriosa consumación, por medio de un pronto arrepentimiento y de fe».

Lucas 13:31 explicación
Lucas 13:31 reflexión para meditar
Lucas 13:31 resumen corto para entender
Lucas 13:31 explicación teológica para estudiar
Lucas 13:31 resumen para niños
Lucas 13:31 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí