Lucas 6:20 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí comienza un discurso muy práctico de Jesús, del cual hallamos más detalles en Mateo, capítulos del Mat 5:1-48 al Mat 7:1-29.

I. Vemos primero las bienaventuranzas o bendiciones pronunciadas sobre los verdaderos seguidores de Cristo no sólo sobre los del círculo de los doce, sino sobre los discípulos en general (v. Luc 6:20). Por Mat 5:1, sabemos que Él se sentó, como quien va a enseñar con autoridad, y que los discípulos «se acercaron a Él». A todos ellos dice:

1. «Sois pobres; lo habéis dejado todo por seguirme; pero sois dichosos en vuestra pobreza; más aún, sois dichosos por vuestra pobreza, «porque vuestro es el reino de Dios»: ahora, todos los consuelos y todas las gracias del reino; después, todas sus glorias y todos sus gozos». Dice bellamente Lenski: «Las bienaventuranzas son como un salmo; makarioi recuerda enseguida el ashre del Sal 1:1, ¡Bienaventurado …! Esto se entona repetidas veces y suena lo mismo que las campanas del cielo al repicar sobre un mundo desventurado desde la torre de la catedral del Reino, invitando a entrar a todos los hombres».

2. «Ahora pasáis hambre (v. Luc 6:21), no estáis hartos de comida como otros lo están; hasta os contentáis con los granos de las espigas restregadas con las manos, pero seréis satisfechos en el Reino, mientras los que ahora se satisfacen a sí mismos serán echados a las tinieblas de afuera, donde sólo habrá llanto y crujir de dientes».

3. «Ahora lloráis (v. Luc 6:21), pero ¡dichosos vosotros! porque las aflicciones presentes no son un perjuicio, sino una preparación para los gozos futuros, porque reiréis. Lo que estáis sembrando con lágrimas, lo segaréis con regocijo (Sal 126:5-6), y viene el día en que Dios llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo (Job 8:21)».

4. «Ahora estáis continuamente expuestos al odio de los hombres (v. Luc 6:22). De un mundo que desprecia a Cristo no podéis esperar otra cosa que injurias y malos tratos, por servir al Señor y al Evangelio. Los malos os odiarán, porque vuestra palabra y, en especial, vuestra buena conducta les condena. Os injuriarán, acusándoos falsamente de los peores crímenes y poniéndoos los más denigrantes epítetos, pues desecharán vuestro nombre como malo. ¡Dichosos vosotros en medio de todo eso! Porque es un honor que os hacen, como una condecoración al soldado que con valentía defiende la bandera de su patria. He aquí que vuestra recompensa es grande en el cielo (v. Luc 6:23). No sólo podréis soportarlo, sino también ser más que vencedores en todo ello (Rom 8:37). El trato que se os da es el mismo que los padres de ellos daban a los profetas y, por tanto, no hay por qué avergonzarse de ello, sino, al contrario, alegrarse: Regocijaos en aquel día, y saltad de gozo. Con Cristo, nunca se pierde».

II. A las bienaventuranzas siguen otros tantos ayes o maldiciones contra los pecadores que prosperan, aunque el mundo les envidie. Esta porción no aparece en Mateo. Una ilustración del contraste que vemos en esta porción entre el pobre dichoso y el rico desdichado la tenemos en la parábola de Luc 16:19-31.

1. «¡Ay de vosotros los ricos! Los que habéis puesto vuestro corazón y vuestra confianza en las riquezas, porque habéis recibido vuestro consuelo (v. Luc 6:24, comp. con Luc 16:25). Atesorabais para la tierra y en la tierra se quedará vuestra riqueza, si no se la han llevado antes la polilla o los ladrones. ¿Quiénes están tan expuestos a la violencia, a ser robados, asaltados y secuestrados como los ricos y potentados? ¡Flaco consuelo, si se ha de quedar en el suelo! Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿para quién será? (Luc 12:20).»

2. «¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! (v. Luc 6:25), llenos de vosotros, pero sin Cristo, sin esperanza y sin Dios (Efe 2:12), porque habéis de pasar hambre; antes de lo que pensáis, seréis desposeídos de todo aquello en que ahora os jactáis.»

3. «¡Ay de vosotros, los que os reís ahora! (v. Luc 6:25), los que siempre estáis prestos a reír con la risa del necio, que es como el crepitar de las zarzas debajo de la olla (Ecl 7:6), risa estrepitosa y ostentosa, porque, sin tardar mucho, os lamentaréis y lloraréis (comp. con Stg 4:9).»

4. «¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! (v. Luc 6:26), pues eso será señal de que no sois fieles a la verdad y a las almas mismas de los hombres, evitando, por medio de silencios y componendas, aplicar el bisturí de una crítica sincera y caritativa a los tumores de la corrupción moral, tanto personal como social. De la misma manera hacían sus padres con los falsos profetas (v. por ej. 1Re 22:6-27 y 2Ti 4:1-4).»

De sabios es desear la aprobación de los que son verdaderamente sabios y honestos, pero, en cuanto a los malvados, así como no hemos de temer sus reproches (v. Luc 6:22), tampoco hemos de codiciar sus alabanzas.

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