Marcos 10:46 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El episodio que sigue se halla también en Mat 20:29.; Luc 18:35., con la diferencia de que, en Mateo, son dos los ciegos; en Marcos y Lucas, uno. Mateo estaba presente, y no hay duda de que eran dos, pero Marcos y Lucas mencionan sólo a uno porque éste era, sin duda, el que más se destacaba en sus gritos y en su excitación. Marcos ha recogido su nombre: «el hijo de Timeo, Bartimeo» (v. Mar 10:46). Una vez más, Marcos traduce para sus lectores, ya que Bartimeo significa en arameo «hijo de Timeo».

I. Este ciego «estaba sentado junto al camino» mendigando. Quienes están incapacitados para ganarse la vida, son los más dignos de atención y cuidado por parte de sus parientes y, en general, de la sociedad.

II. «Comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!» (v. Mar 10:47). Acude a Jesús, porque la miseria es el objeto y la ocasión de la misericordia.

III. Cristo le animó, pues «se detuvo y dijo: Llamadle» (v. Mar 10:49). No debemos considerar como un obstáculo en nuestro camino el detenernos cuando es para hacer el bien. Quienes al principio «le increpaban para que se callara» (v. Mar 10:48), es muy probable que fuesen los mismos que ahora le decían: «¡Ánimo, levántate, que te llama!» Cuando el Señor nos invita a llegarnos a El, nos confirma en nuestra esperanza de que obtendremos lo que hemos venido a suplicarle.

IV. Ante esta invitación, el mendigo ciego «arrojó de sí su manto, dio un salto y se fue hacia Jesús» (v. Mar 10:50). Echó fuera de sí lo que podía serle un impedimento para llegarse al Señor. En esto, Bartimeo obró de muy diferente manera que el joven rico en los versículos Mar 10:17-22. Como dice E. Trenchard, «la capa era tan importante para el ciego como las fincas y las casas para el joven, pero no dudó un momento en abandonarla con tal de llegar más aprisa a los pies del Señor». También nosotros hemos de despojarnos del manto de nuestra autosuficiencia, «de todo peso y del pecado que nos asedia» (Heb 12:1), para ir en seguimiento de Jesús.

V. El favor que el ciego pidió al Señor fue, podemos suponerlo, «que recobre la vista» (v. Mar 10:51), a fin de estar así capacitado para ganarse la vida sin ser una carga para otros. Aquí tenemos a un necesitado que «pide con fe, no dudando nada» (Stg 1:6). Su ruego perseverante le obtuvo lo que más deseaba en este mundo.

VI. «Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha sanado» (v. Mar 10:52). No le dice: «tu importunidad», sino «tu fe»; la fe que dio a Cristo la ocasión de realizar el milagro, o, más bien, la gracia de Cristo que puso en acción la fe del mendigo. Además de fe, vemos en el mendigo un sincero agradecimiento a Jesús, pues «le seguía por el camino». Tan pronto como recobró la vista, hizo muy buen uso de ella. No es suficiente llegarse a Cristo para recibir la salud espiritual, sino que, una vez curados, hemos de continuar en Su seguimiento. Quienes reciben la vista espiritual, contemplan la belleza del Señor que les atrae eficazmente para correr tras Él (v. Cnt 1:4).

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