Marcos 4:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Marcos 4:1 | Comentario Bíblico Online

El capítulo anterior comenzaba con la entrada de Cristo en la sinagoga; el actual comienza con la enseñanza de Cristo junto al mar. Así variaba Él sus métodos de enseñanza, para atender de este modo a la diversidad de los oyentes y de las circunstancias. Hallamos aquí una novedad: Él se sentó en una barca para enseñar, mientras la gente estaba de pie en tierra escuchándole. Vemos, pues:

I. La forma en que Cristo enseñaba a la multitud: «Les enseñaba muchas cosas en parábolas» (v. Mar 4:2), pues ese era el método más apto para que le escucharan, ya que a la gente le gusta que le hablen en su propio lenguaje, y muchos oyentes despreocupados se vuelven atentos cuando se les propone una ilustración tomada de las cosas comunes de la vida. Estas ilustraciones son útiles para recordarlas mejor y, en especial, para hacer pensar, aunque para los no interesados en las cosas del espíritu, sólo les sirven de diversión, pues no se toman la molestia de profundizar en ellas: «por mucho que sigan mirando, ven, pero no perciben» (v. Mar 4:12). Cierran voluntariamente los ojos contra la luz y, por ello, justamente pone Cristo su enseñanza bajo la oscura linterna de una parábola, la cual tiene su lado luminoso para los que están prestos a aplicarse la enseñanza a sí mismos, pero para aquellos que sólo la toman como un juego, sólo les da un pequeño rayo de luz de vez en cuando, con lo que se marchan más oscuros que vinieron.

II. La forma en que explicaba las enseñanzas a Sus discípulos: «Cuando se quedó solo» (v. Mar 4:10), no solamente los doce, sino también algunos otros que le rodeaban, tuvieron la oportunidad de preguntarle el significado de las parábolas. Y Él les dijo cuán grande era su privilegio de poder entender el misterio del reino de Dios (v. Mar 4:11). Mientras otros sólo encontraban diversión éstos hallaban instrucción. Quienes conocen el misterio del reino de los cielos, han de reconocer que les es dado; que han recibido del Señor Jesús, tanto la luz como la vista.

1. Tenemos primero la parábola del sembrador que vemos también en Mat 13:3. Comienza con «Oíd» (v. Mar 4:3), y acaba con «El que tiene oídos para oír, que oiga» (v. Mar 4:9). Las palabras de Cristo exigen atención. Debemos atender con todo esmero, incluso a lo que todavía no comprendemos totalmente o correctamente. En las palabras de Cristo hallaremos mucho más de lo que al principio sospechábamos.

2. Vemos luego la explicación que hizo de ella a los discípulos. Tenemos aquí una pregunta que les hizo antes de la explicación, la cual no se halla en Mateo: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las demás?» (v. Mar 4:13). Como diciendo: «Si no entendéis ésta que es tan sencilla, no tendréis la clave para entender el resto de las parábolas que he de exponeros». Antes de explicar la parábola: (A) Cristo muestra cuán triste era el caso de quienes no disfrutaban del privilegio de penetrar en el significado de las enseñanzas del Señor: «A vosotros os ha sido dado», pero no a ellos. Esto debería despertarnos para orar y esforzarnos a adquirir conocimiento de las cosas de Dios. Si no llegamos a entender las verdades sencillas del Evangelio, ¿cómo podremos entender los pasajes más difíciles? Esta parábola nos enseña precisamente a poner atención en la Palabra de Dios y aplicárnosla, pues así es como penetraremos mejor en ella. Consideremos cuán grande es nuestro privilegio de ser discípulos de Cristo y cuán miserable es la condición de quienes carecen de tales gracias, «no sea que se conviertan, y se les perdone» (v. Mar 4:12), pues sólo quienes se convierten tienen sus pecados perdonados. ¡Misterio grande! Pero no hemos de pensar que esa ceguera les viene a los incrédulos sin culpa de su parte, pues sólo son cegados los que «detienen con injusticia la verdad» (Rom 1:18). (B) Cristo muestra también a Sus discípulos qué vergüenza era para ellos el necesitar explicación especial de lo que habían oído, por no haberlo entendido a la primera. Quienes deseen avanzar en el conocimiento de la doctrina, deben primero reconocer su ignorancia.

Así, pues, les da la explicación de la parábola, como la vimos ya en Mateo. Observemos aquí: (a) Que, en el amplio campo cubierto por el mensaje la Palabra de Dios cae sobre todos sin discriminación: «El sembrador siembra la palabra» (v. Mar 4:14), la arroja a la ventura, sin saber a ciencia cierta dónde penetrará ni qué fruto producirá. La esparce para que se multiplique. Cristo estuvo ejerciendo este oficio por algún tiempo, cuando pasaba predicando y enseñando, ahora lo hace por medio de Sus ministros y la siembra mediante las manos de éstos. (b) Que, de entre todos los que reciben la palabra por el oído, son relativamente pocos los que la reciben en el corazón, de forma que venga a producir fruto en ellos; aquí hay solamente uno, de cuatro, con buen resultado. Da mucha tristeza pensar qué cantidad tan grande de la preciosa semilla que es la Palabra de Dios, se siembra en vano y se pierde; pero llegará un día en que se pedirá cuenta a los hombres por los mensajes no escuchados (v. Jua 12:48). (c) Que muchos se sienten conmovidos, por un poco de tiempo, por la palabra, pero no reciben de ella un beneficio permanente. Son emociones súbitas que terminan en una frialdad culpable «como el crepitar de las zarzas debajo de la olla» (Ecl 7:6). Los representados aquí por «los que fueron sembrados en pedregales, reciben la palabra con gozo» (v. Mar 4:16), pero terminan en nada por faltarles la raíz de convicción (v. Mar 4:16). (d) Que la causa de que la palabra no produzca una impresión eficaz y permanente en la mente de los que oyen, no está en la semilla, sino en ellos: unos no ponen atención, de forma que les entra por un oído y les sale por el otro; otros se intimidan a la primera prueba o contrariedad; en otros las corrupciones pueden más que las convicciones. No hay fruto que permanezca. (e) Que el diablo está muy atento a la predicación de la palabra, no para sacar provecho de ella, sino para impedir que los demás saquen ese provecho, pues viene velozmente, como las aves de presa más veloces, y se la lleva antes de que le presten consideración (v. Mar 4:15). El gran enemigo de las almas no pierde tiempo en quitarles oportunidades de salvación. (f) Que muchos no sacan provecho de la predicación porque el corazón les rebosa de mundanidad: riquezas, placeres, preocupaciones excesivas de negocios terrenales etc., que ahogan la semilla. Sólo Marcos registra la frase «y los deseos de las restantes cosas» (v. Mar 4:19): un apetito necio y desordenado de cosas que agradan a los sentidos o simplemente a la fantasía. ¡Triste cosa es que una persona se arruine por aferrarse a lo que posee, pero es más triste que no poseyendo nada se arruine por la ambición de poseer! (g) Que, finalmente, lo que Dios espera es fruto, no hojas; y fruto que corresponda a la especie de la semilla: una mentalidad y una conducta de acuerdo con el Evangelio. Por otra parte, no puede esperarse buen fruto si no se ha sembrado buena semilla. Es aquí donde los predicadores y maestros de la Palabra han de examinarse a sí mismos, para ver si lo que siembran es Palabra de Dios o mero producto de su erudición.

Marcos 4:1 explicación
Marcos 4:1 reflexión para meditar
Marcos 4:1 resumen corto para entender
Marcos 4:1 explicación teológica para estudiar
Marcos 4:1 resumen para niños
Marcos 4:1 interpretación bíblica del texto

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí