Mateo 2:19 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Aquí se nos refiere el regreso de Cristo de Egipto a la tierra de Israel. Egipto puede servir de refugio y lugar de peregrinación por algún tiempo pero no de residencia fija. Cristo había sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel y, por tanto, a ellas había de volver.

I. Qué es lo que preparó el camino para el regreso: la muerte de Herodes, que ocurrió no mucho después de la matanza de los niños ¡tan rápido fue el juicio de Dios! De todos los pecados el verter sangre inocente llena la medida de la ira de Dios más pronto. Tan dominado de la pasión y de la impaciencia estaba aquel malvado, que era un tormento para sí mismo, y un terror enorme para quienes le asistían. Véase qué clase de personas han sido los enemigos y perseguidores de Cristo y de los cristianos. Quienes más se han opuesto a la Cristiandad, antes se han despojado de la humanidad.

II. Las órdenes venidas del Cielo acerca del regreso, y la obediencia de José a dichas órdenes (vv. Mat 2:19-21). Dios había enviado a José a Egipto, y allí permaneció él hasta que el mismo que le había ordenado marchar allá le ordenase también volver de allí. En todos nuestros traslados, bueno es ver claro el camino a tomar, y a Dios que marcha delante de nosotros; no deberíamos ir por un lado o por otro sin orden divina. Vemos también que las visitaciones divinas no excluyen ningún lugar; ángeles vinieron a José en Egipto, a Ezequiel en Babilonia y a Juan en Patmos. 1. El ángel le informa de la muerte de Herodes y de sus cómplices: han muerto los que atentaban contra la vida del niño. Ellos han muerto, mientras que el niño vive. Muchas veces, los santos perseguidos viven lo suficiente para hollar las tumbas de sus perseguidores. 2. Le muestra lo que debe hacer: vete a la tierra de Israel; y así lo hizo sin demora. Los verdaderos hijos de Dios siguen la dirección de su Padre Celestial, cualquiera que sea el lugar al que los conduzca.

III. Todavía le dio el ángel direcciones más correctas de parte de Dios, al especificarle más tarde el lugar al que se había de dirigir dentro de Israel (vv. Mat 2:22-23). Dios podía haberle dado estas instrucciones desde el principio pero el Señor suele revelar su mente a sus hijos gradualmente, para mantenerlos en constante dependencia de Él, y en anhelante expectación de escuchar su voz. No hay duda de que este aviso en sueños lo recibió también por ministerio de un ángel. La orden que se le da a esta santa y regia familia es:

1. Que no fije su residencia en Judea (v. Mat 2:22). José podía pensar que, puesto que Jesús había nacido en Belén, debía ser llevado allá; pero siente temor por el niño al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre. Se muere un tirano y surge otro parecido, para conservar viva la antigua enemistad. Así pasó con Cristo y así sucede con la Iglesia. Por tanto José no debe llevar el niño a Judea. Dios no quiere arrojar a sus hijos a la boca del peligro, sino cuando es para su gloria y para probarles.

2. Que se establezca en Galilea (v. Mat 2:22). Allí gobernaba Felipe que era más pacífico y manso. Nótese cómo la Providencia suele disponer las cosas de tal modo, que no les falte a los hijos de Dios un lugar retirado y tranquilo a salvo de la tormenta y del turbión. A Galilea fueron enviados, a Nazaret, ciudad edificada sobre una colina, en el centro del territorio correspondiente a Zabulón, allí vivía la madre del Señor cuando concibió al Santo Ser y, probablemente, allí vivía también José (Luc 1:26-27). Allí eran bien conocidos, y estaban entre sus parientes; el lugar más apropiado para residir. Allí permanecieron y de allí le vino a nuestro Salvador el apelativo de Jesús de Nazaret, lo cual fue para los judíos una piedra de tropiezo, porque, como dijo Natanael: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?

Y añade el texto sagrado: Para que se cumpliese así lo dicho por medio de los profetas, que habría de ser llamado nazareno lo cual puede considerarse: (A) Como nombre de honor y dignidad, aunque primordialmente no significa otra cosa que hombre de Nazaret, pero sirve misteriosamente para iluminar tres aspectos de nuestro Salvador: (a) Se advierte una alusión al retoño (hebreo: Netser) de Isa 11:1; (b) en el lugar humilde, modesto, que en la reputación de los judíos ocupaba Nazaret se nos recuerdan los pasajes de Isaías, capítulos Isa 40:1-31; Isa 41:1-29; Isa 42:1-25; Isa 43:1-28; Isa 44:1-28; Isa 45:1-25; Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22; Isa 49:1-26; Isa 50:1-11; Isa 51:1-23; Isa 52:1-15; Isa 53:1-12; Isa 54:1-17; Isa 55:1-13, referentes al Siervo Sufriente; (c) en la palabra Nazaret, Mateo nos recuerda el nazareato (Núm 6:1-21). Es cierto que Cristo no fue, en sentido estricto un nazareo, ya que bebía vino y tocaba cadáveres, pero lo era en sentido eminente, por su santidad singular y además por su solemne designación y total dedicación al honor de Dios en la obra de nuestra redención, de la misma forma que Sansón fue hecho nazareo para salvar a Israel. O (B) como nombre de reproche o desprecio. Llamarse nazareno equivalía a ser llamado hombre despreciable, alguien de quien no se debía esperar nada bueno, y a quien no se debía guardar ningún respeto. En este sentido quedó como un apodo para Él y para sus seguidores. Así aprendemos a no resentirnos de la forma en que el mundo nos llame por causa de nuestra fe, al ver que nuestro Maestro mismo fue llamado nazareno.

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