Mateo 28:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Tenemos la confesión de Sus adversarios que habían montado guardia junto a Su sepulcro; y hay en esto dos cosas que dan mayor fuerza al testimonio de ellos: que eran testigos de vista, y que eran enemigos, empeñados en obstaculizar Su resurrección.

I. Cómo fue dado este testimonio a los principales sacerdotes: algunos de la guardia fueron a la ciudad (v. Mat 28:11), y llevaron a quienes les habían empleado, la información decepcionante: informaron a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido: el terremoto, el descenso del ángel, la remoción de la piedra, la salida de Cristo del sepulcro. Así que les fueron otorgados los mayores medios de convicción. Podría con toda razón esperarse de ellos que creyesen ahora en Cristo, pero estaban obstinados en su incredulidad y, de este modo, quedaron sellados y fijados en ella.

II. Cómo trataron ellos de apagarlo y suprimirlo. Convocaron una reunión para deliberar lo que debía hacerse. Por su parte, estaban resueltos a no creer que Jesús había resucitado; ahora tenían que buscar el medio de impedir que otros creyesen.

El resultado del debate fue que había que sobornar a los soldados por todos los medios posibles: Dieron mucho dinero a los soldados (v. Mat 28:12). Estos sacerdotes amaban el dinero como lo amaba la mayoría de la gente, y no se desprendían de él; sin embargo, con tal de llevar adelante sus perversos objetivos contra el Evangelio de Cristo, se mostraron pródigos en extremo. Dieron una gran suma de dinero para extender lo que ellos mismos sabían que era una gran mentira, mientras que tantos cristianos dan de mala gana un poco de dinero para que se proclame lo que ellos saben que es la verdad. ¡No dejemos que se extinga por falta de fondos una buena causa, al ver que una causa tan mala fue tan liberalmente financiada. Pusieron en boca de los soldados la mentira siguiente: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos (v. Mat 28:13). Una mala salida suele ser mejor que nada; pero esta es mala, de cualquier lado que se la mire.

(A) Era una salida perversa de parte de estos sacerdotes y ancianos el que sobornaran a los soldados para publicar semejante mentira.

(B) Era una salida ridícula, que comportaba su propia refutación. Si dormían ¿cómo pudieron saber lo que ocurría y quién había venido a robar el cuerpo? Como escribió Agustín de Hipona: «¿De modo que presentas testigos durmientes? Tú sí que dormías, cuando al discurrir tales cosas desvariabas».

Pero, a fin de que los soldados no objetasen que incurrirían en la pena impuesta por la ley romana contra los que se durmiesen al estar de guardia (v. Hch 12:19), les prometieron interponer su influencia cerca del gobernador: Nosotros le persuadiremos, y os evitaremos preocupaciones. Si estos soldados se hubiesen dormido y permitido así que realmente los discípulos hubieran robado el cuerpo, los sacerdotes y los ancianos se habrían adelantado a solicitar del gobernador que les castigase por su traición, así que su preocupación por la seguridad de los soldados descubre claramente la mentira de todo el cuento que inventaron.

Así se forjó, pues, el engaño. ¿Cuál fue su éxito?

(a) Los que contaron la mentira, tomaron el dinero e hicieron como se les había dicho. El dinero era lo que les importaba y nada más. El dinero es el anzuelo para las más negras tentaciones; las lenguas mercenarias no se recatan de vender la verdad por el dinero.

El gran argumento para probar que Cristo es el Hijo de Dios es Su resurrección, y nadie pudo tener pruebas tan convincentes de la verdad de ello como estos soldados; vieron el ángel descender del cielo, vieron remover la piedra, vieron el cuerpo de Cristo salir del sepulcro, y aun así, estaban tan lejos de convencerse por sí mismos y creer, que se dejaron sobornar para negarlo, y para impedir que otros creyesen en Él. Es que la evidencia más contundente no puede convencer a los hombres, a no ser mediante la operación del Espíritu Santo.

(b) Los que estaban dispuestos a aceptar la mentira, no sólo la creyeron, sino que la propagaron: Este dicho se divulgó extensamente entre los judíos hasta hoy. La farsa consiguió su propósito. Así que los judíos, cuando se les apremiaba con el argumento de la resurrección de Cristo, tenían a punto la respuesta: Vinieron sus discípulos, y lo hurtaron. Una vez que surge una mentira, nadie sabe la extensión que va a alcanzar, ni cuánto va a durar, ni qué perjuicios va a causar.

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