Nahún 2:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Nahún 2:11 | Comentario Bíblico Online

1. El león, al que se alude tan repetidamente en estos versículos, era representado especialmente en Asiria (cuya capital era ahora Nínive), por invadir ferozmente los asirios a los pueblos circunvecinos. Se le ve representado allí de muchas maneras: a veces, con alas; a veces, con cabeza humana. De un modo u otro, los leones figuran con frecuencia en las antiguas esculturas asirias.

2. La predicción se cumplió de tal forma (v. Nah 2:11: «¿Qué es de la guarida de los leones, etc.?»), que pasaron después sobre las ruinas de Nínive algunos ejércitos extranjeros sin que se apercibiesen de que en aquel lugar había existido una ciudad. Según información que nos ofrece Feinberg, el rey de Asiria Tiglat-piléser I se jactaba de haber derrotado a sesenta reyes. Después de vencer a cinco de ellos al comienzo de su reinado, hizo correr la sangre de los guerreros por los valles y montes, hasta llegar a jactarse de que había teñido de rojo un monte. Les cortaba la cabeza a los enemigos y las apilaba fuera de las ciudades como si fuesen montones de trigo. También incendiaba y devastaba las ciudades. Tiglat-piléser III y Senaquerib no se quedaron cortos. No es extraño, pues, que el sagrado texto hable en el versículo Nah 2:12 en los términos en que lo hace.

3. Pero Yahweh de las huestes no es como uno de los reyes a los que los reyes asirios trataban como a los corderos que se llevan al matadero. Él (v. Nah 2:13) va a pagar a los asirios con la misma moneda que ellos han puesto en circulación. Los mensajeros que menciona la frase final del versículo son los que el rey asirio enviaba para recoger los tributos de los países conquistados. ¡Palabras terribles son éstas de parte de Yahweh en el versículo Nah 2:13! En Rom 8:31 leemos que, si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? Pero el reverso de esta frase es terrible: Si Dios está contra un individuo o contra una nación a causa del pecado, ¿quién defenderá? Se cumple así, una vez más, la promesa hecha a Abraham (y, después, a Jacob): «Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré» (Gén 12:3).

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